Tenemos que Hablar

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- No. De ninguna manera lo haré, y lo sabes - respondí.

- Hija...

- No sé cuántas veces te he repetido que no quiero ver a esa mujer ¡jamás! De verdad que no tienes ni un solo gramo de consideración conmigo.

- Pero...

- ¡Y ni razones me faltan! Además mis abuelos son testigos de todo lo que viví con ella.

- Es que yo...

- Ver a mi mamá ¡Já! ¿Y qué sigue, hacer una pijamada con Lily?

- _______...

- ¡Me niego rotundamente a ello!

- ¡Es que el juez determinó que ya estás relativamente mayor para decidir si quieres verla o no!

Me quedé en silencio, con el aire de mi siguiente objeción en la boca.

- Eso es algo que yo ignoraba. Te juro que yo no tenía idea de eso, hija.

- Papá...

- No tendrás que verla, hija. Además, antes de que el juez dijera eso, presenté los testimonios que tú dices que ocurrieron cuando eras pequeña. Incluso tu abuelo fue conmigo a testificar - dijo. Tragué saliva y sonreí - No tendrás que verla - repitió, como si quisiera que yo me convenciera de ello.

- Eres el mejor - dije, al borde de las lágrimas.

- Lo siento por hacerte pasar por tal mal gusto - sonrió y se acercó a mí para abrazarme.

- Esto es tan tierno... merece una fotografía. Pero yo también quiero formar parte de esto - oí decir a Lean y luego sentí sus brazos abrazándonos.

(...)

Decidimos hacer un almuerzo especial dada la buena nueva que papá nos había dado. Mi abuela preparó puré de patatas con zapallo, pollo frito con salsa de champiñones y ensaladas surtidas. El abuelo preparó batidos de frutas exquisitos y papá compró un pie de frambuesa.

Y aunque mi abuela se haya esmerado en obligar a Lean a traer a Mike, nada dio resultados. Sólo se convenció cuando llamamos por teléfono a Mike, lo pusimos en altavoz y le preguntamos si quería ir a comer con nosotros. Naturalmente dijo que no porque estaba muy ocupado. Mi abuela tuvo que resignarse a ello.

- Señora Parker - dijo Lean mientras comía - esto es realmente delicioso.

- Me agrada que te guste, Lean. Y puedes decirme Miriam - dijo mi abuela y le guiñó un ojo.

- Creo que ya superó a Mike - sonreí - Y se enamoró de ti.

- Qué suerte que no me gusten las mujeres mayores - dijo, riendo - No. Qué suerte que no me gusten las mujeres - aclaró.

Me llegó un mensaje de texto de un número desconocido. Antes de hacer cualquier cosa, comencé a debatirme mentalmente de quien podría tratarse. Pensé en Megan, pues era la única posibilidad que me causaba tanto pavor.

Pero no era ella:

Número desconocido.

________, tenemos que hablar seriamente.
Soy Taylor.

Tragué saliva, pero luego suspiré. Consideraba improbable el que Taylor también se haya vuelto loco y haya decidido que quería matarme.

Recordé cuando intenté marcar su número, pero no hubo respuesta. Incluso decía que aquel número no existía. Luego recordé cuánto quería comunicarme con los chicos y cuánto intenté hacerlo: sin resultados. Pensé que, a esas alturas, ya no sentía muchos ánimos de volver a saber algo de ellos.

No Les Tengo Miedo - Fan Fic creepypasta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora