Capítulo 007

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-¿Por qué quieres renunciar a Tsuyo, Kano? -preguntó con un toque de curiosidad en su voz. Kano observó sus facciones y en su frente se trazaba una pequeña línea de preocupación, apartó la vista hacia el suelo mientras meditaba bien sus palabras.

-¿Sabes que nunca me agradó este clan? Ya sabes, mucha ocultación, y todo eso -contestó con una voz suave-. Pero cuando estaba allí fuera, presenciar el peligro en mis venas, la adrenalina corriendo por mi cuerpo, y sin unas personas vigilando mis movimientos, me sentí fuera de esta horrible cúpula. Libre, sin presiones, ni nada. Sin un obstáculo el cual me impida mi visión. Quiero experimentar más esa sensación, quiero ser egoísta y acaparar esta emoción la cual me arropó en esos momentos. Me sigues, ¿no?

-Sí, sí, te entiendo perfectamente; aun que en la perfección siempre hay un defecto. Nunca experimenté esa sensación, así que del todo no entiendo tu excusa. Te pregunto una vez más, ¿te irás?

-Y yo te pregunto, ¿me acompañas?

Esa era la verdadera cuestión. Y Toki fue quién cortó el contacto visual. Allí se sentía segura, y no le agradaba mucho lo que Kano le relataba. Sabía que en muchos momentos había atravesado aquel sentimiento pero, simplemente se rehusaba estar separada de su familia.

-No -contestó mientras su mirada se había perdido entre la multitud. Observando cómo sus carcajadas rebalsaban de alegría. Fue entonces cuando, Kano, inexpresiva se incorporó y dijo:

-Tú rechazaste, y no habrá segunda oportunidad.

-Lo sé, querida Kano, lo sé; pero detente a reflexionar sobre todo. Porque este es mi hogar, en donde convivo con mi familia y, ¿separarme de ella? No. No lo permitiré -comentó mientras apreciaba el hermoso paisaje que un cuadro le brindaba. Con trazos gruesos y finos, con colores extravagantes y exóticos, y, por último, con una salpicadura del color de un arco iris seguido por una bella mujer intentando alcanzar el redondeado y destellante sol.

-Está bien Toki, respeto tus opiniones -contestó con un tono suave mientras se volteaba y la observó desde su hombro con sus pupilas escarlatas y las escleróticas oscuras-. Pero ten cuidado. Porque vendrá el rey y junto con tu familia te apuñalarán por la espalda.

Cuando Toki iba a responder ante su advertencia, Kano se habia desaparecido de ahí, sin dejar alguna clase de huella. Cuando Kano salió de aquel lugar subterráneo, decidió ir a un lugar, a una zona en concreto acudir ayuda, aquel sitio el cual, las memorias de su batalla contra los hermanos sucedió. Cuando llegó al sitio indicado en su mente, decidió dar paso para adentrarse a la hogañera tienda.

-Buenos días -musitó con cautela. Pero la tienda estaba vacía, y sólo con un trabajador distraída en eliminar cualquier basurita que encontrase en el vaso con un trapo blanquecino. Kano sonrió con malicia, y habló en voz alta:

-Touka, ¿cuánto tiempo sin verte? -cuestionó Kano mientras posaba su delicada mano en una de las tantas mesas. Las pupilas de Touka se encogieron al descubrir de quién era aquella voz tan aborrecida por su parte, y comprendió que era esa persona, ese sujeto el cual realizó un hecho para trazar en su vida los peores acontecimientos de su existencia.

Touka y Ayato caminaban con sus manos entrelazadas. Ayato temía las oscuridades, así que Touka le sujetaba su mano para que su fobia se desapareciera por completo. Apenas tenían diez años, así que la separación aún no había ocurrido. Cuando estaban paseando por un callejón oscuro y húmedo, el cuál, era un atajo hacia su hogar, una niña de melena rojiza hizo su presente, acompañada de una piel bañada en un color blanco. Su mirada frívola los observaba ambos, mientras sus pupilas carmesí y su esclerótica negra aparecían su lengua se paseaba por sus labios, en busca de saciar su apetito.

-¿A sí que ustedes son unos pequeños hermanos, eh? -comentó mientras se acercaba a ellos pausadamente, y en un momento a otro unas alas preciosas desterraban de su espalda y una cola se enroscaba en su pierna derecha.

-Vete hacía atrás Ayato -le sugerió mientras sus alas rojizas también hacían su aparición, robándole el protagonismo a su querida oponente de melena como la manzana. La niña miró hacia el cielo mientras apreciaba el color amarillento combinado con el anaranjado del atardecer, mientras el sol se iba escondiendo de la batalla que iba a surgir.

-Vaya, hasta el sol tiene fobia de mí -musitó con ironía. Cuando su oscura mirada se fijó en su presa, fueron unos instantes los cuáles, sus alas se cristalizaban y las lanzaba como proyectiles, mientras que su exótica cola se sujetaba en ambas piernas de Touka. Cuando, como proyectiles diminutos se clavaron alrededor de la zona de sus manos y sus píes contra la pared, la tuvo sujetada hasta que Kano se le antojase-. Voy a disfrutar de tu sangre, pero primero, la diversión es lo mejor ¿no? Así que, machacaré tu pierna derecha para escuchar tus gritos de agonía, y luego tu brazo derecho, para que quede parejo. ¿Está bien?

Touka negaba repetidas veces mientras Ayato no podía hacer más que observar la escena enmudecido. Con la larga y gruesa línea de extraños colores se profundizó en la piel de Touka, mientras por dentro exploraba cada lugar para destrozarlo y lanzarlo hacia lugares aleatorios. Fue así, como Touka casi tocó con sus dedos la muerte.

-¡Lárgate de aquí! ¡No tienes nada qué hacer! -exclamó con suma molestia la azabache, mientras le lanzó un vaso de vidrio en su dirección, aterrizando cerca de su oreja causando un leve corte mientras se podía apreciar una pequeña línea escarlata.

-No vengo a luchar -contestó alzando sus brazos mientras sus ojos se achinaban y la comisura de sus labios se elevaba-. Sólo vengo acudir su ayuda.

Touka realizó una señal para que prosiguiera, y así lo hizo.

-Vengo a dar a luz el nuevo equipo que luchará contra la oscuridad, y éste se llamará Ookami.

Ookami «Tokyo Ghoul» (#FanficAwards)Where stories live. Discover now