No Les Tengo Miedo - Fan Fic creepypasta

Dos para llevar

Lean el mensaje final por favor :3

Los chicos se fueron, dejándome con Mike y Lean. Decidimos ver unas cuantas películas para pasar el rato.

Había sido un día exitoso.

Mi telefono comenzó a sonar en señal de llamada. Papá llamando.

— Diga.

— ¿Cómo va todo, hija?

— De maravilla. Estoy viendo películas con Lean y Mike. Regresaré antes del medio día.

— Genial. Tus abuelos salieron a comprar unas cosas y yo tengo que ir al trabajo. Mañana en la mañana estarás solo con tu abuela.

— ¿Y el abuelo y tú?

— Yo tengo que trabajar y tu abuelo quiere ir al oculista.

— Pobre. Bueno, tengo que dejarte.

— Nos vemos mañana entonces.

— Hasta mañana.

Al colgar, noté que el par de rubios llamados mejores amigos se estaban besando y riendo. Entorné los ojos y luego se me ocurrió un estupendo plan.

Sin hacer nada de ruido, caminé lentamente hacia la cocina.

"Pero qué feo lo que estás haciendo" pensé.

Al llegar a mi destino, sonreí y evité soltar una carcajada. Me puse a bailar y luego me apreté las mejillas para calmarme.

— Tururururú turururú ¡azúcar!

Abrí el compartimiento de los vasos y saqué uno, aunque casi se quiebra otro. Casi suelto un grito, pero no quería arruinar mi malévolo plan.

Abrí el grifo de agua y llené el vaso, mordiéndome los labios para no reírme como una verdadera maniática.

Ya veía que entraba Jeff a la cocina y me decía «Yo soy el maniático. Búscate otro término, niña ¡Y que no tenga que ver con locura!».

Ése tipo sí que necesitaba una buena terapia.

Y una dosis de calmantes.

Con una camisa de fuerza. Por si las moscas.

Terminé de llenar el vaso y tomé un poco para que no cayeran gotas en el camino. Cerré la llave de agua y comencé a caminar hacia la sala de estar.

¿Una ducha? Dos para llevar, por favor. Y que sean expresas.

¿Baño relajante a domicilio? Por supuesto. Llame ya.

¿Agua fresca para su cutis? Por qué no.

Llegué a la sala de estar. La luz seguía apagada, por lo que sólo los veía por la luz que irradiaba la televisión.

Y me quedé quieta.

— Lean ¿Te gustaría casarte conmigo?

Aguanté la respiración, sonriendo, sintiendo que en cualquier momento iba a gritar.

Lean sonreía mientras las lágrimas le caían por las mejillas. Mike estaba igual, pero sin tanta exageración. Y estaba de rodillas alzando un anillo hacía su novio, que estaba sentado en el sofá.