Epílogo

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NO LLORES, - Pidió el ángel. – NO SUFRAS POR ALGO QUE ESTABA ESCRITO.

- ¡Ayúdalo! – Rogó Will, - No me importa que mi secreto se descubra ¡Ayúdalo, por favor!

LOS SECRETOS SON IMPORTANTES, LO SON PARA TI, PEQUEÑO.

- Siempre hay y habrá cosas mucho más importantes que tú mismo.

Will miró la sonrisa de Ithuriel en su mente. ES TU DECISIÓN. – Le dijo el ángel.

- Necesito tu ayuda. – Dijo Will. El cuerpo de Nathan estaba en los brazos de Max quien lloraba en su pecho y seguía gritando su nombre. – Por favor, dime como ayudarlo.

Clary y Jace, quienes también lloraba,n se acercaron a su hijo angustiados al verle murmurar sin sentido a la nada, su mirada perdida era evidente, el dolor de haber perdido a Nathan quizás fue demasiada para su inocente corazón de niño.

¿CÓMO ARREBATAS A ALGUIEN DE LAS MANOS DE LA MUERTE?

- No lo sé.

HAY ALGO QUE LO PUEDE TODO, WILLIAM. RECUERDA.

- Lo recuerdo. – Dijo tomando su estela. – Lo recuerdo muy bien. – Ahora no sólo sus padres le observaban, ahora tenía la atención de todos a su alrededor.

Magnus mantenía a Alec en sus brazos, cuidando su respiración y sujetándolo como si Alec fuera el consuelo que necesitaba para soportar ver el cuerpo de Nathan.

– Lo puede todo. – Dijo Will comenzando a trazar en la palma de su mano. – El toque de un ángel lo puede todo.

Will terminó su runa, se arrodillo al lado de sus primos y tocó con su dedo el pecho de Nathan.

EPILOGO

El olor era muy familiar, demasiado como para no alegrarse de estar ahí, Nathan no pudo evitar curvar sus labios en una sonrisa, aun cuando sus ojos seguían cerrados.

- Nathan. – Le llamó la más bella voz del mundo, Nathan abrió los ojos por la ansiedad de verle. - ¿Estas despierto?

Nathan tomó la mano de Max. – Sí. – Le dijo con voz ronca. – Desperté.

Max pegó su frente a la mano de Nathan. – Gracias al ángel, estas bien. – Dijo y Nathan pudo sentir la humedad de sus mejillas, había estado llorando por bastante tiempo.

- ¿Qué ocurrió? – Preguntó Nathan débilmente, se sentía adolorido y pesado todo su cuerpo.

- Moriste. – dijo Max de una manera en la que Nathan sabía que no estaba bromeando, aun cuando las palabras parecían haber sido sacadas de un chiste cruel.

- ¿Cómo es que estoy aquí? – Preguntó el chico y levantó su mano para que Max lo hiciera también y este pudiera acariciar la piel azul del brujo. – A menos que este en el cielo, y si es así, – Dijo tocando tiernamente los labios de Max con uno de sus dedos. – no me quejo en lo absoluto.

Max sorprendió a Nathan cuando sin decir ninguna palabra abrió las mantas que cubrían a Nathan y se metió con él a la cama. – ¡Oh! – Dijo Nathan con debilidad. - ¿Qué haces, Lightwood?

Y Max lo besó, lo besó como nunca lo había hecho antes, lo besó con toda la intensidad y la experiencia que poseía, Nathan sentía que no podía respirar y no quiso que eso cambiara, se aferró a la espalda de Max y no le importó nada más que Max en sus brazos y besándolo. La luz entraba cálida por la ventana y hacía que la piel azul de Max brillara hermosa ante los rayos solares, un día hermoso les acompañaba.

Guerra FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora