XX Somos tú y yo

12.7K 320 19
                                    

A la siguiente mañana, al despertar, lo primero que vi fue hermoso, algo, o mejor dicho, alguien quien me dejó sin palabras, aunque siempre suele hacerlo. Zara. Ella dormía tan tranquila y yo no iba a perderme esa fantástica vista, así que deje que siguiera en el mundo de los sueños. En ciertos momentos recordaba la noche anterior a aquel día, no solo la parte "hot", también cuando jugamos y reímos. El tiempo con ella me agradaba cada vez más, cada instante a su lado se convertían en únicos e inigualables. Ella estaba convirtiéndose en alguien importante para mí. Hoy lo sigue siendo. Ese día, cuando aún la veía dormir,  deseé que lo nuestro durara mucho, demasiado y si se podía, que hubiera  un "para siempre".


- Buenos días Cristal –Pronunció con su suave voz y entreabriendo los ojos con pesadez.
- Buenos días –Contesté con una sonrisa,  observando cada movimiento que ella hiciese para poder recodarlo.
- ¿Qué hora es? –Preguntó mientras estiraba sus extremidades.
- Son las ocho, ¿ya tienes que irte?
- No, hoy me quedaré contigo –Dijo soñolienta y mostrándome su hermosa sonrisa.
- Me parece genial –Respondí sin poder o querer esconder mi alegría.
- ¿Podemos seguir en la cama? –Cuestionó mientras se acercaba a mí para rodearme con sus brazos.
- Sí–Nunca pude ocultar mi rostro cuando está enrojecido, y esa vez no fue la excepción

Estuvimos echadas en la cama y abrazadas sin hacer algún ruido, por un tiempo. El silencio no nos fue incomodo, no sentíamos esa necedad de rellenar aquel momento.


- ¿Sabes que cuando duermes eres hermosa? –Dije rompiendo esa tranquilidad porque ya no podía guardarme aquello. Necesitaba decírselo.
- Entonces cuando estoy despierta…No lo soy…–A mi cumplido lo volvió broma, pero no me molestó porque ella sonrió por eso y también yo.
- No, no quise decir eso…
- Lo sé, lo sé-Respondió aun con esa sonrisa pegada en su rostro. Esa sonrisa que la caracteriza, que me enamora.
- Zara, a veces malogras los momentos románticos—Expresé algo decepcionada por el cumplido que traté de hacer.
- Oh… lo siento… te lo voy a recompensar.
- ¿Cómo?-No tuve idea de a que se refería con “te lo voy a recompensar”, pero me sentí curiosa.
- ¿Tienes una guitarra?
- ¿Ah?... Sí, espérame –Sin entender, fui a buscar mi guitarra para dársela– Aquí está.
- Genial.

Ella y yo nos sentamos en la cama, estaba preparándose para tocar y yo para admirarla aún más. La emoción desbordó en mí por el hermoso detalle de su parte.
 
- La canción que te cantaré se llama “Somos tú y yo”, es de una telenovela.
- Sé que me encantará–Respondí con un enorme sonrisa, por lo nerviosa y feliz que estuve.

 
Cuando comenzó a cantar y a tocar la guitarra quedé muy sorprendida, nunca me hubiera imaginado que su voz fuera tan hermosa, tan melodiosa, que fuera tan buena cantante, o, la mejor. La veía y la escuchaba, aquello hacia que mi corazón latiera a mil, y que mi rostro tuviera una imagen cursi y tonta, de enamorada. Su voz me enamoró desde el principio pero en ese momento, me mató, me mató de amor.

Aún recuerdo como comenzaba la canción, recuerdo su voz y que esa parte fue la que me encantó…

“Sé que te vi, solo una vez.. 
Y con tu magia pude comprender. 
Que junto a ti... siempre estaré.. 
Y aunque me esquives sé que 
te encontraré. “

Al terminar de cantar, para mí-lo digo muy orgullosa- dejó la guitarra a un lado y sin dejarme siquiera pronunciar alguna palabra, sacó algo de uno de los bolsillos de la casaca que colgaba en una silla cerca a la cama.

- Esto iba a dártelo ayer, cuando te pedí que seas mi novia…-Dijo mostrándome una pequeña caja en su mano izquierda.
- Y ¿por qué no lo hiciste? 
- Porque los planes fueron cambiados –Me respondió sonriendo
- ¡Oh! Lo siento…–Manifesté apenada porque… yo había cambiado los planes.
- Dame tu mano.

Extendí una de mis manos y la puse sobre la suya, ella abrió la pequeña caja y pude ver que dentro de ella se encontraban dos hermosos anillos. Acarició mi mano mientras sonreía, fue un espectáculo muy bello, luego de algunos segundos la puso suavemente sobre la cama para poder sacar los anillos. Ella estuvo nerviosa y emocionada, al igual que yo lo estuve. Quizá yo no fui su primer amor, pensé en aquel momento, pero  ella es el mío, ella es mi primer amor y espero sea el último.

Colocó los dos anillos sobre la cama, al lado de mi mano que aún seguía allí, esperándola, después la levantó y me puso uno de los anillos. Antes de que ella pudiera coger el otro anillo, lo agarré yo(torpemente) y se lo puse con delicadeza.

- Ahora es oficial, tú ya eres mi novia.


Al oír sus palabras un “noseque” recorrió todo mi cuerpo y una sonrisa apareció dibujada en mi rostro y en el suyo. No supe qué hacer, estuve mirando como hipnotizada los anillos que se hallaban en  nuestras manos  entrelazadas, quise  abrazarla, sin pensarlo me lancé a ella y la abracé, lo malo de aquel acto fue que ambas caímos al suelo, pero reímos por aquello.


- Gracias –Le dije sentada en el piso, riendo con ella.
- Gracias a ti, tú devolviste el brillo a mi vida.
- Y tú le diste sentido a la mía.

 
En ese momento comprendí que ambas nos complementábamos, éramos diferentes pero nos llenábamos, quizá no nos amábamos como esos “amores verdaderos” pero nos queríamos y eso era el comienzo de todo. Ella apareció justo en el momento exacto, en el momento que debió ser, por eso supe lo valiosa y especial que era, y llegó a ser muy valiosa en mi vida.

- ¿Vamos a desayunar? –le pregunté a Zara levantándome del piso.
- Vamos Cris –me respondió sonriendo y haciendo lo mismo que yo.


Ambas bajamos hacia el comedor para desayunar, las dos teníamos una enorme sonrisa que podría notarse a muchos kilómetros de distancia, bueno, probablemente exagero un poco pero si estábamos felices, muy pero muy felices…  ¿quién no? ¿Verdad?


A pesar de que nuestra relación recién empezaba y que aún no confiaba en ella al 100 %, tenía muchas esperanzas en que ambas progresaríamos juntas, era la primera persona en quien tomaba completa atención, no pensaba malograr esa relación por nada. Estuve decidida en  dejar de lado alguna opinión de terceras personas sobre mi relación, después de todo solo importábamos Zara y yo.

Enamorada de una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora