24.- Favores y hot dogs.

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(En multimedia: Nick) 

–Hasta que por fin llegas.–Fue lo primero que escuché cuando estuve en el asiento del copiloto.

 –Agradece que vine, Nick. –Cerré la puerta del auto mientras él arrancaba–. ¿En dónde va a ser?

  –Ya lo verás. –Voltea y me mira de reojo–. Lindos shorts. 

Sentí un ligero rubor esparciéndose por mis mejillas así que decidí no responder y desviar mi vista al frente.  

Durante el camino nos mantuvimos callados, al principio era algo incómodo para ambos pero creo que con el pasar de los minutos nos acostumbramos, todo iba bien hasta que sonó una canción en la radio y ambos pensamos en subirle volumen a la vez, lo que hizo que nuestras manos rozaran, lo que causó un extraño escalofrío en mi piel, por lo que retiré mi mano rápidamente. 

Esperen...

¿QUÉ CAUSÓ QUÉ?

Déjenme plantear de nuevo lo que dije: 

Lo que hizo que nuestras manos rozaran, lo que causó asco en mi, por lo que retiré mi mano rápidamente.

Eso, así está mucho mejor.

Él me miró por un momento con algo que no pude descifrar, subió el volumen para volver a poner su vista en el camino.

Saqué el celular de mi bolso para pasar el tiempo, y me encontré con un mensaje de Jace.


Jace♥:

¿Dónde estás? Creí que nos reuniríamos en el almuerzo:(

–Cierto. –Hablé en voz alta.

–¿Qué?

–Nada, olvidé que había quedado con Jace de vernos en el almuerzo, no hemos estado muy unidos esta semana. 

  –¿Y eso a qué se debe? 

  –No lo sé. 

Y era verdad, no lo sabía. Había estado demasiado concentrada pensando en la sorpresa que Nick le tenía a Michelle como para pensar en Jace.

¿Qué demonios está pasándome?  

Sacudí mi cabeza para ignorar mi pregunta interna, a lo que Nick me miró de una forma extraña. Sonreí inocentemente y me comencé a desabrochar el cinturón al darme cuenta de que habíamos llegado al lugar donde ocurriría todo.

Caminamos en silencio por el callejón. 

  –¿Aquí?–Asintió–. Pues, empecemos. –Dicho esto se quitó su morral de los hombros y sacó unos aerosoles de esos que se utilizan para estas cosas, un par de fotos y una lámina que era como un borrador de lo que haríamos, la cual tiró en el suelo.

 –Ten. –Me lanzó una sudadera que no sé de donde sacó. Intenté atajarla–. Para que no te ensucies mucho la ropa. 

–Gracias. – Sonreí sin enseñar los dientes y me puse la sudadera–. Me queda gigante.– Señalé mientras veía como me sobraba mangas. Lo arremangué. Nick rió. 

–Bueno, basta de charla. ¡A trabajar!

Dicho y hecho. Las siguientes cuatro horas (aproximadamente) la pasamos pintando, decorando y arreglando todo para Michelle. Hubiésemos tardado un poco menos pero surgió una discusión entre nosotros -como de costumbre- y empezamos a pintarnos con los aerosoles nosotros mismos. Mi ropa no terminó manchada ya que la sudadera que me dio me cubría hasta un poco más arriba de las rodillas, pero mi cara, mis piernas y mi cabello... eran simplemente un desastre. Y ni hablar de Nick, terminó pintado desde el cabello hasta los zapatos, parecía vómito de arcoiris.

Two Ellipses.Where stories live. Discover now