28

6.6K 698 18
                                    

El señor Müller viene a buscarnos por la mañana. Trae un coche y un chofer. Hoy lleva su uniforme de las SS al completo. El chofer es quien se encarga de meter algunas cosas en el coche. Todos son los productos de Margot, incluso la horrible muñeca que le hice. Yo llevo mi bolso cruzado, el traje más lujoso que me han prestado y que nunca podré devolver, el chaquetón y a Margot. 

La pistola descansa en un bolsillo interior oculto que he logrado crear en el bolso. Soy una genio, lo sé. Ni loca iba a dejar atrás una pistola. 

-He conseguido sus nuevos documentos, señorita Leblanc. Tal y como me dijo, sus antepasados son cien por cien franceses -me comunica el señor Müller mientras me entrega unos documentos escritos a máquina y firmados por alguien a quien no conozco. 

-¿Hemos de añadir una fotografía? -le pregunto mientras leo los documentos. 

-Nos encargaremos de eso cuando estemos en Luxemburgo -responde. 

-Y... ¿cuándo podré conocer a...? -mi pregunta muere poco a poco. 

-Después de los exámenes médicos, señorita Leblanc -responde, tratándome como si fuera una niña pequeña. 

Son cinco duras horas de viaje hasta Luxemburgo. Serían casi tres horas si esto fuese 2016 pero... como no lo es. Pues son cinco y sin parar. De hecho, ni siquiera llegamos a la ciudad de Luxemburgo, sino a un lugar en medio del campo.

-Esto era un antiguo hospital -explica el señor Müller mientras observo el gran edificio que se presenta ante nosotros. 

El edificio es de fachadas blancas, con tejado negro y se encuentra sobre una llanura. Hay algo de bosque a los lados, pero... el lugar está cerrado. De hecho, hemos tenido que cruzar una grandes puertas de hierro antes de pasar al camino que lleva hasta el lugar. Lebensborn, recuerdo. 

Bajo del coche con Margot en mis brazos. El señor Müller nos guía por los escalones de piedra de la entrada y hasta el interior del edificio. Escucho movimiento en el interior, pero no veo a nadie más a parte de nosotros. Subimos las escaleras de madera maciza hasta la segunda plantas. Y continuamos hasta una puerta doble de madera con una cuadro junto a la pared que reza una palabra en alemán. 

El señor Müller llama, una mujer responde en alemán desde el otro lado y pasamos al interior. El despacho es amplio y cuenta con muebles de mucha calidad. La mujer sentada trás el escritorio es rubia y ruda. Es como... tres veces mi tamaño, o más. 

El señor Müller y ella mantienen una conversación en alemán. Después, los dos se giran a la vez para mirarme. 

-Bienvenida, señorita Leblanc. Soy la señora Meier, directora de este Lebensborn. 

-Encantada -digo con cautela mientras permanezco en el sitio. 

-Sígame -me ordena. 

Poco tiempo después me hacen entregarle a Margot a dos enfermeras alemanas que no entienden nada de francés. Me resisto un poco a entregársela hasta que el señor Müller se aclara la garganta. 

-Procederemos a realizarle una fotografía para sus documentos de identidad y después al examen médico -anuncia la señora Meier. 

Su voz es ronca como la de un hombre. O como la de una adicta al tabaco. Tal vez lo sea. 

La señora Meier nos guía hasta una habitación sin más muebles que una mesa pequeña en la que hay una cámara más antigua que nada que yo haya visto. Me indica que me pegue a la pared, pero sin apoyarme y que mire a la cámara. Normalmente uno sonríe en sus fotos de carnet pero no en 1942 por lo visto. 

LA HIJA DEL TIEMPO (II GUERRA MUNDIAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora