-Y ustedes siempre han sido como unos padres para mí.

Los dos me sonrieron abiertamente y luego me invitaron a sentarme para tomar una taza de té mientras que esperábamos a mi padre y Alexander, habíamos decidido que le diríamos a sus padres sobre nuestro compromiso juntos, por lo cual estaban ansiando que llegara pronto pero pasados unos minutos no llegaban, también pasaron varias horas hasta que Robert y su esposa me miraran con preocupación.

- ¿Crees que quizá se haya arrepentido?

-No lo creo, mi padre aunque estaba muy nervioso también estaba ansioso de venir y Alexander no dejaría que se arrepentirá, le llamaré –murmuré.

Ya lo había llamado varias veces pero no atendía mis llamadas, volví a llamar y de nuevo no contestaba, yo suspiré frustrado.

- ¿Aún no contesta verdad? –Me preguntó Isabelle y yo negué.

-Bueno quizá si yo lo llamo...

Su hermana también intentó pero de nuevo nadie atendió, esperamos unos minutos más pero ya comenzaba preocuparme por lo cual llamé a mi padre, pero tampoco contestaba, la preocupación aumentó, algo no andaba bien, mi padre siempre atendía mis llamadas al igual que Alexander, pero ¿por qué no me atendían?

-Algo malo pasa, lo sé ¿dónde están? –Suspiré pero luego recordé –Max tú sabes dónde se encuentran ¿qué están haciendo?

El pequeño agachó su cabeza.

-Lo siento pero es una sorpresa, no puedo decirte.

Su madre lo miró con severidad.

- ¡Maxwell Joseph Lightwood! ¿No te detienes a pensar que quizás Asmodeo y tu hermano se encuentran en problemas y tú no quieres decirnos? ¿Dónde se encuentran?

El pequeño se mordió el labio.

-Está bien, bueno verán, no diré que es, pero el padre de Magnus quería darle algo muy especial a Alec, un regalo que sería para él y para Magnus para... felicitarlos o algo así.

- ¿Felicitarlos por qué? –preguntó Jace, Max se puso alerta.

-Eso no importa, se encuentra en una bodega cerca de Central Park donde guardan cosas muy importantes.

-Yo sé dónde queda –intervine –antes de irnos a Londres mi padre llevó un cofre allí, no sé qué tiene, pero me imagino que es lo mismo que le quiere obsequiar a Alec.

-Y a ti –puntúo Max, yo asentí aunque no me importaba eso.

-Quizás sea mejor que vaya a ver algo.

-No está bien –dijo Robert –es muy extraño que el mismo día que Asmodeo llegué a Nueva York desaparezca de repente junto Alexander, mi hijo –aquel hombre miro a su esposa la cual asintió.

-Yo también lo creo Robert.

Yo los miré confundidos.

- ¿Qué es lo que creen?

-Que quizás los Subterráneos tengan que ver en su desaparición.

Yo me tensé inmediatamente.

- ¿De verdad lo creen?

-Es muy posible –dijo la mujer –iremos nosotros.

-Yo también.

Robert me miró con severidad.

-Pero por supuesto que no Magnus, tú te quedas...

-Estamos mi padre y mi novio quienes están allá posiblemente en peligro, quiero ir.

-Eras un niño cuando te metiste en todo aquello, no quisimos hacerlo pero aun así terminaste involucrado, no va a volver a pasar.

-Robert, Maryse, sé que se preocupan por mí y aprecio aquel gesto, pero ya no soy el niño de seis años que conocieron antes, ahora yo soy un hombre y estoy decidido por lo que quiero, lo que quiero, lo que amo es a su hijo y haré lo que sea para que esté bien, si tengo que ir con ustedes entonces lo haré.

La mujer suspiró y Robert me miró con seriedad.

-Hay cariño desearía no ponerte en tanto riesgo –me dijo –vamos, sígueme.

Y yo así lo hice, lo seguí junto con su esposa y sus hijos al estudio, allí abrió un cajón que tenía con llave y de él sacó una pistola, se la guardó en la parte de atrás del pantalón e Isabelle lo miraba con sorpresa.

-Padre yo no sabía que tenía eso aquí.

-Isabelle no te imaginas los problemas en los que nos metimos en el pasado, lo que les conté es sólo una pequeña parte de todos los problemas en los que nos vimos involucrados, sabía que había la posibilidad de que ustedes estuvieran en peligro por mis errores, por lo cual siempre estuve preparado.

De aquel cajón sacó otra y se la dio a Maryse quién la tomó con inseguridad.

-Hace mucho que no la tocaba.

- ¿Esa era tuya? –Pregunto Jace incrédulo y su madre asintió, luego Robert me pasó.

-Una amiga de tu madre –me dijo.

Yo suspiré, así que con esto mi madre se había metido en problemas, no lo podía creer, la tomé con la misma inseguridad que lo había hecho Maryse y como el mismo Robert me la guarde en la parte trasera mi pantalón cubriéndola con mi cazadora bien.

-Es hora.

- ¡Espera un momento! –Gritó Isabelle –tenemos a ir con ustedes.

- ¡Por supuesto que no! –Vociferó Robert –ustedes tres se quedan acá, Isabelle, Jace cuiden de Max por favor.

- ¡Pero padre! –Gruñó el pequeño –estamos hablando de Alec, de mi hermano.

-Sí, lo sé –dijo su madre –pero con que uno de mis bebés esté en peligro y el otro también se quiera involucrar ya es mucho, no quiero que ustedes también se metan en problemas así que tienen que obedecer.

-Pero...

-Pero nada Isabelle –cortó Robert –cuiden de su hermano, nosotros nos iremos.

Jace asintió pero abrazó a sus padres.

-Por favor cuídense y traigan a Alec –luego se giró hacia mí, increíblemente me abrazó yo me sentí un poco extraño porque nunca había sido muy amigo de Jace pero en ese momento le correspondí el abrazo dándole dos palmadas en la espalda –tráelo de vuelta.

-Pero por supuesto que lo haré, no te preocupes, Alexander estará bien –le prometí.

Jace asintió.

-Muchas gracias.

Luego me separé de él.

-Nos veremos pronto, les aseguro no hay nada de qué preocuparse, todos estaremos a salvo.

Robert y su esposa ya habían salido de la casa, yo besé la mejilla de Isabelle y la frente de Max.

-Todos estaremos bien –les volví a decir sin saber lo mucho que me equivocaría prometiendo aquello.


Chan chan chan! okya, me calmo, nos leemos mañana, es una promesa ñ.ñ

Striking my boss (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora