En el desierto del Sahara

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Narra Kara

Viajaban conmigo el Comandante Eaton y la Generala Warmik. Hubiera preferido estar sola. Anímicamente estaba deshecha. Descubría en un día que no era humana y que Lena era lesbiana y, además, estaba enamorada de mí. Y todo aquello me afecto, pero no sabía cuál de los dos asuntos me tenía más transpuesta.

La confesión de Lena se me reproducía una y otra vez, sus palabras fueron preciosas. Me habían alcanzado el alma. ¿Cómo era posible que no me hubiese percatado de los sentimientos que albergaban su corazón? ¿Y por qué huí como una cobarde en escucharla?

No era que me hubiera escandalizado, o encontrado algo horrible. Aunque, admito que a veces he sido algo intolerante con el colectivo homosexual. Pero Lena me sorprendió, jamás pensé que fuese gay. Cuando estaba en su tiempo libre le encantaba ponerse vestidos. Aunque, vaya estupideces las mías.

Quizás la pregunta que debía de hacerme es la siguiente: ¿Y que sientes tu Kara Danvers? ¿Te ha gustado saber que Lena te ama y te desea?

Lo único certero por ahora, es que me encanta estar con ella, compartiendo momentos, riéndome, con nuestros silencios y desenfrenos... Me gusta perderme en su sonrisa o rostro cuando esta despistada o concentrada en algo importante. Es una parte muy esencial de mi vida y no quería perderla por aquello. ¿Pero si no era capaz de corresponderla? Debería de ser una tortura por ella, estar simplemente a mi lado y no poder realizar todos sus anhelos.

Y a medida que el avión se aleja de National City, la tengo más presente y una verdad se hace más palpable. Las piezas encajan a la perfección. En el fondo de mi alma, también amo a Lena. Estoy jodidamente enamorada de ella. A igual que lo estuve por Jane. ¿Por qué entonces me lo negué y hasta ahora igual?

Por miedos quizás, por falta de referentes y no decirme nadie que aquello podía ser natural. Y porqué también no te percatas del momento en el cual una amistad estrecha se convierte en algo mas... A parte, siempre había algo que la frenaba y le daba la sensación de estar viviendo a medias tintas. Y ahora, en sus veinte y pico años descubría que su vida era una farsa. Por todo ello, nunca se sintió completa.

Había aceptado su propuesta, irse a entrenar y permitir desarrollar todo su potencial. Les creí cuando le prometieron que usaría sus extraordinarias habilidades sólo para proteger a las personas indefensas y a la humanidad. Incluso, les hizo jurar que sí dentro ella había un monstruo peligroso que la matasen.

Mi destino era la base secreta que tenían en el Desierto del Sahara. Estaba ubicada bajo tierra. Alucine con la tecnología que disponían. Ordenadores de última generación, radares, muchos controladores y arsenal bélico. El suficiente por abastecer varios ejércitos.

Lo primero que hicieron fue quitarme el chip de criptonita, en una sala recubierta del mismo mineral. Me trasladaron en la superficie, rodeada de dunas de arena. Me encanto el desierto. Sentía el sol quemarme la piel. Me dijeron que el astro solar me revitalizaba.

Me sentí muy bien, con mucha energía. Los músculos muy tonificados. Me comunicaba con mis entrenadores mediante un chip. Me dijeron: corre. Yo lo hice y adquirí una velocidad casi supersónica. Intente pararme y fui tan brusca que termine dando carambolas por el suelo. Me asusté. Me fije que había recorrido en poco tiempo 10 quilómetros.

- ¡Impresionante Teniente Danvers!- me felicito el Comandante Eaton.- Y eso que es el principio.

Dos meses después...

Cada día era la misma tónica de siempre. Levantarme temprano y entrenar. Mis poderes habían aumentando y cada vez los dominaba más. Lo que más me alucino, fue descubrir que podría volar. Y me encanto. Poder admirar la tierra des del cielo era increíble.

Tan sólo túWhere stories live. Discover now