Capítulo 24.

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Desde que bajaron del autobús ChanShik notó que la distancia entre ambos se reducía más de lo normal. JinYoung disimulaba fatalmente sus sonrisas y la gran emoción que volvía a ese uno de los mejores cumpleaños.
El rose de ambas manos gracias a la oscilación al caminar erizaba la piel del menor. Sabía con certeza que JinYoung quería tomarle de mano, pasear como si aquello fuese un hábito, como si estuviera acostumbrado a mostrar tales de sentimientos en público.

—¿Te gustan los peces? —preguntó JinYoung.

—Me gustan los animales en general.

—¡Perfecto! —la emoción amenazó con hacerle dar un leve salto de alegría. Carraspeó evitando aquello —. Sigo sin creerlo. Chan, no estoy seguro de que esto funcione, pero es un honor que consideres mis sentimientos de una forma que puedan compaginar con los tuyos.

—Ahora estás hablando como DongWoo.

—Lo mío es galantería auténtica y con motivos mucho mejores —añadió el cocinero disminuyendo el volumen de su voz con cada palabra articulada.

La peculiar estructura del acuario apareció unos metros adelante. ChanShik entendió el por qué de la anterior pregunta y viejas imágenes de una versión infantil suya se proyectaron con velocidad en su cabeza. Hacía años desde la última vez que visitaba atracciones como esa.
La ilusión de sentirse asombrado le llenó de una inexplicable alegría y curiosidad cuando la diversidad de especies marinas inundaban su campo visual. Se sentía como un infante en una excursión.
El reflejo de las calmadas ondas del agua traspasaban los vidrios transportandoles a un mundo donde cualquier aspecto terrestre, exceptuando a los visitantes, pasaba a segundo plano. JinYoung se alegraba de que su conquista estuviese feliz con el lugar que había elegido como primera y oficial cita.
Intercambiaban comentarios sobre el aspecto de los animales, debatían la información que unos pequeños carteles les brindaban sobre cada especie. Las sonrisas no faltaron y el tomar fotografías formó parte esencial de la rutina.
Ignoraron la presencia de otras personas, ChanShik permitía que su mano fuese entrelazada con la de su mayor mientras este le contaba una historia sobre cómo un joven hacía tributo a su amada, llevada al fondo del mar de donde nunca salió, con una bella y melódica canción su canto viajaba a través de las olas en busca de un viejo amor.

—Mientras más fuerte cante, la luna transportará en el mar ese puro amor que el joven guarda aún en su corazón.

—¡Woah! Es muy hermoso, ¿dónde lo escuchaste?

—Lo acabo de improvisar.

Ojos curiosos fijaban su vista en la cercanía de ambos cuerpos masculinos y las inocentes muestras de afecto. JinYoung persuadía al menor distrayendo su mente de cualquier impulso que les hiciera separarse.

—¿Jin, ves a los peces? —La huella de sus dedos quedaban impregnadas sobre el vidrio. Tenía el rostro lo suficientemente cerca para observar con nitidez el interior de la pecera —. Se supone que deben estar aquí.

—Seguramente están en reunión.

El rostro de ChanShik denotaba molestia e inconformidad. Sus mejillas se inflaron provocando que los delgados labios del cocinero se plantaran en la suavidad de su pálida tez. No era el primer beso que recibía y aún así los golpeteos en el pecho no cesaban con facilidad.

—¿Puedo decir gracias una vez más? —susurró el pelinegro al oído de su cita. El suave color de su voz estremeció a ChanShik antes de asentir —. Gracias por aceptar salir conmigo. No sé muy bien cómo haré para conquistarte, sólo sé que me esforzaré muy duro. Chan, ¿cómo debo hacer para llegar a tu corazón?

La postura de ChanShik se volvió rígida. Una ráfaga de cosquilleos tomaron posesión de su espalda. JinYoung no volvía fácil el trabajo de querer controlar los nervios ante el evidente enamoramiento que demostraba por él. ¿Cómo le hacía sentir tan indefenso, tan tímido, tan inexperto? Como si fuese un adolescente experimentado lo que es el amor por primera vez y todo paso que da le hace cometer torpezas.

C a f f e i n e ; JinChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora