Dos

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Multimedia: Love me harder-Ariana Grande ft the Weeknd

Solía llegar a las seis de la mañana al instituto, porque Liam aparcaba muy temprano en él para checar que todo en sus lecciones del día estuviera en orden

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Solía llegar a las seis de la mañana al instituto, porque Liam aparcaba muy temprano en él para checar que todo en sus lecciones del día estuviera en orden. Mis padres achacaban mi repentino cambio de actitud a que pronto ingresaría a la universidad y estaba empezando a madurar.

Me sentaba bajo un enorme árbol y fingía estudiar, mientras veía a Liam revisar los apuntes del día en una caseta a distancia. Me gustaba la dedicación que le imprimía a sus labores como profesor. Disfrutaba cuando le veía fruncir el ceño, y garabatear cosas que para él parecían ser lo más interesante del mundo. Para mí, lo más atrayente del mundo era él. Mi dios nórdico, mi profesor favorito y mi amor platónico desde la primera vez que le vi.

Liam siempre iba a saludarme, me felicitaba por mi dedicación a las clases y sonreía sin miramientos de esa forma genuina que me hacía babear. Sin saber que en realidad lo único que me interesaba de madrugar, era que, al hacerlo, podía verlo por más tiempo.

—¿Hola? —Janice sigue intentando captar mi atención. —Tierra llamando a Violet Hill.

Ni la lluvia me detenía y llegaba puntual a esperar a Liam. Me ponía ansiosa cuando él llegaba tarde, me preocupaba que estuviese enfermo o que alguna complicación le impidiera llegar a nuestra cita con el amanecer. De esa forma bauticé nuestras reuniones matutinas. El profesor de física era para mí como esa joya que admiraba por ser inalcanzable y perfecta.

Liam, anticipando de alguna manera que yo iba a estar en el instituto a la hora que llegara, solía llevar abrigos extras o algún paraguas para mí. Siempre dedicaba unos minutos de cada mañana para preguntar cómo estaba, qué tal llevaba el resto de materias y ofrecía su ayuda en todo aquello que no entendiera. Les mandaba saludos a mis padres e incluso llevaba desayuno extra por si tenía hambre, siendo aquel gesto lo mejor de mi día. Tener una pizca adicional del Liam que el resto del mundo no tenía, ahí en medio del césped, con la luz matinal realzando el dorado en su cabello, afilando su perfil y posándose en rincones que yo deseaba tocar, era indescriptible. Era como tener un edén privado en el que podía mirarle a mis anchas. Captar cada uno de los detalles físicos que adoraba en él, cada arista en su anatomía, cada soplo de la perfección con la que había sido creado. Era como observar una obra de arte que podía respirar, que podía sentir y endulzarme con sólo mirarme. Él fue mi primer amor, uno tan dulce e inefable, que a pesar de los años sigue danzando en mi interior, negándose a extinguirse.

—¿Te pasó algo, Violet?, empiezo a preocuparme. Estás muy callada.

Cuando Liam se despedía de mí para entrar a clases me preguntaba qué descubriría sobre él al día siguiente. Me inscribí en su club académico, y era la capitana del equipo que representaba al Instituto Mckinley en las olimpiadas estadounidenses de matemáticas y física. Logramos una honrosa medalla de bronce en el campeonato nacional, ese día fue uno de los mejores de mi vida ya que Liam me abrazó emocionado al ver que habíamos quedado en tan buena posición. Todo en mí se descontroló al sentir su tacto, su aroma adictivo; su esencia.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora