Capítulo 7

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Kari se encontraba tendida sobre su cama. Aun lloraba por lo ocurrido.

Tk y ella eran novios hacía ya varios meses. Desde niña siempre tuvo más afinidad con él que con cualquier persona. En su primer aventura en el digimundo ellos eran los menores, los más débiles y vulnerables, por esa razón se volvieron más unidos. Luego fueron pasando los años y el rubio se convirtió en una persona confiable, en la cual siempre había podido refugiarse. Por eso ahora no entendía esta actitud tan egoísta de no querer escuchar sus problemas. No podía hacerle elegir entre su hermano y él, porque era obvio que iba a elegir siempre a su familia.

Golpearon la puerta de su habitación.

-¿Quién es?- Preguntó

-Kari tienes visitas.- Le respondió la voz enérgica de su madre.

-No quiero ver a nadie mamá.- Respondió mientras contenía el llanto.

Pero de repente la puerta se abrió y por ella ingresó el mismísimo Daisuke Motomiya.

-¿A mí tampoco me vas a atender?- Preguntó este con recelo.

Kari se incorporó de golpe. Desde aquella vez en la que rechazó a su amigo le había confesado su amor (aunque ella siempre lo había sabido) no habían estado solos. No sabía de que podía tratarse su visita.

Al ver que este la observaba con preocupación se limpió las lágrimas y le hizo un gesto de indiferencia.

-No vine por lo que imaginas, puedes quedarte tranquila. Sólo te he notado un poco caída esta mañana y decidí venir a ver como estabas... pero por lo visto no te encuentras nada bien.- Concluyó.

Kari se sintió un poco más aliviada. Era muy confortante sentir que alguien se preocupaba por ella... su novio no había si quiera notado su angustia, pero Davis siempre estaba atento, y se daba cuenta si le sucedía algo. La conocía desde el jardín de niños.

La muchacha se incorporó para poder hablarle mejor y le hizo una seña a su amigo para que se acercara. Él Lucía muy preocupado.

-Es mi hermano... no está nada bien. Hoy ni siquiera regresó a casa. Creo que ha discutido muy mal con Mimi y le ha producido una ira poco común en él.

Davis asintió con la cabeza al oír esto.

-Lo he notado bastante consternado últimamente. La que tampoco está nada bien es Mimi, lo único que hace es discutir con quien se cruce por su camino y si le nombras a Tai es capaz de golpearte.

-¿Qué crees que ha sucedido?- Preguntó Kari con tristeza.

-Mira, yo he estado durante un mes con ella y no ha mencionado nada sobre el tema. Lo único que me pidió fue que no le diga a nadie sobre su regreso porque quería darles a todos una sorpresa.

Kari se quedó pensativa. No podía relacionar los cambios de actitudes de ambos chicos.

-Es todo muy extraño Davis. Tenemos que averiguar más detalles.

-Hablaré con ella ni bien pueda.- Dijo el muchacho.

Kari le dedicó una leve sonrisa. Eso le gustaba de Davis, que siempre estaba dispuesto a hacer lo que sea para hacerla sentir mejor.

-Ahora dime ¿Por qué estabas llorando?- Preguntó.

Sora caminaba en dirección a la casa de los Kamiya cuando de repente vio a Tai por la vereda de enfrente.

-¡Tai! ¡Espera!- Le gritó mientras corría a su encuentro.

Su amigo se detuvo a esperarla. Lucía de un mal humor increíble.

-Tu y yo tenemos que hablar.- Ordenó la pelirroja.

El castaño enarcó una ceja desconfiado. Cuando Sora se ponía autoritaria sabía que se trataba de alguna cosa que él estaba haciendo mal.

-¿Sobre qué?- Preguntó con curiosidad.

-Sobre tu y Mimi.

El castaño pegó media vuelta y atinó a seguir caminando pero su amiga lo agarró del brazo y no lo dejó continuar.

-No me interesa tener esta conversación contigo Sora.- Dijo de mal modo intentando librarse de las garras de su amiga.

-Tu me vas a escuchar.- Y dicho esto lo llevó arrastrando hacia la plaza.

Cuando encontraron un banco para sentarse comenzó.

-¿Qué es lo que te sucede con Mimi? ¿A caso tienes celos de que pueda estar con otro chico que no seas tú?

Tai miró para otro lado. No era capaz de mantenerle la mirada a su mejor amiga en ese momento.

-¿Por qué no te atreves a escuchar lo que ella tiene para decirte?- Siguió cuestionando Sora.

-No tengo más nada que escuchar. Ella tiene un novio en los Estados Unidos y aquí sale con otros también... No hay nada más que pueda interesarme al respecto.

-Ahí está el asunto. Solo dijo esas cosas porque estaba enojada por tus conclusiones erradas. Pero no son ciertas.

-¿A que te refieres? – Preguntó Tai extrañado.

-Mimi se enfado contigo por las conclusiones que has sacado pero no es verdad lo que te dijo. No tiene ningún novio y te ha dejado de escribir por otro motivo.

-Aja ¿Y cuál es ese motivo? ¿Burlarse de mí?

-No tonto, simplemente quería darte una sorpresa al llegar a Odaiba, pero tu ansiedad ha arruinado todo.

-Vamos Sora, uno no deja de escribirle a una persona para darle una sorpresa...

-Tai, no podía contenerse... tenía que guardar el secreto y la única manera que encontró fue no hablándote... ¡Perdonala por pecar! ¡Es humana!

El moreno se quedó inmóvil. Nunca se le había cruzado por la cabeza esa posibilidad, y ahora que se detenía a pensarlo sonaba demasiado lógica. ¡Era un imbécil! ¡Había echado todo a perder! ¡Debió haber escuchado lo que Mimi tenía para decirle!

Sora abrazó a su amigo. Entendía todo lo que estaba pasando en su mente en ese momento.... Pero de repente llegó Matt, quien observó la escena con cara de pocos amigos.

El castaño se soltó de los brazos de su amiga e hizo un ademan de inocencia.

-No es lo que crees Matt... Sora te explicará. ¡Debo irme a salvar una catástrofe!

Y corrió hasta la casa de Mimi lo más rápido que pudo. Pero cuando llegó se detuvo en seco. Ya era demasiado tarde.


El hilo rojo (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora