Capitulo 13.

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Las risas que se escuchaban dentro del local de emparedados vegetarianos eran provenientes de los dos jóvenes que con tranquilidad compartían de un almuerzo luego de que por fin la pastilla par el dolor de cabeza hiciera efecto sobre el cocinero.
Hacía tiempo que ChanShik no reía así con alguien, le era agradable tener con quién compartir anécdotas y hacer comentarios sin tener miedo a ser juzgado.

—¿Cómo va ese dolor de cabeza? —preguntó ChanShik dándole un sorbo a su té jazmín.

—Ya no ha dolido. Gracias, farmacéutica —dijo el chico enjuto con una sonrisa que bien podría notarse a metros de distancia —. Temía no recuperarme del todo, arruinaría por completo el día.

—Eso te pasa por no controlar la bebida.

—Lo sé, lo sé... 

JinYoung desvío la mirada hacía su costado derecho. Un pareja de la mediana edad compartía un momento grato en pareja; intercambio de miradas que decían todo mensaje que ellos quisiesen transmitir, sonrisas que mataban con el hecho de saber que eran dedicadas con un cariño inefable y la siempre presente tomada de manos que presumía el amor mutuo.

—Es triste que la razón de mi amnesia me persiga y me eche en cara esta escena de romance.

—Hacen linda pareja —comentó el menor encogiéndose de hombros.

—Es lo que más melancolía me da —apretó el puño con fuerza mientras su ceño con levedad se fruncía —. Si tan sólo pudiese volver a verle.

—Podemos buscarle.

—Se fue a Japón.

ChanShik dio el último bocado de a su sándwich. Le costaba tratar con temas tan delicados como la trágica ruptura de una persona con la que apenas comenzaba a considerar como amigo. JinYoung por el contrario se desenvolvía de una manera con total confianza.

—Han pasado tres años ya. No puedo creer que todavía siga sufriendo por ello —cabizbajo movía de un lado a otro la pajilla dentro de su vaso de té medio vacío. Los ánimos que había acumulado tras las risas en la anterior plática con ChanShik, se habían esfumado por completo.

—Quizás sólo debas conocer nuevas personas.

—Lo intento. Quiero volver a enamorarme —haciendo un pausa fijó la mirada sobre los ojos del menor mientras un silencio rotundo inundaba el momento. Más que ser incómodo, la manera en que sus miradas se cruzaban hacían sentir nerviosos a ambos compañeros —. No quiero abrumar con mis problemas.

—No lo haces.

—¿Quieres irte ya?

Antes de poder contestar, el mesero miró a la adorable pareja de adultos mayores que JinYoung había repudiado. Sí, se miraban adorables.

—Vámonos o yo también terminaré cayendo en la melancolía.

Una risa apenas audible surgió de entre los labios del chico con cabellera llamativa. Incluso la más mínima broma era aceptada y bien recibida. Era lo que más necesitaba por el momento; sonreír.
Las sillas rechinaron contra el suelo al ser recorridas hacia atrás. La atención de los consumidores a su alrededor fue dirigida al par de atractivos chicos quienes compartiendo comentarios aleatorios sobre la fachada del lugar mientras se retiraban del mismo.
La luz de día disminuyó. La mayoría de la gente que iba y venía por la acera habían terminado con la pesada jornada laboral de un frío domingo de noviembre. El aire fresco que corría por las concurridas calles de Seúl aumentaba su temperatura conforme la noche iba cayendo. Ambos chicos optaron por tomar un taxi pues JinYoug dijo que debían llegar pronto a su destino antes de que las horas pasen y no tenga tiempo de ejecutar su plan. ChanShik seguía sin saber a dónde le llevaba.

—¿Por qué tanto misterio? ¿Es un lugar especial y desconocido? —en su voz se podía oír la emoción de una niño pequeño.

JinYong rió ante la suposición del alto chico.

—Nada maravilloso.

La dudas de menor no eran resueltas, sino que cada vez eran más. ¿Para qué le necesitaba ese chico? ¿Por qué él?
La atención del cocinero estaba puesta sobre las calles que el taxi recorría durante la ruta, o eso lograba aparentar. Seguía pensando en el error que cometió la noche anterior, la sensación tan incómoda que ha tenido todo el día y el peso de la culpa por no haber sabido moderarse, pensaba en la manera en que extrañaba a su ex pareja y en todo el odio y dolor que llevaba comprimiendo durante los últimos años. Sólo había una forma para poder deshacerse de tan mala experiencia.

—Tú... — JinYoung volvió la mirada hacia su acompañante —. ¿Crees que estuvo muy mal lo que hice?

Una leve ventisca entre por la ventana despeinando los cabellos cobrizos del menor. Meditaba la repuesta, repasaba su conversación en la azotea, unía los puntos claves que le llevaron a JinYoung a cometer tal acto de una manera totalmente inconsciente.

—No. Estabas triste, molesto y ebrio. Estoy seguro que nunca lo hubieses hecho estando sobrio. Es comprensible. Ya dije que a cualquiera pudo haberle pasado.

—Ya veo... ChanShik, gracias por seguir conmigo y dejarte arrastrar hasta este punto, los demás ni siquiera se hubieran tomado la molestia de acompañarme a la farmacia.

—¿Ninguno?

—Quizás JungHwan sí.

El taxi se detuvo y el conductor avisó que habían llegado. El chico mayor pago por el servicio e inmediatamente salió del transporte. ChanShik sonrió de una manera leve al notar la prisa con la que su compañero había salido, le imitó. El aire frío le invadió y la imagen del la ciudad en su casi totalidad era lo más llamativo de todo. Al borde de una colina, el ruidos de los autos era turbio y las luces de los edificios formaban un patrón irregular. JinYoung se había detenido a observar la ciudad cerca de la orilla, no fue necesario que dijese algo para que ChanShik le siguiera hasta quedar situado a un costado suyo.

—¿Por qué vinimos aquí? —preguntó el menor desviando la mirada hacia el delgado chico junto a él quedando atrapado por la imagen que el mayor reflejaba; sus coloridos cabellos manipulados por el viento de tal manera que dejaban su frente al descubierto, la nariz perfilada, sus pequeños ojos iluminados por el reflejo de la brillante ciudad y sus labios entreabiertos, todo en conjunto conformaba aquél atractivo rostro que hasta hoy ChanShik pudo tener la suerte de observar con tal detenimiento.

—Nuevamente gracias por estar conmigo. Quería que al menos alguien estuviese a mi lado al momento de hacer esto —dijo sin siquiera mirarle. Suspiró —. Creo que será mejor acabar con esto de una vez. No soporto sentir esto más.

Un par de pasos más fueron dados por el cocinero, uno más y uno más. Cerró sus ojos a la par, no parecía querer detenerse. El aire frío que golpeaba su rostro lograba ser relajante.

—JinYoung... —sus palabras fueron ignoradas. Los peores pensamientos pasaron por su mente y el pánico comenzaban a apoderarse de él—. ¡JinYoung, detente!

C a f f e i n e ; JinChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora