teacher | tres

110K 9.4K 5.2K
                                    

¿Algo que sólo yo pudiera darle? Algo, alguna cosa que únicamente yo tuviera, o que solamente yo podría conseguir. Nada venía a mi mente, porque según yo no existía nada que poseyera y que los demás no. Si ellos lo tienen todo y más, ¿qué era ese algo que me hacía diferente? Millones de cosas costosas pasaron por mi mente, regalos de todo tipo que tal vez no le hayan dado. Objetos extravagantes que tal vez me hicieran escandalizar, o joyas, autos, nada de lo que usualmente querría JungKook.

Tras pensármelo un poco, no encontré absolutamente nada de lo que yo fuera dueña y las demás personas allá afuera no.

—No tengo ni la menor idea –bufé.

—Y es mejor así, de todos modos no iba a decírtelo.

—Oye, no puedes hacer eso –fruncí el entrecejo, acomplejada–. Si es tan importante para ti, te lo daré –hablé decidida, asombrándolo un poco–. Después de todo, creo que debe ser el único regalo que realmente quieres. Así es que no me interesa lo que sea, yo de verdad... –mi incesable parloteo firme fue interrumpido por sus derrotadas palabras, se había dejado vencer.

— Está bien, te lo diré, pero recuerda que tú has querido –advirtió y asentí impaciente–. Lo que yo quiero es... –comenzó dubitativo, oscilando entre revelar o no el dichoso regalo que quería recibir en su cumpleaños– un beso francés, dado por ti.

Un beso... ¿francés? Ya de por sí el hecho de que Jeon JungKook esté pidiéndome un beso como regalo a mí, era un exuberante motivo para perder la cordura, que no se trate de sólo un simple beso le sumaba motivos de sobra para abandonar todo mi sano juicio. Y el no saber qué mierda era un beso francés, me había dejado sin un rastro del hilo de la conversación. ¿Los franceses besaban diferente y yo no lo sabía? ¿O era un beso que se daba en Francia, acaso? Como una completa inepta, pregunté.

—¿Un beso francés?

—Sabes lo que es, ¿cierto? –realizó un gesto con la cabeza, como sospechando que no tenía ni la más remota idea de qué era, o cómo se daba.

¿Y ahora qué le decía? "Lo siento, no puedo dártelo porque tengo tan poco conocimiento sobre todo lo diferente a la forma tradicional de besar que no sé que hacer". Eso me sonaba como una decepción total.

—No –respondí por lo bajo, tal cual una estúpida.

JungKook sonrió de lado, como satisfecho con mi respuesta monosilábica. Me dedicó una mirada más profunda, e indagó en mi ser con una pregunta demasiado íntima, para la cual no estaba preparada.

—¿Has usado tu lengua alguna vez, en un beso?

—¿¡Mi qué!?

¿De eso se trataba el beso francés? Un beso con lengua, un beso utilizando la lengua. No me lo esperaba. Pero, ¿por qué? Si siempre que nos habíamos besado, había sido suave, tranquilo, superficial. Ninguno de los dos había dado un indicio de que podíamos llegar a más que caricias inocentes y besos tiernos. Mi ingenuo yo, no terminaba de caer en la cuenta de que estaba siendo incitada por el fuego que representaba JungKook en su habitación, en la noche de radiante luna llena.

—Te lo dije, eres una escandalosa.

—Cállate, es solo que... pensé que querías algo material, me has confundido –traté de enmascarar mi bulliciosa reacción a su pregunta, pero fue como querer tapar el sol con un dedo.

—¿Es eso? –sentí su aproximación aún más, su cara estaba realmente cerca ahora, rebanando mi respiración debido a la contigüidad–, ¿o te aterra la idea de usar tu lengua en un beso conmigo?

—No, no –me apresuré a decir. Lo que menos quería en ese momento era dejar ver una falsa acción de rechazo–. Lo que pasa es que nunca he dado un beso francés –me excusé a través de mi inexperiencia.

—Descuida, si no quieres no tienes porqué hacerlo –su voz aterciopelada hacía cosquillas en mi rostro.

—Pero yo... sí quiero –admití sumida en vergüenza, agachando la cabeza.

Pero al instante quise salir corriendo de allí. ¿Cómo podía haberle dicho que sí quería darle un beso francés cuando hace dos minutos no sabía ni siquiera qué demonios era? No era una mentira, me hubiese gustado muchísimo. Y es que el tan solo imaginar un órgano tan enardecedor como era la lengua de JungKook, reacciones de las cuales me avergonzaría muchísimo si él se enterase le sucedían a mi cuerpo.

—¿Sí quieres? –pareció más sorprendido que yo por mi respuesta, levantando mi cabeza con una mano en mi barbilla, la mano que no acariciaba mi cintura avanzaba sigilosamente por mi cadera.

—No es como si no nos hubiésemos besado antes, JungKook –traté de verlo de esa manera, como algo que no era nuevo, una experiencia ya vivida, pero actuada de otra manera.

—Pero ésta vez no sería como las otras –dijo en modo de advertencia, cerciorándose una vez más de que yo estaba de acuerdo.

—Hazlo.

—¿Hablas enserio? No te veo muy...

Si seguía hablando así nunca pasaría nada. Así fue como en un arranque de Dios vaya a saber qué, me puse de puntas de pié –porque aún así, utilizando tacones no llegaba a su estatura–, y mis ávidos labios tocaron los suyos. Una vez sabiendo que por fin lo estaba besando, cerré mis ojos y moví los míos tímidamente, entreabriéndolos y cerrándolos de forma torpe. Y aunque fuese solo yo quien estuviese aportando movimiento al beso, me sentí bien. Mi ritmo cardíaco acelerado, y las ansias con las que volví a apretar la tela de su camisa entre mis manos dejaban ver que había deseado esto por mucho tiempo.

Dejé de sentir su mano en mi cadera, pero luego sentí un calor fuerte en mis mejillas, distinto al de mi sonrojo. Ambas manos las tenía en mis mejillas, abarcándolas por completo. Pude sentir como entreabrió los labios también y se unió a mi torpe beso, perfeccionándolo. Lograba derretirme cada vez que sus dulces labios acariciaban los míos con una parsimonia gentil. Esto no era nada parecido a cualquier beso que nos hayamos dado antes, ninguna sensación nueva, lo cual no quería decir nada malo, porque cada vez que esto sucedía, aunque fuese un roce de labios, era suficiente para avivar mi corazón.

Pero poco a poco, pude sentir la orientación del asunto cuando inclinó su cabeza buscando profundidad en el superficial beso, y yo imité su acción inclinando la mía hacia el otro lado. Era impresionante como nuestras bocas encajaban de la manera más magnífica. Una de sus manos bajó a mi cuello yendo a mi nuca, brindando caricias ígneas. La habitación de JungKook estaba en silencio, apenas se oía como un murmuro casi inexistente el bullicio proveniente de abajo; eso hasta que comencé a prestar atención a un sonido vulgar que de todos modos no me disgustó en absoluto. Era la primera vez que besaba a JungKook y nuestra unión dejaba como sonido ambiental el ruido de nuestros labios chocar y enlazarse, para luego separarse y unirse nuevamente. Una de mis manos subió el recorrido de su pecho y llegó a su hombro, el cual apreté con fuerza cuando sentí al cabo de unos minutos un nuevo agente tratando de unirse al beso, mojándolo un poco más.

Él notó cómo me tensé en el momento, y me maldije por eso. Pero su forma de arreglar las cosas fue mejor que cualquiera que pude haber imaginado. Cuando pensé que iba a darle fin a nuestro beso porque se alejó un poco sin cortar la distancia, lo que hizo fue morder mi labio inferior con sus dientes, enviando un cosquilleo hacia mi feminidad, que me tomó por sorpresa. Jadeé en respuesta, y aún con la boca abierta y los ojos cerrados, experimenté una sensación que nunca había sentido. Aprovechando mi estado, su lengua hizo intromisión en mi cavidad bucal primero de forma sutil, acarició la mía y luego la retiró. Siguió besándome, de una forma más pasional, robándome el aliento. Sentí como su lengua delineó el labio que antes había mordido y volvió a introducirla en mi boca, esta vez quedándose por más tiempo.

Estaba recibiendo un beso que en nada se parecía a cualquier otro que pudimos habernos nado. Yo, posiblemente la única chica de dieciocho años en todo el país que todavía era virgen y que no sabía que era un beso francés. La única chica que aún se avergonzaba si tenía sueños eróticos, estaba besando al chico que protagonizaba la mayoría de ellos.

teacher | jeon jungkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora