―Gracias ―contesto sin sentir.

Es que... Sí. Se agradece que se preocupe por mí, pero más me gustaría que me escuche cuando digo «no». Por esta manía de Darío de estar en cada aspecto de mi vida es que no puedo cortar con él. Empiezo a entender que esa es su idea.

Me aterra.

La directora de la escuela es una buena mujer y está muy preocupada por mi hermano, aunque también lo está por el matón que lo molesta. Y es que el bullying es producto de muchas otras cosas más que sólo un mocoso mal educado atacando a uno vulnerable. El chico que tiene entre ceja y ceja a Tiago tiene una madre tan ausente como la mía, un padre agresivo y miles de otros problemas que proyecta en trompadas e insultos hacia otros chicos.

―Son cosas de chicos ―dice la madre del matón―, en mi época no les daban tanta bola y acá estamos.

―Ya veo el resultado ―largo apretando los dientes.

La directora me ignora, la madre del otro chico también, y siguen hablando entre ellos de este «tema de adultos».

Tengo una edad de mierda: dieciocho. Se supone que soy mayor de edad, pero nadie me toma en serio. Por lo que, los presentes, se centran en Darío y le dicen las cosas a él.

―¿Viste que era más fácil si venía? ―me dice al salir de la reunión y yo estoy furiosa.

Estoy furiosa porque una parte de mí se lo agradece. Furiosa por necesitarlo en estas circunstancias. Furiosa por depender de él, por no poder lidiar con esto yo sola. Furiosa porque si mis padres se hiciesen cargo, yo no estaría acá, en el auto con el novio a quien quiero dejar, debiéndole un favor. Furiosa porque él lo sabe y por eso lo hace. Furiosa por sentirme tan impotente ante esta situación, por tener que elegir entre mandar a la mierda a Darío y no llegar a ningún lado con mi hermano en la escuela, o agachar la cabeza una vez más ante el hombre que domina hasta mis ciclos menstruales.

―Deberían haber venido mis viejos, Darío. Esto así no puede seguir, no son nenes a los que tenemos que solucionarle los problemas.

―Lo sé, mi amor. Pero, mientras, no puedo verte pasarla mal. ¿Por qué no te quedás toda la semana? Así podés estar con tu hermano.

Usar a Tiago en mi contra es una bajeza. Una bajeza que siempre pega y duele.

―No puedo. Tengo que ir a Rosario y cursar, si no, después, me acusan de estar gastando plata al pedo en mí ―digo incisiva. Noto en su expresión que me marqué un tanto.

Como el dicho: «Zapata, si no la gana la empata», Darío propone llevarme.

―Ya me tomé la mañana para esto ―explica.

―Ok ―accedo ya sin muchas ganas de seguir peleando.

Estoy cargando los bolsos en el baúl cuando llega el primer mensaje.

Ema: Ya en viaje? Yo en eso.

Ema: La humanidad va a progresar cuando inventen la teletransportación.

«Decímelo a mí»

Me llega un audio con un sonido raro y no puedo evitar sonreír.

Ema: Me tocó uno roncando al lado. (emoticón de risa)

Ema: Te juro. Estoy con Pantera al palo, y así y todo, lo escucho.

Darío me mira con curiosidad y yo guardo el celu en la mochila, lejos de sus ojos pendientes y de sus dedos que conocen el patrón de desbloqueo.

No hay nada de malo en los mensajes. Sólo lo que despiertan en mí.

Ema esperó al lunes para escribirme, a sabiendas que tengo novio. Yo no veo la hora de refugiarme en esos mensajes y olvidarme de todo hasta el viernes que viene.

No quiero que Darío los lea, no quiero tener que mentir sobre Emanuel, no quiero mezclar mis perfectas fantasías con mi horrible realidad.

Me subo al auto y le cebo mates mientras maneja. Simulo que está todo bien, porque eso es lo que hace la culpa, que complazcamos a alguien sólo porque nos sabemos en falta y no porque lo merezca.

―Te amo ―me dice cuando se despide en la puerta de mi departamento. No baja del auto, no sube a mi casa. No podemos mantener dos fachadas a la vez.

―Yo también ―contesto por costumbre y corro a refugiarme.

Abro el WhatsApp y por fin me permito contestar.

Yo: recién llego. Tuve unas complicaciones, por suerte no voy a perder todas las clases del día. Voy para la facu. Hablamos...

Al dar «enviar», muevo mis dedos dispuesta a eliminar toda la conversación como hago siempre por miedo a que Darío las lea.

Me detengo.

Me siento, y, con el corazón a mil, hago algo que sé me traerá horribles consecuencias.

Cambio mis Passwords de todos lados y el patrón del celular.

No más, me digo. No más borrar a Emanuel para dejar presente a Darío.

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Los dos capis que vienen son ideales para los amantes de "Entonces, me besó" XD

Muejejee (Soy muy mala)

¡Besotes!

Espero que les esté gustando hasta aquí.

Si no tienen nada para leer hasta que yo (muy mala como soy) suba el siguiente capi, les recomiendo a 3 autoras:

DianaGolay de quien espero ansiosa su próxima obra

DCASleer ya recomendé "Tu confusión es mi confusión", ahora estoy leyendo "La más romántica de las historias" ideal para las amantes de los romances al estilo Orgullo y Prejuicio.

KarmaKamilion terminó su primer entrega de "Lovers: forbidden" (no les digo lo que es ese final :O ) no se lo pierdan.

¡Nos leemos mañana! 

Gei

Entonces, me abrazó (Completa)Where stories live. Discover now