Capítulo 34

252 30 4
                                    


Nota de la autora:

¡Buenas! Toca capítulo y espero que lo disfrutéis. ¡Muchos besos!

 ¡Muchos besos!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El primer partido para la clasificación del Mundial fue bastante bueno. Ganamos a Noruega 0-3 y los goles fueron de Müller y Kimmich. Ya teníamos tres puntos y eso nos venía muy bien, estábamos muy felices.

Solo esperaba que para la próxima convocatoria estuviese Marco, él se merecía estar aquí con nosotros. Disfrutando del fútbol, dando asistencias y marcando.

Al llegar a Dortmund, Marco me estaba esperando en casa y me lancé a sus brazos nada más verle.

-Te he echado de menos.- Me susurró en el oído.

Yo escondí mi cabeza en su hombro e inhalé su aroma.

-Yo también. Me has hecho mucha falta.

-¿Y eso?

La preocupación de Marco se notó enseguida.

-No estoy en mi mejor nivel, tengo que recuperarlo. Solo he hecho dos asistencias en los dos partidos, ni un solo gol...

-Ahora estás donde te quieren, en tu club, con tus amigos y aquí vas a recuperar el nivel que tanto deseas. Te lo prometo.

-Gracias, Marco.

-Y yo estaré ahí para ayudarte y para apoyarte en todo, ¿sí?

Besé sus labios rápidamente, necesitaba un beso suyo para saber que todo iría bien.

-Lo mismo te digo, Marco. ¿Estuviste mejor?

-Sí, sé que pronto volveré. Me están haciendo pruebas y me están diciendo que todo está mejor.

-Me alegro tanto.

-Solo que extrañé no estar en la convocatoria aunque ya estoy acostumbrado...

-Pues deja de estarlo porque pronto estarás en una convocatoria de la selección y vas a demostrar lo mucho que vales y lo mucho que te necesita el equipo. ¿Leíste las declaraciones de Mats?

-Sí.- Sonrió.- Sé que sin mí a veces habéis estado un poco más decaídos porque soy un jugador importante.

-Por supuesto que lo eres, rubio. No solo en el campo, todos te queremos como amigo y allí siempre estará tu sitio.

Nos fundimos en un abrazo, de los mejores que nos hemos dado en toda nuestra vida. Estaba lleno de amor, de ilusión por estar juntos de nuevo jugando en el mismo club y en la selección, de esperanza de que todo iría mejor a partir de ahora y de felicidad por saber que el otro nos quería.

Narra Marco:

Fui a la ciudad del BVB para entrenar y para ver cómo iban las cosas.

-Todavía no queremos que fuerces, Marco. Solo si te vemos listo volverás a los terrenos de juego. Aún hay que hacer algunas pruebas más.- Me dijo uno de los fisios.

-Pero ya estoy entrenando normal, me siento bien y no me ha pasado nada.

-Pero aún no has entrenado con el grupo, es algo arriesgado...

-Por dios, no soy un niño pequeño.

-Pero si te haces daño como cualquier otra persona y queremos que estés recuperado al cien por cien antes de que disputes un partido. No hablo de uno entero, por supuesto. Hablo de unos cuantos minutos.

-Claro que yo también hablo de unos cuantos minutos y me veo preparado.

-No queremos que por jugar la lesión se agrave.

-Está bien, haced lo que queráis.- Grité y me marché dando un portazo.

Odio mi cuerpo cuando no me permite jugar al fútbol. ¿Por qué las lesiones me torturan tanto? ¿Por qué siempre yo? Solo quiero jugar y disfrutar, no hago daño a nadie...

Y siempre, siempre tendré esa espinita del mundial... No pude jugarlo y Alemania lo ganó. Dios, quiero que llegué el 2018 y poder ir a ese mundial y ganarlo. Creo que es lo que me merezco.


Llegué a casa y me tumbé en el sofá mientras que las lágrimas salían de mis ojos, no podía soportar que mi cuerpo frustrase todos mis planes, que me dejase sin cumplir tantos sueños, que me dejase sin jugar al fútbol. Ojalá, todo fuese diferente. Ojalá, todos mis sueños se hagan realidad de una maldita vez porque estoy cansado de luchar para nada, estoy cansado de darlo todo y que la vida no me recompense por mi esfuerzo. Antes solía creer en Dios, pero dejé de hacerlo ya que no creo que haya un ser que me pueda estar ayudando porque no estoy recibiendo ninguna ayuda, solo me hundo cada vez un poco más.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que oí el timbre. Tal vez una hora... Y esa hora me la pasé solo ya que Mario no había aparecido, no le culpo porque tiene una vida, y Scarlett no estaba, se había ido a ver a su familia. Tampoco la culpo porque tiene una vida también.

Cuando abrí la puerta me encontré con Mario apoyado en el marco de esta y estaba sonriendo, pero se le borró completamente la sonrisa cuando vio mi cara. Seguro que estaba horrible ya que me había pasado toda esa hora de soledad llorando.

-¿Por qué no me has llamado?- Fue lo primero que dijo Sunny. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora