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La noche ya se cierne sobre la isla cuando los miembros deciden empezar a hacer la cena. El día había estado lleno de emociones para todos. Sus corazones habían sentido tantas subidas y bajadas que la típica comparación de la montaña rusa se veía ínfima a sus pies. Para algunos había sido un día bueno, para otros no tanto, y para cierto par, el mejor de sus vidas. Pero lo que ahora mismo reina sobre el cielo que los corazones de los trece chicos representan, es la paz. Aunque en ese cielo- que ahora mismo se encuentra en calma cual laguna de montaña en una tarde veraniega al son del canto de las cigarras- empiezan a atisbarse pequeñas nubes de tristeza.

Nunca es bueno sentirse triste, mucho menos estando solo. Que la soledad te consuma y acabe adueñándose de ti no es ningún sentimiento bonito, y ni hablar de si las lágrimas lo aderezan. Se siente como caer a un pozo oscuro sin fondo, siendo empujado por el resto de personas sobre la faz de la Tierra, que,  te ignoran y pasan de largo sin pensar siquiera en ayudarte o darte la mano. Y así es como comienza a sentirse una persona de entre las trece.

Debido a los acontecimientos ocurridos recientemente, uno de los miembros de Seventeen ha comenzado a sentirse algo sólo. Él, además, se siente como si el futuro de los trece estuviera en sus manos. Como si él tuviera que preocuparse por todos mientras nadie se preocupa por él. Y estos sentimientos no son algo repentino. Él lleva sintiéndose así desde incluso antes del debut. Ver cómo todo el mundo hablaba, socializaba, reía y era feliz mientras uno estaba sentado en una silla, queriendo ser como los demás pero sin poder hacerlo, era algo feo, frustrante y cuanto menos deprimente.

Cuántas noches habría pasado en vela, dando vueltas en la cama o incluso deambulando por su casa en la oscuridad intentando dar con la solución a su problema. Él quería hacer algo para los demás, para por fin integrarse y no quedar como la despistada y confundida oveja rezagada que perdió el rumbo del resto del rebaño y murió a las pocas horas. Sentía que acabaría muriendo asfixiado si debía quedarse allí sentado aunque fuera un sólo minuto más, ahogándose entre las miles y miles de palabras que paseaban por su siempre inspirada cabeza. Pero aquello que hizo fue tan grande y de tanta ayuda que el asunto se le fue de las manos.

Sí, claro que sí llegó a sentirse querido, arropado y aceptado por los demás. Las amistades y el comienzo de algo más que eso se formaron, y no había ni una pizca de falsedad entre ellas, pero, como ya he dicho, se le fue de las manos. Se dejó llevar por esos sentimientos tan bonitos y acabó entregándose en cuerpo y alma a lo que hizo, hasta el día de hoy.

Tampoco es que no sea feliz haciendo lo que hace, al fin y al cabo, es su sueño. Incluso diría que ha encontrado su felicidad "plena". Y es "plena" entre comillas, porque aquello le hacía sentir bien hasta cierto punto. El problema que hay, son las cantidades. Por poner un ejemplo, es como con la comida. Está bien comer lo que más te guste de vez en cuando, pero si lo comes demasiado, al final, ese sabor que antes tanto te gustaba se convertiría en una sensación aburrida y cansada; en los casos más extremos, imposibles de masticar o incluso merecedoras de ser regurgitadas. Perdería todo su encanto, ¿No es eso cierto?  Pues a esta persona le pasaba lo mismo, pero elevado a la quincuagésima potencia. Él no quiere cansarse tan pronto, pero se siente tan agotado de su situación... No, no caerá tan pronto. Él aguantará todo lo que pueda y más , porque seguro que merece la pena luchar. Además, todavía puede encontrar a alguien que le salve, ¿Verdad? Todavía tiene esperanza en el corazón. Todavía tiene un punto de apoyo en el que descansar. Y ese punto de apoyo puede convertirse en el héroe que le saque de la cuerda floja por la que camina. Y ese alguien se preocupa por él, tanto que se ha sumido en un sinvivir por ver en ese estado a su menor.

-¡La cena ya está lista!- anuncia Seokmin, y en pocos segundos, todos los miembros del grupo están formando una fila india frente a la olla, cada uno con un bol y una cuchara en sus manos.

En la cena no ocurre nada especial. Los trece hablan con comodidad entre ellos, compartiendo chistes malos, experiencias y los sentimientos que el día de hoy les ha acarreado. Es un periodo de tiempo que se pasa relativamente rápido, y en el que las risas y las chispas de la hoguera se mezclan formando un agradable sonido que transporta a todos a sus recuerdos con sus familias.

Para cuando uno quiere darse cuenta, casi todos los miembros están durmiendo plácidamente, e incluso el equipo de producción se ha retirado a quién sabe dónde. Pero, como ya dije antes, no todo Seventeen ronca ahora mismo, pues el insomnio vence a uno de ellos, que se levanta de su lugar y sale fuera de la casa.

Hace frío, sí, pero Jihoon ha olvidado su abrigo dentro y no quiere volver por si sus pisadas despiertan a alguno de los demás. También va descalzo, pero no le importa, pues el pensaba quedarse tumbado en el porche mirando las estrellas.

El cielo es sumamente precioso esa noche. Lejos de la contaminación lumínica, las estrellas y la luna se muestran en todo su esplendor.

-A saber cuántas de estas estrellas podrían estar ya muertas- murmura Jihoon para sí mismo.

Pero aunque esas estrellas hubieran muerto hace miles de millones de años, su luz seguía iluminando la Tierra. Y Jihoon no pudo evitar pensar en su sueño. Él quería ser como todas aquellas estrellas; él quería dejar un legado para que le recordaran aún habiendo muerto, así como las estrellas dejaban el resplandor de sus explosiones.

-¿Jihoonie? ¿Qué estás haciendo aquí fuera?

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Hola :> este capítulo lo subo hoy, sábado, porque mañana no tendré tiempo xd

Y el cap de hoy es medio tristón porque estos días ando un poco de bajón, y os pido perdón por eso :'v

Bueno, ¿Quién creéis que será la persona que ha encontrado a Jihoon? Porque, sinceramente, tengo mis dudas entre dos personas 7u7 ya, me voy ya, lo 100to bbs :''''''v bais!

P.D: os quiero<3

One Fine DayWhere stories live. Discover now