- Estas equivocado, no siento nada por Edrian, no es como tú piensas, y no entro en mi corazón. ¡Magnus, no!

Magnus ahora no podía o quería ver los ojos de Alec, nunca en su larga vida se había sentido tan traicionado, era como si espontáneamente las palabras de Alec hubieran perdido valor, cuando antes valían oro en silabas contadas una a una. En muchas ocasiones le habían traicionado, pero nunca le había importado tanto como ahora, un sentimiento nuevo y aterrador, la persona en la que confiabas tan ciegamente era quien con mucha más facilidad podía destrozarte profunda e irreparablemente, ahora lo sentía todo y sin control. – Le dejaste entrar. – Le dijo el brujo en un reproche.

- ¿Por qué? – Pregunto Alec. - ¿Por qué pones en duda mi amor? ¿Realmente lo crees? ¿Realmente crees que no te amo?

- La pregunta es, Alexander ¿Lo amas a él?

- ¿Cómo podría? Magnus, te amo.

- Eso no responde nada, tu y yo sabemos que se puede amar a dos personas al mismo tiempo. El problema es, que odio a ese imbécil, y no pretendo compartir nada con él, ni siquiera tu corazón.

- Magnus, no. – Alec luchaba por obtener aire, las palabras de Magnus parecían estar estrangulando su garganta evitando que las suyas salieran.

Preferiría renunciar a él. – Le dijo firmemente dejando a Alec sin poder hablar y mirando como caminaba hacia la salida, lejos de él.

* * * * *

Tu padre necesita saber esto. Había dicho Magnus a su hijo antes de irse en busca de Alec al Basilias. Max estaba en alerta, a pesar de que su casa estaba ahora llena de quienes eran considerados quizás los más impresionantes Cazadores de Sombras, el miedo porque a Nathan le ocurriera algo no era fácil de contener. Clary se las había ingeniado para que Nathan aceptara cenar y cambiar su ropa, ahora estaba en la habitación de Max, había estado ahí durante largo tiempo, solo sentado en el alféizar de la ventana, mirando hacia el bosque y la oscuridad.

- ¿Estas bien? – Pregunto Max tomando el lugar que Nat le hizo a su lado.

- Si, es decir, debería ¿Cierto? Estoy vivo.

Max le sonrió débilmente. - ¿Qué te preocupa?

- ¿Qué me preocupa? Es una larga lista en realidad; Perdí a mi tutor, mi hogar, ¿mi madre? – Nathan suspiro. - Los rebeldes me quieren para dañar a mi madre, mi madre me quiere para dañar a los Cazadores de Sombras y tus padres, bueno, tus padres solo me quieren lo más lejos de ti como sea posible.

- No debes preocuparte por Malec. - Dijo Max. - Te aseguro que son completamente inofensivos.

Nathan deje libre una pequeña sonrisa. - En ocasiones fantaseo con un mundo diferente ¿Sabes? -Confeso Nathan. - Un mundo en donde mi padre es un Cazador de Sombras normal y no un asesino a sangre fría, en donde mi madre me ama por ser su hijo y no por lo que pueda ofrecerle. Me imagino como sería mi vida si hubiera crecido con mis padres siendo como los tuyos, siendo buenos.

- Supongo que eso es fácil, muchas personas hacen lo mismo, tu padre cambio y marco muchas vidas. - Max se movió acomodándose sencillamente y sin preocupación a lado de Nathan entrelazando su brazo con el de él. - Si tu padre hubiera sido diferente en algún sentido, mi familia nunca hubiera ido a esa dimensión demoniaca para rescatar a sus seres amados, Mi tío Simon no hubiera perdido sus recuerdos a manos de ese demonio, entonces, él no hubiera tenido que ir a La Academia, por lo tanto, mis padres tampoco, y entonces nunca me hubieran encontrado, ni tampoco sería su hijo ahora.

Nathan coloco toda su atención en Max y recordó el discurso de su padre Magia de niños brujos perdidos en la oscuridad. Se imaginó a Max perdido en la oscuridad, un pensamiento horrible y aterrador.

Guerra FríaWhere stories live. Discover now