Capítulo 20.

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—¿Animales? ¿Es en serio?

—¡Deja de quejarte de mis ideas! —el pelirosa se cruzó de brazos. Estaba cansado de que SunWoo siempre tuviera algún reproche con respecto a sus ideas —. Tú ni siquiera diste una.

—JungHwan tiene razón —dijo el mayor de los meseros colocando sobre su cabeza una delgada diadema con orejas de oso —. No puedes poner esa cara de pocos amigos cuando descaradamente no tuviste la consideración de pensar en algún plan.

SunWoo fingió sentir algún tipo de ofensa. Le agradaba el pelirosa, sin embargo sus ideas le parecían ridículas y sobre todo infantiles, era algo que no podía ocultar tan fácilmente. JungHwam le puso a la fuerza unas orejas y cola de ardilla.
DongWoo obtuvo, además de sus orejas, unos guantes que parecían las patas de un oso pardo. ChanShik simulaba ser un cachorro, al igual que SunWoo, con orejas y una cola. JungHwan se disfrazó de un pequeño pato, con un pico que no le impidiera hablar y accesorios en los brazos que se asemejaban a unas amarillas alas.

—¿De qué zoológico se escaparon? —preguntó JinYoung en cuanto vio lo curiosos que lucían los meseros. Retener la risa no fue una opción. DongWoo le miró con cabreo, por el contrario ChanShik escondió su rostro avergonzado —. Otra razón más por las que odio ser mesero.

—¡Ah, Hyung! También tengo algo para ti —dijo JungHwan con una mirada traviesa. De entre las bolsas de los disfraces sacó unas orejas de zorro rojo y una nariz semejante a la de tal animal —. Me la dieron extra y no quería desperdiciarla. ¿Puedes usarla? ¿Puedes, puedes, puedes?

El cocinero sucumbió a la adorable súplica de su compañero con disfraz de pato. No presentó problema alguno al momento de disfrazarse, al contrario, comenzó a reírse por lo bobo que se sentía.

—¿Qué tal me veo?

—Pero miren a quiénes tenemos aquí —DongWoo lanzó miradas juguetonas hacia dos de sus compañeros, los mismos de quienes tanto se habló el día anterior —. El zorro y el sabueso. Ah, como recuerdo esa película. Muy linda, marcó mi infancia. Y hoy, queridos amigos míos, tengo el placer de presenciar esa parejita tan bella nuevamente.

—No eran pareja... —respondió el cachorro en algo que pareció ser más un susurro.

—Pero se veían lindos juntos.

—La ardilla aprueba esa idea —agregó SunWoo.

—¿Tú que opinas, JinYoung?

El rostro de JinYoung se mostró sereno debajo de esa nariz de plástico. Una extraña y poco inusual ira se acumulaba en su interior. Observó a su amigo disfrazado de un bello canino, pudo ver la vergüenza en sus ojos.

—Me voy a la cocina. Si me necesitan... No me busquen —se retiró de manera brusca llegando a ser algo torpe.

La ardilla y el oso se miraron triunfantes. Aquél acontecimiento ofuscó a ChanShik, tanto la reacción de JinYoung como la manera que sus compañeros le trataron sin cuidado. Le avergonzada estar con JinYoung, pero desde un principio nunca soportó verle mal.
Cruzó al otro de la barra, blasfemando contra los demás meseros al atravesar la puerta del pasillo.
La puerta de la cocina estaba semi abierta, se podían escuchar las quejas que provenían desde el interior.
ChanShik sintió un vuelco en el estómago. Había presenciado ya varías facetas de su amigo; la feliz, triste, su lado lleno de ilusión, e incluso un lado enamorado. No pensó que su faceta molesta le pusiera tan de nervios.

—Jin, ¿puedo pasar? —musitó por detrás de la puerta. Un absoluto silencio invadió el momento antes de que obtuviera una respuesta positiva.

JinYoung había apartado de su rostro la caracterización de zorro dejando tales accesorios a un lado del fregadero. El joven mesero jugaba con sus dedos, ¿cómo lidiar con el enojo de su amigo?

—¿Hasta cuando la gente dejará de ser tan entrometida? —habló JinYoung antes de que ChanShik terminara de pensar en una manera para tranquilizarle —. Por eso uno no puede contar cosas importantes. Me agradan pero a veces sobrepasan el límite.

ChanShik no comprendía en lo absoluto. Su curiosidad e inquietud no le dejaban tranquilo y la forma de actuar de JinYoung sólo revolvió las cosas.

—¿Te gusto?

—¿Qué? Chan, no hagas caso de los comentarios.

—¿Te gusto o no?

Ninguna respuesta concreta llegó a ChanShik por parte de JinYoung. Sólo le miró. Le miró y esperaba que su silencio hablara si mismo.

—No quiero que estés incómodo —respondió el cocinero por fin —. Vi cómo los demás te ponían en ese estado con sus comentarios. Yo puedo soportar la burla momentánea, pero no es justo para ti. Chan, me gustas. No sé desde cuando lo sabes pero deduzco que fue antes de esta mañana. Sé que no tengo oportunidad contigo y lamento si en algún momento llegué a tener esperanzas. No te preocupes por mí. Hagamos de cuenta que esto nunca sucedió —mordió su labio inferior intentando reprimir cualquier sentimiento hacia su amigo, cualquier sentimiento que le haría desmoronarse frente a él —. De ahora en adelante mantendré distancia.

ChanShik no sabía si decir algo o callar. Recién había visto a JinYoung superar un viejo amorío, ahora ser la nueva razón de su sufrimiento le llenaba de remordimiento.
Nunca llego a molestarle la manera en que JinYoung le trataba; los halagos, las sonrisas, la cercanía y los múltiples detalles que ha tenido con él. Extrañaría todo eso. Le haría mucha falta.

—No —comentó cabizbajo.

—¿No?

—Jin, ¿es normal que me sienta aturdido con todo esto? Los demás han hecho preguntas y comentarios que sólo logran confundirme. ¿Es normal que de alguna forma yo quiera corresponderte?

Los hombros de JinYoung se alzaron en señal de no saber la respuesta. Su mente no asimilaba lo que ChanShik acababa de confesar y sin embargo le entendía en su confusión.

—Ya casi es momento de abrir. Deberías ir al comedor para recibir a las clientas.

—¿Acaso no me escuchaste?

—Te escuché perfectamente ChanShik, y me gustaría responderte, pero tú mismo debes darte cuenta. Tranquilo, pequeño cachorro —revolvió los cabellos del mesero evitando mover sus adorables orejas.

—No cambies conmigo. No te atrevas.

—Sí tú me lo pides, no lo haré.

C a f f e i n e ; JinChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora