Capítulo 9: Una huida estratégica.

353 34 31
                                    

Presente.

Sebastián había quedado encantado con las chicas, sin duda, todas ellas eran unas perfectas señoritas, agraciadas y muy cultas, justo lo que necesitaba tener una esposa para que fuera su compañera.

El amor era algo que vendría con el tiempo, él no era de los creyentes en el amor a primera vista y demás tonterías que la gente sin labores inventaba para satisfacer su mera existencia.

Todo marchaba como iba según lo planeado hasta que la reunión con Miss Margaret tuvo que ser acortada por una reunión de emergencia en uno de los hoteles y era requerida con urgencia su presencia.

Cuando ya estaba por partir ninguno de todos los presentes se imaginó, lo que ocurriría a continuación.

Los alaridos de excitación, alegría y miedo infantil usurpó el ambiente de paz que los rodeaba. Todos los presentes voltearon a ver de donde provenían tales gritos.

Sebastián suspiró sorprendido al ver a una joven muchacha corriendo como si fuera perseguida por el mismísimo diablo, y tal diablo al parecer era un adolescente con cara de perversa diversión mientras la perseguía con una pistola de agua.

—Jesús bendito. –susurro su asistente y mejor amigo, Oliver.

Ambos estaban tan cubiertos de lobo, que escasos eran los trozos de piel que se alcanzaban a vislumbrar.

Emily decidió mirar a su espalda para ver qué tan cerca de ella se encontraba Pedro.

Los jadeos siguientes fueron colectivos cuando fue inevitable el impacto entre Emily y Sebastián.

El silencio reinó desde el momento en que Emily revolcó al pobre hombre. El tiempo se detuvo en ese instante, Emily miraba horrorizada como el músculo de la mandíbula del hombre empezaba a palpitar.

Poniendo su mejor cara de ángel dijo lo primero que le vino a la mente.

—Upsi.

Dicho esto salió corriendo como alma que lleva el diablo, dejando a todos mudos.

Emily no pensó, solo actuó y eso la llevo a correr como si su vida dependiera de ello, no pensó en las consecuencias eso le acarrearían más tarde.

Marta miró con horror como Emily desaparecía por el jardín.

Por otra parte, el primero en actuar fue Oliver que al ver a su amigo tirado en el suelo lo ayudó a levantarse.

—Un poco de barro no te matara.

Sebastián en medio de su cólera ignoró la ayuda de su amigo y asistente.

—Esa mujer era una salvaje. Debería estar en una jaula –expreso el aludido.

Margaret entendía su enojo siendo totalmente comprensible, pero los insultos que despotricaba, no eran las formas de referirse a una de sus niñas.

—Le pido disculpas, señor Reynolds. Sin embargo, no creo que su lenguaje sea el más adecuado para referirse a una dama.

—Esa mujer de allí. –Extendió su brazo para señalar el camino por el que huyó Emily. —No es una dama, puede ser cualquier cosa, menos eso, no obstante, le pido disculpas por mi vocabulario.

Inclina la cabeza para hacerle en una breve reverencia en forma de adiós.

—Estaremos en contacto Miss Margaret. Y le aconsejo que instruya mejor a su hija –dijo molesto y sintiéndose incomodo por la indecente que estaba.

—Señor Reynolds, entiendo su inquietud. Para salvaguardar su elección, le haré llegar al señor Oliver los expedientes de mis hijas.

—Me parece perfecto.

Miro con cara de repulsión el desastre que era su camisa de algodón "Prada". Una de sus favoritas.

—No olvide que será un mes de prueba o para ser más exactos, un mes como prometidos, si en eses periodo de tiempo mi hija decide que usted no es el indicado para ser su esposo, el compromiso se anulará y será vetado para asumir en un futuro un compromiso por alguna de mis otras hijas.

—Soy consciente, Miss Margaret.

—Por último. –Se acercó hasta él y tomó las solapas de su chaqueta, para arreglarlo, ignorando que en el proceso se ensució las manos y le susurró al oído. —Si después del mes de prueba llega a ocurrir un matrimonio sin precedentes, me llego a enterar de que lastimó a mi hija. Lo buscaré, lo castraré y deseará no haberme conocido. ¿Soy clara, señor Reynolds?

Estuvo a punto de ocultar sus testículos con sus manos, pero se contuvo.

—Eso no será necesario. Pero lo tendré en cuenta –Se alejó de la mujer tanto como pudo sin parecer miedoso.

—Que tengan un excelente viaje –Miss Margaret se despidió con una dulce sonrisa levantando la mano.

Sebastián subió junto a Oliver a la limusina.

—Está ha sido la reunión más divertida a la que he asistido contigo hombre.

—Si claro. Y estoy siendo sarcástico, por si no fue obvio. –suspiró dejándose caer contra los asientos mientras el carro arrancaba.

—¿Qué pasa? –pregunto Oliver al ver la cara de su mejor amigo tan abatida.

—¿Crees que es lo más seguro que elija a una de esas mujeres? –expresó Sebastián una de las preocupaciones que invadía su mente.

—Totalmente, cualquier hombre no lo dudaría si fuera tú.

—Bien. Ahora solo debo elegir a una antes de la fecha acordada para la cena con mi madre –Con solo mencionarla ya se imaginaba el día tan esperado por su complicada madre y tal vez así le dé un poco de tranquilidad,

—Genial, con tal y no elijas a la salvaje, no estaremos en problemas –dijo Oliver divertido.

—Nunca tendría a esa salvaje como a mi esposa.

La risa de Oliver lleno el auto.

Mientras en la mansión Emily pasó corriendo delante de sus hermanas que la miraban desde divertidas, asustadas, horripiladas y demás.

Ella no paro en su huida hasta encerrarse en su habitación y esconderse en el guardarropa.

Solo de imaginarse la cara de su madre y el castigo que le esperaba, la hacía querer que en su guardarropa estuviera "Narnia".

Miss Margaret entró a la mansión a paso apresurado buscando a Emily.

—¡¡EMILY!! –grito a viva voz.

Subió las escaleras casi trotando en sus tacones, entrando a la habitación de Emily.

Emily escuchó el momento exacto en que entró en su cuarto, la oyó andar por la habitación buscándola.

—Emily será mejor que salgas ahora o tu castigo será peor.

Ella se tapó la boca con las manos para que su risa no la delatara.

Miss Margaret prosiguió con sus amenazas. –Estoy pensando en una nueva dieta a base de brócoli...

Las náuseas invadieron a Emily.

—Todos los días comeremos brócoli... Durante un mes.

—¡Sal del maldito escondite! –gritaron sus hermanas desde el pasillo.

Miss Margaret oculto su sonrisa cuando escucho al resto de sus hijas. —Escuche de una nueva receta para hacer sopa de brócoli.

Emily no lo soporto más y salió del armario.

—Mamá, todo es culpa de Pedro –Puso su cara de cachorrito.

¡¡¡Nuestro Guapísimo Sebastián en multimedia!!!

Próximamente: Capítulo 10: La Elección.

Fabrica de esposas perfectas #1. [Serie Esposas Perfectas]Where stories live. Discover now