Parte 42 Dudas

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V- Tienes que estar despierto para cuando venga Ana y...esa bruja. Así que vamos a desayunar, así te despejarás.

Suspiré y asentí dejándome hacer. Me estaba quedando dormido cuando la vos de Ana inundó la casa.

A- ¡¡¡¡¡¡YA LLEGUÉEEEEEEEE!!!!!!

Suspiré de nuevo a la par que Vegetta. Este sería un día largo.

V- Toma, tu ropa aún se está lavando.

Me pasó una de sus camisas junto con unos boxers, unos pantalones negros y unos calcetines.

W- Quiero volver a dormir...

V- No puedes chiqui, tenemos que hablar con la bruja para ver que podemos hacer con tu familia.

W- Ummh, ¿No tendré que vender mi alma ni nada parecido verdad?

V- ¿Tú eres tonto?...Bueno, al menos no creo.

Dijo con una sonrisa.

W- ¡Oye! Eres mala persona, se supone que eres mi novio, se supone que me tienes que tranquilizar. 

Dije mientras me ponía los pantalones. 

V- Sí, tu novio. Y dentro de poco tu marido.

Me giro y le miro sorprendido.

W-...¿Me estás pidiendo que me case contigo?

V- No, aún no. Te pediré que te cases conmigo cuando seamos estables.

W-...

Rápidamente me puse la camiseta e intenté tragarme la gran sonrisa que tenía tatuada en la cara.

V- Qué, ¿estás feliz?

W- Qué dices pringao, hasta donde yo sé ambas partes tienen que estar de acuerdo ¿verdad?

Dije ya sin retener mi sonrisa.

V- Sí, ¿a qué viene esa pregunta?

Dijo poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza justo cuando iba a salir por la puerta.

V- ¿No te quieres casar conmigo?

W- Ya veremos.

Deslicé un dedo por su abdomen a la vez que me acercaba a su cuello.

W- Si continúas así en la cama no lo tendré que pensar mucho.

Besé su cuello y le di un ligero apretón a su miembro por encima del pantalón.

V-...Esta noche chaval...espero que aguantes.

Abrió la puerta y me empujó suavemente. Nos dirigimos al salón con él pegado a mi espalda. Allí nos saludó Ana alegremente. Tenía una gran sonrisa en su rostro, creo que era la primera vez que la veía tan feliz. Sentada en el sofá había una chica preciosa. Parecía una modelo. Tenía el pelo largo hasta la cintura y tan blanco como la nieve que contrastaba con su piel morena. Sus ojos eran verdes e iba vestida sólo de negro y gris.

W- Ahm....hola.

Dije con una sonrisa. Ella se levantó y era casi de mi altura. Extendió su mano a la vez que se presentaba con una sonrisa.

S- Hola, mi nombre es Sibila, me puedes llamar Sibi, tengo un nombre bastante raro. Tu debes ser Guillermo ¿verdad?

W- Si, encantado.

S- Igualmente. Hola...Samuel.

Me intenté apartar para que se saludasen, pero las manos de Vegetta me sostenían firmemente por detrás.

Soy...¿su compañero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora