Capitulo 4 B

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-La respuesta llegará por sí sola. De momento tienes muchas opciones. Todas las puertas están abiertas.

-Me gusta las que he ido abriendo hasta ahora. El problema está en sabe cuáles quiero abrir a partir de este momento.

-Eso nos pasa a todos, en un momento dado. Miras a los demás y te parece que ellos tienen las respuestas, pero no es así. Solo lo aparentan. Saben tan poco como nosotros. O bien han optado por la vía fácil, limitar las opciones al mínimo. Sí uno está dispuesto a comerse el mundo, todo resulta mucho más excitante, pero también da miedo- Se le veía muy humilde diciendo estas cosas, sin temor a mostrar él también sus miedos e incertidumbres.

-Tienes razón en eso de que da miedo-  dijo ella- ¿y tú? ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Buscarte un apartamento y volver a Los Ángeles?- Y empezar de nuevo, encontrar una nueva pareja. No quiso decirlo, pero ambos estaban pensando lo mismo. Lucy se preguntó hasta cuándo podía uno volver a empezar, conocer gente, elegir a un nuevo compañero o compañera, dar una nueva oportunidad al destino, dar un paso al frente... para al final sentirse decepcionado y dejarlo correr una vez más. A pesar de los dos maravillosos años pasados con Gray, Lucy no lo tenía claro, no se decidía a intentarlo de nuevo. Pensaba que quizás se debiera a que él era perfecto en todos los sentidos. Pero si siempre te liabas con quien no debías ¿Cuántas veces volvías a intentarlo? No quería ni imaginar la cantidad de historias que habría tenido alguien como Natsu Dragneel. A sus treinta y nueve años, empezar de nuevo tenía que ser como lavarse las manos. Y en eso precisamente estaba pensando él en aquel momento.

-Lamento que las cosas salieran mal- dijo Lucy. Sentía pena por Lucy. Ella jamás había tenido una experiencia así, y esperaba no tenerla nunca. En el mundo en que se movía él, era moneda corriente, algo casi inevitable dada su fama. Cuántas veces su padre les había contado historias dramáticas de sus clientes, amores rotos, agresiones, parejas que se hacían pedazos entre sí, infidelidades (abiertamente o en secreto) intento de suicido... Formaba parte del tipo de vida que ella rechazaba. Claro que en el mundo real también pasaban desgracias, pero no era a la vista de todos ni con tanta frecuencia. Los amoríos entre estrellas de cine era casi siempre efímeros, empezaban con un gran despliegue pirotécnico y terminaba en desastre nueve veces de cada diez. En ese sentido, Lucy no envidiaba a Natsu Dragneel. Y aunque él se lo hubiera buscado por elegir con tan poco tinto, tenía que ser muy duro para él. Y, en este último caso, daba la impresión de que podía haber salido con algo peor que un cardenal en a mejilla.

-Yo también lo lamento- dijo él- lamento haber sido un estúpido. Y también siento que tú perdieras a tu pareja. En las fotos se te ve muy feliz con él.

-Lo fui. Pero supongo que tarde o temprano hasta que las cosas buenas acaban. El destino- Era una saludable manera de enfocarlo,  y Natsu no pudo sino admirarla también por eso. Hasta ese momento no había nada que no le gustara de ella. Era una mujer increíble. Se alegró de haberse refugiado en casa de Erza. De lo contrario, seguramente no la abría conocido, siendo además la oveja negra de la familia según sus propias palabras. Por lo demás, Erza apenas si la había mencionado en todos aquellos años, tan ocupada como siempre en sí misma. Natsu veía a Lucy como una pequeña y pacífica paloma en medio de una familia de aves rapaces. Qué mal lo debía de haber pasado. Y, sin embargo, Lucy parecía haber salido ilesa de la experiencia. No estaba amargada por que le hubiera tocado en suerte esa familia, sino solamente sorprendida. Y, al final, había volado del nido. Aún estaba ligada a la familia, pero los hilos que la ataban era cada vez más finos, más endebles. Esa era la impresión que daba, aun cuando se hubiera dejado enredar por Erza para cuidar de la casa y del perro.

Pasaron dos o tres horas en la terraza, tomando el sol, hablando apenas lo justo. Natsu se durmió un rato y Lucy terminó de leer un libro. Luego prepararon un bocadillo con lo que ella había dejado en la nevera y empaquetaron lo demás para llevárselo a la ciudad y que no se echara a perder. Una vez hubieron cerrado la casa. Lucy se llevó en la furgoneta hasta la playa de Stinson para que Natsu pudiera ver la larguísima extensión de arena blanca. Era como un mar de arena lisa con un borde de innumerables conchas allí donde rompían las olas. Aves acuáticas picoteaban en el oleaje, gaviotas volaban en lo alto, y de vez en cuando Lucy se agachaba para coger una piedra y se la guardaba en el bolsillo como lo hacía siempre. Recorrieron toda la playa y luego se sentaron a contemplar  el mar, cómo el agua se adentraba en la albufera, y al fondo de Bolinas, en el otro extremo del angosto brazo del mar. Después regresaron a la furgoneta, los perros corrían delante de ellos y volvían una y otra vez para echar a correr de nuevo. En un par de ocasiones pasaron caballos al galope. Había muy poca gente en la playa. A Natsu le sorprendió cuando ella le dijo que casi siempre estaba así. Únicamente hacía un calor muy intenso, cosa poco habitual en aquella zona, se animaba la gente a visitar la playa. Por regla general solo había un puñado de personas a lo largo de varios kilómetros de arena. Era el refugio perfecto, y Natsu tuvo la sensación de haber estado una semana de vacaciones mientras regresaban por la carretera de curvas. El sol estaba empezando a ponerse y había sido un día extraordinario.

Tiempo Prestado  [Adaptación Nalu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora