Capítulo 28

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Me di cuenta que no estaba arriba, ni abajo, ni en el medio

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Me di cuenta que no estaba arriba, ni abajo, ni en el medio. Yo no encabezaba una lista, tampoco la finalizaba. Eso era en su vida. Ya habían pasado un mes desde que vi a Katherine por última vez y no hubo un solo día en el que no pensara en ella. Su ausencia hacía que las noches fueran largas y los días cortos. Incluso lo más absurdo me hacía recordar las facciones de su rostro, la suavidad de su piel y sus caricias.

Ben regresó a la ciudad mucho tiempo después. Un día lo esperé en el aeropuerto por media hora teniendo la esperanza de verla caminando a un lado de él, pero cuando lo vi entrar por aquella pequeña puerta, mi pecho se hundió. Él venía solo. Quería saber sobre Katherine, moría por hacerlo. Sabía que la última vez la traté como un idiota y grité cosas que jamás quisiera volver a repetir, pero a pesar de todo aun la amo y es más fuerte mi amor que las acciones que pudiera hacer.

Las semanas comenzaron a pasar. Yo intentaba distraerme con cualquier cosa: clases, deportes, libros, y la única razón de esto era que sentía que no debía preguntar por ella, no tenía el derecho. Me mordía la lengua cada vez que estábamos juntos en el mismo lugar y tenía la oportunidad. Machucaba mis propios pies para no delatar mis sentimientos, hasta que un día no pude más.

— ¿Sabes algo de Katherine? — me tiré sobre la suavidad de mi cama.

Él estaba comiendo un pedazo de pollo frito, tenía demasiado tiempo desde que no lo hacía, para ser más exacto, desde que su mascota murió en manos de su familia y un sartén caliente. Su rostro se convirtió en una escena de horror en cuanto me escuchó, tragó el pedazo de pollo con fuerza y luego limpió sus manos.

— No hablaré sobre ella porque sé que estás sufriendo — dijo firmemente —. Solo tengo que verte esas horribles ojeras para saber que eres una Magdalena.

— Al menos... — me levanté de la cama y dejé que mis pies tocaran el suelo frío — dime que está bien.

Mi amigo suspiró resignado y se sentó a la par mía.

— Ian, ella está de maravilla — sonrió —. No te preocupes, te aseguro que en estos momentos ella es feliz.

Hice mil cosas para no preguntar si era verdad que llevaría a cabo su boda con Seth, tampoco pregunté qué había hecho con el anillo que le entregué ese día.

Juro encontrarteWhere stories live. Discover now