-Debería haber traído su cámara -señalo. 

-Sí, es una pena que se me haya olvidado en la habitación de hotel -concuerda mientras se pasa una mano por el pelo antes de ponerse la gorra. 

Caminamos durante un rato más, nos detenemos a observar las fuentes que están dispersas por los jardines. Hay más gente que pasea por el lugar pero nadie nos mira más de dos veces. 

-¿Hace mucho que murieron sus padres? -pregunta Matthias. 

-Sí -respondo tras unos segundos de silencio-. Podría decirse que sí. 

-¿Estaba muy unida a ellos? -continúa preguntando. 

Giro la cabeza hacia otro lado y suelto un lento y tembloroso suspiro. 

-Mucho -susurro. 

Cierro los ojos mientras sigo agarrada del brazo de Matthias. Se ha ofrecido a llevar mi maleta, a pesar de mis repetidas negativas. 

-No me dijeron cómo murieron -comenta mientras se rasca la barbilla. 

-En un incendio -murmuro. 

Es la mentira que le dije a todos. A Engel, al señor Müller. Era la mejor forma de perder mis documentos de identidad y ese tipo de cosas. 

-Lo siento mucho -dice con sinceridad-. ¿No tenía a nadie después de eso? ¿Ni siquiera un prometido o algo? ¿Familia lejana?

Niego con la cabeza. Nunca ha habido nada de eso. 

-Me dijeron que la encontraron los soldados alemanes -comenta-. En el bosque. 

-Sí... no lo recuerdo muy bien -murmuro. 

-¿Le gusta el chocolate? -pregunta mientras me mira con una gran sonrisa. 

Frunzo el ceño. 

-¿Es una pregunta trampa? -pregunto confundida. 

-No, no -asegura-. Lo digo porque aquí hay una pastelería que vende unos bombones muy buenos, se lo aseguró. 

Pasamos el resto de la tarde en la pastelería, que también es una cafetería. Me pido dos bombones para mí. Uno relleno de naranja y otro de chocolate negro y relleno de chocolate blanco. A parte de eso, bebo una taza de té. 

-Las chicas normalmente se casan allí -comenta Matthias-. Pero no estoy realmente interesado en que mi boda sea así. Eso se reserva normalmente para los soldados de rango más bajo. ¿Cómo le gustaría que fuese su boda? 

-Con la persona a la que quiero -respondo con rudeza. 

Matthias suelta una risita. 

-¿Y a quién no? -pregunta con ironía-. Me refiero a si le parece bien hacerla en el edificio del gobierno. 

Me encojo de hombros. 

-Tengo la sensación de que diga lo que diga va a hacer lo que le apetezca -aseguro con desgana. 

Levanta un dedo y me señala. 

-En esto se equivoca, Colette. Pensaba que era una mujer inteligente. 

Noto que me sonrojo, pero no aparto la mirada. 

-Escucharé su opinión y la tendré en cuenta. Soy una persona muy razonable. 

Suspiro lentamente. 

-Supongo que está bien si es en ese lugar. Cualquiera me parece igual de bueno... -admito-. Aunque quiero que Margot esté presente. 

La expresión de Matthias cambia. 

-Lo siento, Colette. No van a dejar que venga a la boda. Es un bebé y no será nuestra hasta después, cuando se formalicen la adopción. Además, van a venir otras personas importantes. No creo que sea el mejor lugar para un bebé -dice con pesar. 

LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)Where stories live. Discover now