¿Dónde estás?

[Parte 2]

"Nosotros éramos reyes sin corona,  sin un gran castillo y reino a nuestros pies"

Solías pensar eso ¿lo recuerdas? .... Me lo decías mucho, y yo siempre te contestaba que construiría un castillo para ti y lucirías la más hermosa de las coronas.  Pero no fue así,  y mi castigo fue vivir sin tí  han pasado más de 25 años y no recuerdo nada,  siempre me torturo sin saber porque , pero siento que te conozco,  recuerdo cosas que te he dicho alguna vez,  a pesar de nunca haber intercambiado información contigo más allá de un "buenos días" ó un "¿sabes porque no hay agua caliente? " las típicas conversaciones de vecinos.

Sacudí la cabeza antes de cerrar la puerta de mi casa y comenzar a bajar las escaleras preocupado de que ya eran casi las 6 de la tarde y no había comprado la comida para pasar la semana.

Comencé a trotar, colocando mis audífonos con música con rapidez para poder ignorar mejor los comentarios de la gente cuando andaba por la calle,  odiaba que criticasen hasta a qué locales iba a comer.

¡Ni que mis vecinos fueran detectives privados!

Iba tan concentrado que no me di cuenta cuando choqué con alguien y caí al suelo,  enseguida me quité mis audífonos con la música pop aun sonando, y te ví.  Me recordabas a alguien.

-Perdona... ¿Te encuentras bien?. - me dijiste con vos áspera pero preocupada, parecía que me conocías .- ¿Hola?. -

-¿EH?. - respondí aturdido mirando tu rostro preocupado. - Sí,  tranquilo,  sólo me golpeé la espalda,  estoy bien... ¿y tu?. -

-No me hice nada. - dijiste mientras me ayudabas a levantarme y me arreglabas mi camiseta,  la cual se había arrugado con la caída. - Nos vemos... Naruto. -

Giré de golpe al oírle decir mi nombre pero el ascensor ya había comenzado a subir y me fijé en el piso en el que parabas...  ¡El 7! ¡El mismo que yo!
No puede ser,  no te había dicho mi nombre antes,  giré de nuevo y me coloqué los audífonos decidido a ir a por la comida de mi gato, aun así me hice una promesa:

"Seas quien seas..  Te conozco....  Y sabré quien eres"

Después volví a salir a correr a la calle con una sonrisa que podia envidiar al mismísimo sol.