Violet Hill se reencuentra con el profesor del que se enamoró cuando iba al instituto y todo parece marchar bien. Se sigue sintiendo atraida hacia él y este muestra señales de que le corresponde .
Pero cuando Josh, el ex novio que la golpeaba, reapa...
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El resto del mes que me quedaba de vacaciones, lo dediqué a cuidar más mascotas.
Los eventos estresantes se esfumaron junto con Liam, fue como si todo hubiese transcurrido en un pestañeo.
Casi no tuve tiempo libre, lo cual me sirvió para dejar de lado los pensamientos sobre mi ex profesor de física. Una señora me contrató para que patrullara a su gato maltés mientras iba a visitar a su hija que vive en Charlotte, Carolina del Norte. En otra ocasión, una pareja de recién casados, me invitó a pasar una semana en su casa para que alimentara a su pez. Y por último, pero no menos importante, me quedé semana y media vigilando a un hermoso Husky Siberiano Wooly de nombre Tyson, una variedad de la raza original que presenta el doble del pelaje que un lobo normal. Ese perrito y Romeo, son los más hermosos que he tenido el placer de vigilar.
Y así, poco a poco las horas se desvanecieron mientras esperaba la llegada de mi último año universitario.
Por fortuna, Liam no se cruzó nuevamente en mi camino.
Y aunque, una parte desequilibrada en mi cerebro, sigue queriendo descubrir lo que esconde, decidí que lo mejor era seguir con mi vida y fingir que aquel beso tan caliente que nos dimos, fue producto de una melosa alucinación.
Lo bloqueé, y los brillantes colores de primavera que él representó alguna vez en mi existencia, se esfumaron dando paso a la llegada del nostálgico otoño.
Acomodo mi mochila, me despido de la señora Katherina con un beso en la mejilla y salgo a la parada de autobús. Hay una chica encapuchada sentada en la banca cuando llego, escuchando música a través de unos auriculares mientras espera con cara de aburrimiento la llegada del bus.
El transporte universitario aparece bordeando la curva que le trae a nuestra calle, cortando nuestra fugaz espera. Extiendo la mano para detenerlo y un minuto después, me acomodo en el último puesto como ha sido mi costumbre durante los últimos cinco años.
