Capítulo 16

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Ian Brand

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Ian Brand.

La alarma sonó a las cuatro de la mañana y un gruñido salió de mi boca. 

Odiaba despertar a esta hora, en serio que lo odiaba, pero luego cuando miraba su sonrisa y sus bellos mechones castaños bailando al son del viento, entonces yo olvidaba que había despertado a las cuatro para correr a su lado porque ella, simplemente ella, es la persona que me inspira a querer ser alguien mejor.

Por más descabellado que sonara, Katherine James era la persona que llenaba mis pensamiento con su rostro, el motivo de mis alegrías y tristeza, ella simplemente ella. La chica de mis sueños, la chica por la que morirá, la niña con los ojos azules más bellos del mundo. La chica por la que mis palabras cada vez eran más empalagosa.

— ¡Apaga esa mierda! — gritó Ben tirando una almohada hacia el despertado.

Él también pagaba el precio de mi despertar, aunque más de una vez lo había visto arreglándose para la chica de recepción, a la cual continuaba viendo y molestando todos los días mientras ella trabajaba. Tomé mis cosas y caminé hasta el baño para comenzar con mi día, pero antes volví a tirarle la almohada a la cabeza, aunque él estaba nuevamente dormido. 

A las cinco en punto me encontraba frente a la puerta del apartamento de Katherine. Inspeccione mi cabello y mi rostro en totalidad, también me aseguré de que esa mañana me había explayado con mucho perfume y que mis cordones estuviéramos perfectamente amarrados.

Cuando me di cuenta de que todo estaba bien, elevé mi mano con el puño dispuesto a tocar su puerta, sin embargo, esta fue abierta antes de lo esperado. Seguramente deseaba salir un poco antes para no toparse conmigo, pero siempre tenía un plan B y ese plan era estar antes de tiempo, algo que Rosalina me había enseñado.

La puerta se abrió, ella tenía su cabello despeinado, en serio intentaba escapar de mí. También tenía la camisa del lado contrario y una línea provocada por la tela de la almohada. Se miraba adorable, excesivamente adorable. Jalaba la cuerda de Dante, él estaba moviendo su cola como siempre mientras la miraba al salir. Para ser sincero, a mí también me impresionaba que se acordara de que alguna vez yo lo cargue. 

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