segunda oportunidad // MLB

08: looking at me

Marinette

Estaba caminando hacia la escuela. Me quedaba demasiado cerca y de milagro llegué temprano.

– Marinette Dupain Cheng. Vaya, vaya, que descaro pasar por mi lado y no saludarme siquiera. – dudé en si detenerme o seguir; decidí tirar también de la cuerda.

– ¿Descaro? No me hagas reír, Chloé.

– Debería ser yo la que se ría. Después de todo, tengo a una cualquiera frente a mi. Una chica que no hace más que coquetearle a Adrien. Dime, ¿pretendes vivir de eso?

– Para tu información, yo tengo talento propio. Puedo salir adelante con o sin él. En cambio tú, caíste tan bajo que tuviste que copiar mi diseño.

– Sí, claro. Marinette, vuelve a la realidad. Sólo eres una marioneta. ¡Eres una cualquiera, te metiste con Adrien mientras él era mío!

– Ah, ¿sí? Perdóname, no vi por ningún lado tu nombre y tu derecho a propiedad. Todos sabemos que estás tan necesitada de amor que reclamas a quien sea como tuyo sin considerar lo humillada que puedes terminar. Es que no te alcanzan las neuronas para pensarlo.

– ¿Yo? ¿Necesitada? ¿Humillada? Por favor. Adrien te tiene lástima, por eso él está contigo. Lo dudo, en realidad. Alya también, sólo te tienen compasión. Pero, ¿quién no la tendría? Sólo eres la marioneta de todos... – por primera vez, sus palabras me dolían. Volteé a ver la entrada, ahí estaba Alya. Mi vista estaba nublada, no veía bien. De todos modos, no quería verla. No ahora. Miré por última vez a Chloe y suspiré.

– Tienes razón. Pero... ¿Sabes algo? Yo no soy un estorbo para la felicidad de otros. Tú solo eres una sobra del mundo. Nadie te necesita, no eres nada. Sin tu padre, no existes. Entiendelo y si escuchas, puedes comprobarlo. –comencé a caminar tranquilamente, sintiéndome como una mezcla de cosas que no me representaban en absoluto. Sabía que mi rostro detonaba orgullo, altanería, maldad. No era la Marinette que todos conocían y quizás por eso todos me miraban.

– ¡Marinette! –puso sus manos en mis hombros. – ¿Qué te dijo ella?

– Vamos al salón. – luchaba conmigo misma por volver a ser yo, por controlar mis emociones, la rabia y la decepción que sentía. Las horas pasaban, pero nada cambiaba. Toda yo seguía en ese mismo estado de akuma fantasma. Pensé en un buen nombre para mi extraña situación. Me sentía y posiblemente parecía como una villana, pero no había ningún akuma en mi. Adrien me miraba cada 5 minutos y solo lograba irritarme. – ¿Profesora? ¿Puedo ir al baño? – ella asintió y me levanté. Le hice un gesto a Adrien para que me siguiera. Ya afuera, me detuve en uno de los pasillos. –
¿Es que tengo algo en la cara?

– Exacto. Lo demuestras con cada poro, Marinette. Sé que algo pasó antes de que yo llegara y podría apostar a que es Chloé quien te ha puesto así.