Capítulo 12.

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TUS BESOS

Los días pasaron sin tener la respuesta que esperaba; Taylor no estaba tan activa en redes sociales, lo cual no era buena señal. Esa podría ser una forma de reencontrarnos, en especial, en una ciudad tan grande como esta.

Pensaba en contactar a Bianca pero es que han pasado tantos años, que pienso que me tachará de loco obsesivo. Nadie pasa tantos años obsesionado con un amor de su adolescencia, y menos un hombre que está por casarse con una mujer tan espectacular como Rayna.

Me he preguntado que pasaría si decidiera romper ese compromiso, si quisiera salir a buscar a Taylor para continuar con esa historia que terminó cuando apenas comenzaba... pero no puedo perderlo todo, no así.

Me da miedo.

Sé que soy un cobarde.

He sido un cobarde con Taylor desde el día en que le robé un beso. Estoy seguro que nuestra relación cambio cuando no pude controlar mis impulsos y lo hice.

Desde ahí, me acobardé. No supe como manejar la situación con ella. Me dio miedo darme cuenta que por Taylor estaba sintiendo cosas que ninguna otra niña me había hecho sentir. Lo peor, era saber que no teníamos un futuro. Yo tendría que regresar a la ciudad cuando terminara el verano, y ella se quedaría a vivir en ese pueblo aburrido. No tenía un futuro seguro al ser una huérfana, y no es que eso me importara, pero marcaba una gran línea divisoria entre los dos.

El paso de los días en casa del abuelo se me hicieron eternos al saber que tenía a Taylor tan cerca de mi. Intentaba mantenerme ocupado para no pensar tanto en ella, para no darle la cara e impedir que me preguntara porque la había besado.

Sé que ella quería una respuesta pero no tenía el valor para dársela. Era tan sencillo hacerlo. Pero me gustaba complicarme la existencia. Siempre.

Fue una tarde calurosa, donde se me ocurrió ponerme a plantar algunas flores en el jardín del abuelo, que me encontré con Taylor en la lavandería.

Mi playera estaba cubierta de sudor con tierra mojada, tanto como mis pantalones y tennis.

No había nadie en la casa, o cerca de donde estaba la lavandería, por lo que me pareció fácil quitarme la ropa, solo que Taylor estaba planchando en el cuarto del servicio y salió para encontrarme el calzones.

No supe que decir, mucho menos qué hacer. Ella tampoco.

Taylor me miró y colocó la ropa que había planchado sobre la secadora.

Me entregó una camisa mía que había planchado y me la puse.

Estaba sentida conmigo pues no dijo más, lo cual me dolió.

- ¿Taylor?

Giró su cabeza para responderme.

Quise pedirle una disculpa. Necesitaba que me mirara a los ojos pero la simple idea de que lo hiciera me mataba. Sus ojos sabían  arrancarme la ropa, la respiración, y a tan corta edad.

Hasta la fecha, Taylor es la única mujer que ha logrado ponerme nervioso.

Sus ojos giraron de nuevo hacia donde estaba.

Fue cuando la sentí colgarse de mi cuello para plantarme un beso que no esperaba.

Ya había escuchado que hay besos que pueden dejarte sin aliento, que hacen que el alma se te salga del cuerpo. Nunca lo creí hasta que Taylor me besó.

Los movimientos de sus labios eran torpes. Sabían a nervios, a impaciencia, a timidez pero se hallaron con mis labios al fundirme en su cintura.

Mis besos fueron trazando una línea en sus labios que fue diciéndole cómo es que debía besarme hasta dejarme sin aliento.

Terminó la fantasía y esa sensación de flotar cuando nos apartamos.

Me miro de nuevo sin saber qué decir.

Solo murmuré al acercarme otra vez a sus labios.

- Fui un tonto.

- Lo sé. Contestó.

- ¿Por qué me besaste? Necesito saberlo.

Fue ahí cuando volví a dudar, cuando pensé en irme porque me daba miedo esto que estaba sintiendo, pero Taylor tenía que saber que estaba despertando tantas emociones que ni siquiera sabía que existían.

- Me diste mi primer beso.

- ¿Y te gustó?

- Fue mejor el segundo.

- Eso no te lo di yo. Tú me lo robaste. No cuenta.

- Es lo mismo.

- No lo es.

- Y me gustaría darte un tercero.

Entre beso y beso pasamos el resto de la tarde. Con el paso de las horas, los besos fueron sabiendo mejor.

Éramos dos adolescente sin tanta experiencia pero sé que Taylor fue quien me enseñó a besar y por quien le tomé demasiado amor al arte de besar.

No sé si eran sus labios, si era toda ella, pero me gustaba estar a su lado, y después de ese primer beso robado, nos hicimos inseparables ese verano.

Atrás habían quedado las fiestas, las irresponsabilidades pues ella me hizo pensar en otras cosas, en posibilidades.

Yo tenía opciones, Taylor no. Valoré eso, al abuelo, a la familia. Eran todas las cosas que a ella le faltaban y a mí no, pero sentía tanta empatía.

No me arrepiento de haber huido ese verano para esconderme en el pueblo.

El abuelo se dio cuenta con el paso de los días que entre Taylor y yo había algo; No éramos novios aún pero nos besábamos, la pasábamos bien juntos, y que mejor que eso cuando estás en plena adolescencia.

- Taylor no es de esa clase de chicas. Dijo el abuelo al entrar a mi habitación.

- Lo sé. ¿A qué viene el comentario?

- Porque he visto la forma en la que se miran.

- ¿Eso qué tiene que ver?

- Que no quiero que vayas a lastimarla.

- ¿Por qué habría de hacerlo?

- Porque los veo juntos y es como volverlo a vivir.

Solo me dijo eso.

Fue suficiente para dejarme con la duda.

A qué podía estarse refiriendo el abuelo.

Dudo mucho que se haya referido a mi abuela, pues recuerdo que tuvieron una bonita historia de amor. Pero creo hay algo más que nunca me ha querido contar ya que el hombre es un hombre muy reservado con los detalles de su juventud.


INSEPARABLES - 1999-Where stories live. Discover now