00: prólogo

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Era otro día en el instituto François Dupont; habían alumnos conversando en los pasillos y salas de clases, excepto Lila Rossi

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Era otro día en el instituto François Dupont; habían alumnos conversando en los pasillos y salas de clases, excepto Lila Rossi. Ella estaba sola, alejada de toda conversación, rechazada en el mundo social, sólo por los comentarios lejanos a sus oídos: Ella era una mentirosa.

Toda su vida se había venido abajo por un error tiempo atrás.

– Un error lo comete cualquiera.

– Yo no podía darme ese lujo, Marinette.

– Eres un ser humano, todos cometemos errores. Nadie es perfecto y tú lo sabes.

– Así es.

– Mira, el pasado es pasado ¿está bien? No te quedes en esta banca todo el tiempo. Ve y demuéstrales que están equivocados con el concepto que tienen de ti.

– ¿Tú crees que debo hacer eso?

– Lo sé, y sé que puedes hacerlo. Si necesitas apoyo, Alya y yo estaremos para ti.

– Nunca tuve una amiga de verdad.

– Para todo hay una primera vez ¿no?

– Sí. Gracias, Marinette.

– No fue nada. Lo que necesites, háblanos.

– Lo haré.

– ¿Vamos juntas a clase?

– Está bien, pero ¿no pensarán mal de ti?

– Tranquila, puedo manejarlo.

Desde ese momento, todo había cambiado en un giro de 180°. La nueva misión de Lila era encajar entre sus compañeros a lado de Marinette y Alya. Defenderlas si era necesario. Eran sus amigas, sus salvadoras y su refugio ante las tormentas. Ella sería el escudo que ambas merecían.

– Me pregunto quién será ella bajo la máscara.

– Yo digo que busques a otra persona.

– ¿Por qué debería hacer algo como eso?

– Rubio, no la conoces. Tú conoces a la chica con máscara y traje rojo, no a la muchacha de verdad. Tú no sabes si ella es como tu piensas. ¡No sabes nada de ella!

– Luchamos codo a codo todos los días, sé muchas cosas de ella, pero... No son tan importantes. Tienes razón, Plagg.

– Claro que la tengo. Chico, insisto. Yo sé que la chica de coletas está enamorada de ti. Y no es por tu dinero. Mucho menos por tu fama. – a la mente del Agreste llegó la imagen de Marinette, sonriendo con un rubor en sus mejillas para él.

– ¿A qué quieres llegar, Plagg?

– Dale una oportunidad, ella si se la merece. Lamento decirte esto, pero... Ladybug no es la indicada. Marinette, ella si es real. Conócela a fondo, estoy seguro de que ella sí es para ti. Podrías llevarte una sorpresa, al fin de cuentas.

– Creo que te haré caso. Quizás lo que siento por Ladybug es... Sólo admiración.

 Sólo admiración

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