Cap 22

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Dimos un paso dentro de la enorme casa, el mayordomo se acercó tomando nuestras maletas.
-Bienvenidos niños, mi nombre es Alfred, desde ahora en adelante estoy a sus servicios- dijo con una noble y tan peculiar de película, reverencia. Era mayor de edad, bajito y regordete.
-Oh, muchas gracias Alfred. Mi nombre es Oriana y él es mi amigo Agus- le dije con respeto acompañado de una sonrisa.
-Permítanme dirigirlos hacía sus respectivos dormitorios- nos dijo y lo seguimos.
Subimos por las enormes escaleras principales, que se abrían en dos direcciones, tomamos el lado derecho.
Lo siguiente que vi fue una pasillo enorme y angosto, y puertas por todos lados.
Estaba mirando, a medida que caminaba por el pasillo, todo detallada y minuciosamente. Los objetos poseían un lujo extraordinario, habían jarrones, cuadros, estanterías con fotos y libros, todo con en una perfecta armonía de colores claros, como blanco, beige, gris claro, rosa pálido. Estaba tan concentrada en estos detalles que no me di cuenta cuando choqué con alguien.
-Oh, lo siento- dijo un chico de cabellera marrón y ojos color café, una cabeza más alto que yo, con una perfecta sonrisa. Era realmente guapo- Debes ser Oriana, ¿verdad?-me preguntó en seguida.
-Ss..si, lo siento- Le dije algo nerviosa.
-Mucho gusto, soy Maxi. , pero si quieres puedes llamarme hermano- Me dijo con una guiñada. Creo que no la pasaría tan mal como pensé, tal vez tendría un nuevo amigo (y hermano).
-Igualmente- le contesté con una sonrisa sincera. Luego al ver al Agus, se presentaron y seguimos con nuestro camino.
Frenamos frente a una puerta y Alfred la abrió para encontrarnos con una habitación azul marino, con una cama y más muebles.
-Bueno niño, esta es tu habitación- le dijo dirigiéndose a Agus, y dejando su equipaje al lado de la cama.
Le di una pequeña sonrisa a Agus, y salí de su habitación siguiendo al mayordomo.
Pasamos una puerta y a en la siguiente se encontraba mi dormitorio.
Era de un rosa pálido, muy extensa, con la cama a juego del color de esta. Había una enorme ventana que daba al gran jardín con rosas y árboles muy verdes.
Un gran espejo, un armario blanco con detalles florales, muebles, una televisión de último modelo y lo que más me llamo la atención: una puertecilla, que más tarde la inspeccionaría.
-Muchas gracias, Alfred- le dije con una sonrisa.
-No hay de que querida, cualquier cosa que necesites, estoy a sus ordenes- me dijo con una reverencia y retirándose de la habitación.
Me tiré en la confortable cama, un momento, para comenzar a acomodar mis pertenencias.
Acomodé la ropa en el armario, mis libros en el escritorio y las demás cosas como las fotos de mi madre, celular y eso, en el estante. Luego, ya con cada cosa en su lugar, llamé a mi madre, para contarle todo lo que había visto hasta ahora y me deseó suerte.
Salí de mi habitación y entré en la de Agus, se encontraba recostado sin camiseta, con su cuerpo trabajado a la vista, despreocupado mirando televisión, como solía estar en casa, sin pudor, a mi me parecía un gesto cómico.
-Parece que ya te acomodaste- le dije recostada en el marco de la puerta.
-Ya me conoces- me dijo, riéndose- ven aquí, he encontrado una película que parece estar interesante- me dijo señalando el gran espacio que sobraba en la cama a su lado.
Me tiré a su lado y pasé mi brazo por su cintura, para ver juntos la película.
Me desperté, a mi lado estaba Agus, al parecer intentando despertarme.
-Alfred nos llamo, es hora de comer- me dijo y se puso la remera.
-¡Que suerte, tengo mucha hambre!- Dije levantándome de un salto.
Me arreglé el pelo, y salimos. Alfred estaba en la punta del pasillo, esperándonos. Lo seguimos y nos encontramos frente a una enorme cocina lujosa, a mi padre, Maxi y una mujer muy bella, que era muy parecida a Maxi, por lo tanto, sacando mis propias conclusiones, supuse que era la esposa de mi padre.
-Hola linda, soy Maura, mucho gusto- me dijo, daba una impresión simpática. Pude notar el gran parecido con Maxi con más detalles y me sorprendí.
-El gusto es mío- dije tratando de sonar lo más simpática posible, también se presentó ante Agus.
-Bueno niños, siéntense, la cena está lista- nos dijo Alfred y nos sentamos para comenzar una animada charla durante ésta.
Luego de comer, me despedí y subimos con Agus a nuestras respectivas habitaciones.
-Hasta mañana Agus, te quiero- le dije con un abrazo.
Me dirigí a mi cuarto y agarré el libro para retomar por donde lo había dejado.
Me recosté en la cama nuevamente, y comencé a leer.
Recordé ver una puertecilla, hoy, cuando había entrado me había llamado mucho la atención.
Me levanté y me dirigí hacia ella, la abrí, habían escaleras, que daban a un altillo.
Quedé muy maravillada al ver lo que había allí, era una invernadero, lleno de flores multicolores, rosas principalmente.
Pero lo que más captó mi atención fue el cerezo justo en el medio, puesto inconscientemente a propósito, para mí. Recordé el campamento, cuando Julian me besó por primera vez debajo del cerezo, una lágrima rebelde se escapó de mis ojos y la retiré con rabia.
Vine hasta aquí con varios objetivos, uno de ellos, olvidarme del daño que me provocó y avanzar en mi plan de venganza.  

No Todo Es Lo Que Parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora