XVI YO TAMBIÉN TE QUIERO

12.7K 330 14
                                    

- Y…¿cuándo me darás mi sorpresa? –pregunté en el recorrido hacia mi casa.
- Hum…-miró hacia el cielo y luego giró para sonreírme- ahora no.
- Pero…¿cuándo? –insistí con la pregunta.
- Es sorpresa Cristal. Ten paciencia.  –respondió con una sonrisa seductora.


Sam era mi primera amiga lesbiana, y que me obsequiara algo era un detalle hermoso. En ese momento debo admitir, fui ciega a lo que  estaba por comenzar.


- Fue una agradable salida –dije parada en la puerta de mi casa.
- Si y la película muy graciosa.
- ¡Y cuando el señor gritó! –recordé el momento y empezamos a reír sola.
- Si  y su novia volteó avergonzada – y ella me acompaño riendo.
- Si, fue muy gracioso.
- Bueno pequeña, ve a descansar –Terminó de reír para luego solo sonreír.
- Tu también. Ve con cuidado.
- Sí. Buenas noches.
- Buenas noches Sam.

Vi cómo se alejaba de mí. Esa tarde la había pasado demasiado bien, me agradaba tanto que deseaba pasar más tiempo con ella, conocerla más, pero Zara me estuvo esperando así que despedirnos fue lo más adecuado.

Entré a mi casa, y al instante Kyra se encontraba corriendo hacia mí, la cargué y le acaricié, luego nos dirigimos a mi habitación. Al llegar la puse sobre mi cama ya que era algo tarde y tenía que ver a Zara. Abrí mi armario para ver que ponerme, en ese momento pareció que tenía miles y miles de blusas, pantalones y vestidos, pero en realidad no es así, no tengo “miles” y bueno… mejor sigo. Entre la búsqueda de algo lindo para ponerme y que a Zara le agradara, encontré un vestido, solo lo había usado una vez y fue para una fiesta. Era un vestido que podría describirse como “sexy”. Era un vestido corto, negro, ceñido, que se acomodaba perfectamente a mi cuerpo y se sujetaba en el cuello.  No pensé en un principio ponerme algo así; sexy, pero luego me dije “¿Por qué no?”, pensé que quizá a Zara le gustaría, así que…

Media hora después, escuche el timbre de la casa sonar, estaba muy segura de que era Zara, siempre puntual, incluso hubieron veces en las que llegaba antes de la hora pactada. No había terminado de alistarme, acababa de salir de la ducha, no me había puesto el vestido, por el maquillaje no me preocupaba, nunca usaba mucho así que sería algo rápido. Posteriormente, cuando ya estuve lista para abrirle a Zara-debo dejar en claro que me alisté muy rápido para no hacerla esperar, mucho- salí de mi habitación, mientras bajaba las escaleras me invadió un tremendo nerviosismo, fue la primera vez que usaba un vestido así para alguien, para Zara.


- Hola – le dije después de respirar muy hondo y de tratar de mantenerle la mirada a pesar de los nervios que me invadieron.  
- Hola – me dijo con la boca entreabierta, observándome detalladamente. Su mirada recorría todo mi cuerpo, sus mejillas tomaron un color rosa. Supe que le gustó.


- ¿Pasas? –pregunté titubeando.
- Sí… te ves… hermosa, Cristal –pasó su mano por su cabeza. Ya saben, su señal de nerviosismo.
- Gracias – le respondí con una tímida sonrisa- y…¿de que querías hablar conmigo?
- ¿Necesito decirte algo para poder verte? – me preguntó con la mirada fija y penetrante.
- Pues no, pero…  
- Solo quería verte –dio un paso hacia mí para acariciarme el rostro.

- Y…¿Liz? – aparté su mano de mi rostro.
- ¿Liz?  
- Ella quería hablar contigo…¿no?  
- Ah… sí, hablamos.

Yo esperaba a que me dijera más que eso. Así que tuve que ser yo la que preguntara.


- Y…¿volvieron?  
- No volvería con ella – contestó firmemente, dando otro paso, acercándose más a mí. Nuestros rostros estaban alejados tan solo por unos centímetros.
- ¿Por… por qué? –tartamudeé formulando la pregunta, mi respiración se aceleraba.
- Porque en mi cabeza esta otra persona, una hermosa persona ¿quieres saber quién es? –su voz fue dulce como la miel.
- Sí… -sentí que no podía más. Quería abrazarla y no dejarla ir nunca.
- Es la persona que ahora está delante de mí.

 
Yo no podía decir nada, estaba en un especie de shock. Callada, pero con una sonrisa.


- Cristal… quizá pienses que es muy anticipado pero… Te quiero.

Esas palabras, eran lo que tanto esperaba, al fin me lo había dicho y yo solo seguía ahí, parada, sin decir nada.


- No lo pienso así, de hecho… también TE QUIERO –estuve nerviosa al decirlo, pero no se imaginan cuan feliz.


La palabra querer o el decir “TE QUIERO” en algún momento me sonó a posesión, como  decir “tú eres solo para mí”, y pensaba que era algo absurdo porque nunca lo hube sentido, no supe su real significado. En ese momento lo supe, lo entendí, yo la quería para mí, quería darle cariño, amor, quería verla feliz.

En ese instante pensé que no quería esconder mis sentimientos, no quería esconderme, si esa persona era yo, si esos eran mis sentimientos pues tenía que decirle,  que demostrárselo, expresarle lo que sentía por ella.

 - ¿Cristal no estas bromeando? –preguntó cogiéndome de los hombros y mirándome a los ojos con una enorme sonrisa angelical.
- Pues no –respondí también con una sonrisa. Muy alegre.

Nos miramos por un segundo más y luego nos abrazamos, como si fuera la última vez que nos veríamos. Ella estaba feliz, podía sentirlo, y claro, también lo estaba yo. Estuvimos desbordando felicidad. Nos alejamos por un instante para vernos a los ojos y reflejar nuestros sentimientos, porque dicen que los ojos lo dicen todo. Como si nos leyéramos la mente, ambas nos acercamos nuevamente y unimos nuestros labios. Ese beso fue… el mejor de mi vida, un beso después de un “te quiero”, después de SU "te quiero”, lleno de dulzura, ternura, lleno de emociones, en especial, de amor. Sentir ese calor invadir poco a poco mi ser. Fue un beso único e incomparable.

Nos separamos tan solo unos centímetros después del beso que en su momento pareció no tener fin.

Comenzó a hacer mucho frio así que entramos a la casa, fuimos hacia mi sala y prendí la Tv solo para que hiciera ruido. Obvio. Mi casa estuvo sola, nos encontramos las dos únicamente.

 Volvimos a los besos, a sentir su mano recorriendo mi espalda y deteniéndose cada vez que bajaba a la parte baja. No sé cómo, quizá fue por sus labios en los míos, el momento y todo eso, que al abrir los ojos en un parpadeo me di cuenta que estaba echada en el sofá, teniendo a Zara encima mío. Felizmente mi sofá fue lo suficientemente grande. En fin… Sus labios ya no solo estaban posados en los míos, sino quisieron descubrir más sitios, bajaban por mi cuello, dándole su “momento especial”. Sentir sus hermosos y dulces labios en mi cuello fue tan delicioso, miles de emociones me invadían, tuve el deseo de obtener más. Su mano ya no recorría solo mi espalda, bajaba por mi cadera y mi pierna acariciándolas. Hubieron momentos en que cuando estaban acariciando mi cadera se acercaban a mi pecho, pero se detenían, sus manos se detenían al tratar de tocarlos y solo arrugaban el vestido que traía puesto, supuse de impotencia. Yo tenía mis manos en su espalda, pegándola a mi cuanto  podía, arrugando de placer el polo que llevaba. Tal vez, solo fueron besos, pero fueron ardientes acompañado de manos juguetones queriendo descubrir todo  a su paso.

 Fue un momento pequeño de placer y excitación, digo pequeño porque de la nada Zara se detuvo, nada de besos, nada de manos juguetonas. Se apartó de mí, sentándose casi en el borde del sofá, agachó su cabeza como si estuviera pensando. Creí haber hecho algo mal, aunque no sabía qué, por lo cual me senté a su lado, puse mi cabeza en su hombro y luego cogí su mano esperando a que dijera algo.

Enamorada de una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora