34

7.1K 742 125
                                    

La comida está deliciosa. Me fastidia un poco que Matthias haya acertado con su elección. 

-¿Dónde creció? -pregunta Matthias cuando terminamos de comer. 

Pienso un segundo en mi respuesta mientras me limpio la boca. 

-Seguro que ya sabe toda esa información -respondo sonrisa de suficiencia. 

-Lo cierto es que sí -admite-. ¿Le parezco viejo? 

Suelto una risa bajo mi mano. 

-¿Le parezco joven? -contraataco. 

Matthias entrecierra los ojos hacia mí y me estudia durante unos segundos. 

-Parece joven, pero no inocente -responde. 

-Usted parece joven e inocente -respondo yo. Por supuesto, no inocente de guerra. Sino de de experiencia personal, tal vez incluso sexual. 

-Llevo en el ejercito desde que tengo suficiente edad, no creo que parezca inocente -comenta. 

-Yo sí lo creo -aseguro-. Tiene una cara muy juvenil. 

-No estoy seguro de cómo debo tomarme eso -admite mientras mira hacia abajo-. Creo que no es lo mejor que puede decírsele a un hombre. 

Frunzo los labios. 

-Estoy segura de que supone más una ventaja que un inconveniente -lo tranquilizo-. ¿Cuándo tiene pensado casarse conmigo? 

Los ojos de Matthias se abren con sorpresa. 

-¿Está desesperada? -pregunta con una risita-. No sabía que tenía tantas ganas de casarse ya conmigo. 

-Le recuerdo que hay cierta personita que entra en juego -murmuro-. No sé cuánto tiempo van a dejar que Margot se quede allí. 

-Lo siento mucho -murmura mientras toma mi mano-. Sé que quiere a la niña pero... no sé si de verdad quiere precipitarse tanto. 

-No es por mí, ¿vale? -espeto mientras retiro la mano-. Es por ella. No quiero que las enfermeras sigan diciendo que no es mi hija. 

-Comprendo -murmura mientras asiente-. Comenzaré a preparar los papeles para la boda... De todas formas, no esperaba que esta boda fuese por amor. Supongo que no tendremos ningún problema en programarla dentro de poco. 

-¿Por qué está aquí y no con el resto de su división? -pregunto con curiosidad. 

-Más del ochenta por ciento de los hombres han muerto. Es posible que me asciendan dentro de poco y... mi división está recuperándose y reformándose en Francia. 

-¿Las demás también salen como yo cuando sus maridos están aquí? -pregunto mientras juego con mi reloj de muñeca. 

Matthias niega con la cabeza. 

-Puede que en algún momento, Colette, se de cuenta de cuán diferente es de las demás -me asegura. 

Entrecierro los ojos. 

-¿A qué se refiere? -pregunto confundida. 

El camarero trae la cuenta y Matthias paga. Si esto fuese 2016, yo habría pagado la mitad. Aquí soy pobre y dependiente. Gruño en mi interior. 

-¿Le gustan los paseos? -pregunta mientras retira mi silla para que me levante-. Podemos explorar Luxemburgo juntos. 

Llegamos hasta un amplio parque en el centro de la ciudad y comenzamos a caminar por sus jardines. Octubre continúa avanzando y con él la bajada de temperatura. No hay termómetros en las calles de esa época pero mi cuerpo detecta el frío. Las hojas de los árboles caen a nuestro alrededor y los pájaros pian bajo el sol de la tarde. 

LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora