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¿Cómo es posible que no pueda hacerlo? no es tan difícil. Pero claro, la cobardía esta primero, cuando podré ser más osada y hacer todas las objetivos que debería de hacer. Mire la cuerda, y solo escucha los gritos del entrenador indicando que comenzara de una vez. Pero me daba desconfianza las alturas, o al menos esta. No quería caerme o la palmaria. Me podría fracturar algún hueso y eso tampoco es bueno. ¿Que dejaría si lo hago?, mis padres, mi hermano, mi gato, mi pieza, mi mejor amigo, mi novio —imaginario—.

¡Deja de ser tan exagerada y hazlo ya!

Lo sé, lo sé. Pero no quiero caerme, de verdad me da miedo.

— Señorita Pons, ¡Hágalo ahora!.

Hice una mueca. No podía evadir esto, además es para una nota. Respire hondo y lo expulse. Tome con mis manos la soga y comencé a subirla, no llevaba mucho y ya las manos me dolían demasiado. Seguí trepando la cuerda mientras miraba hacia arriba, no quería mirar hacia abajo o posiblemente me lograría marear. Ya llevaba al menos un poco más que la mitad.

— ¡Vamos Elí tu puedes! —me grita Jasón. Supongo que eso realmente me ayudaría a proseguir. Continué subiendo aunque las manos me dolían y temía no poder seguirme sosteniendo. En ese momento fue cuando cometí el mayor error, eche un vistazo hacia abajo y solté un leve gemido de miedo. Mi cuerpo tembló y me zarandeó en la cuerda.

— ¡Tenga cuidado señorita Pons! —me grita el entrenador. Mis manos se resbalaron en la cuerda y caí.

— ¡Elí! —grita Jasón. Caí de espaldas al suelo, y mi cabeza chocó contra él. Me quejó. Sabía que algo así pasaría. Todos se me acercan, Jasón y el entrenador se agacharon.

Agradece que no estás muerta.

Lo estaría por poco, me incorporé y me senté. Me tome la cabeza, me dolía la parte trasera.

— Joder.

— ¡No diga insolencias! —me regaña el entrenador y se agacha hacia mí. ¿Enserio me va a retar por eso ahora? No creo que sea el mejor momento.

— ¿Estás bien? —me pregunta Jasón y me aprieta las mejillas. Yo quito sus manos de un manotazo. Y él me sonríe—, eso dice que sí.

— Llévala a la enfermería, debe de descansar. —le dice el profesor a Jasón. Él asiente. Pero me levanto enseguida.

— No es necesario estoy bien —comienzo a caminar pero tropiezo con mi pie y caigo nuevamente. Odio mi torpeza, lo peor de todo es que todos estaban riéndose de mí. Como me hubiera gustado que alguien me hubiera alcanzado a recoger. Mi nariz se golpeó contra el suelo y de inmediato sentí como un líquido caía por mi nariz, sangre.

— ¡Elí! —escucho el grito de Jasón, pero sentí aquel grito muy lejano.

° ° °

Abrí mis ojos y enseguida mire donde me encontraba, enfermería.

Hice una mueca, miré a mi lado derecho y él me miraba con una de sus cejas levantadas.

— ¿Cuando dejaras de ser tan torpe? Cuántas veces has venido aquí ¿20? En el año. —Bufo. Taylor Cox. Un chico para nada agradable, o al menos no cuando se entromete en mis cosas y comienza a molestarme. ¡Agh! Él se la pasa en la enfermería, es como su hogar. Ya que prefiere no estar en clases y se hace el enfermo para quedarse aquí.

— Y qué hay de ti.

— Tú sabes que soy un caso especial, este es mi hogar.

— Chis.

Él solo sonríe ante mi expresión. Apoye mi cabeza en el respaldo de la cama y cerré los ojos. Pero no dure mucho así ya que unos gritos que mencionan mi nombre se hicieron presentes en el lugar.

Connected heartsWhere stories live. Discover now