Cap 18

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Disfrutaba de la brisa del aire y del paisaje. El hermoso atardecer era la mejor parte. La nubes de todos colores, azules, rosas, amarillas, naranjas, le sacaban lo escalofriante que tenía este juego.
Decidí que era la hora de bajar, ya que comenzaba a temblar de frío.
Bajé tranquilamente por el juego, pero a mitad de camino algo paso.
Un gran fierro de la montaña donde hace minutos me encontraba sentada se había caído y resonado al caer contra el piso, pasando muy cerca mio.
Hasta este momento no había tenido miedo, hasta este momento me sentía realmente tranquila y en paz, hasta este momento estaba fuera de peligro.
Me animé a seguir bajando, pero al pisar otro fierro con un pie, este se cayó, cerré mis ojos y luego los abrí, tenía que llegar de cualquier forma a tierra firme.
Bajé unos pasos más pero quedé colgada con los brazos y los pies suspendidos en el aire. ¿Qué había pasado? me enganché el pie en un fierro con fuerza para no caerme y como consecuencia el pie lesionado y otra parte del juego caído.

Hasta ahora no me había dado cuenta que había subido a un juego abandonado a punto de derrumbarse junto conmigo.
Miré hacia abajo y vi que no tenía nada en que apoyarme para bajar.
No me quedaba otra, lo tenía que llamar.

-¡JULIAN!- Grité pero no obtuve respuesta, de seguro me había dejado sola.

Una gran desesperación me corrió por todo el cuerpo, ¿me tiro?, ¿gritó hasta más no poder?, ¿me quedó así?, creía que todavía tenía leves posibilidades de salir de esta.

-¡JULIAN! ¡Necesito tu ayuda, POR FAVOR!- Grité ahora más desesperada luego de un rato, mis ojos se nublaron debido a las lágrimas, de vuelta mi sensibilidad no me estaba ayudando.
-¡Ven!- Grité nuevamente sin obtener respuesta. Se había ido, era prácticamente imposible no haberme escuchado.
Estaba perdida, o moría en el intento por bajar o por derrumbarme junto con el juego.
No había otro camino, vi como mis manos se soltaban lentamente y vi como las imágenes de los mejores momentos de mi vida pasaban, vi como se me iba la vida.
Cayendo totalmente consiente, no tenía miedo, pero se me hacía eterno, había caído de un lugar realmente alto.
Miré hacía el cielo y recordé a mi hermano, sonreí.
Estaba segura de que esta no salía, las lágrimas seguían saliendo.
-Julian- susurré.
Cerré los ojos.

No sentí mi cuerpo chocar contra el piso, ¿estaré muerta?, pensé.
Pero una punzada de dolor del pie que me recorrió el cuerpo, hizo que abriera los ojos de golpe.
Me encontré con la profunda mirada de Julian.
-¿Qué mierda pensabas hacer?-Me dijo pero yo solo atiné a abrazarlo, el limpió mis lágrimas con su pulgar.
Estaba en sus brazos abrazada a su pecho, mientras él me correspondía.
Salimos así del parque, él me llevaba en sus brazos sin quejarse ni evitarme.
Me removí un poco al sentir otra punzada de dolor en el pie.
-¿Te duele?- Me preguntó tomándome el pie.
-Sí- le dije mientras me quejaba, los brazos de Julian eran realmente cómodos y era una situación extraña.
No lo entendía en verdad, en lo que iba de la semana, había tenido la oportunidad de presenciar a un Julian tierno, y al mismo tiempo ignorante, sincero y arrogante, amable y frío. La única verdad, era olvidarle, porque sus actitudes me lastimaban de cierta forma u otra, había que aceptar la realidad.
Me desperté en mi tienda, al lado se encontraba Agus mirándome.
Tenía el pie lastimado, vendado, el dolor había disminuido notoriamente.

-¿Qué paso?-Pregunté con la voz ronca por el hecho de haberme despertado hace segundos.
-Julian te trajo hasta aquí y me contó lo que te había pasado-Me dijo apoyándose en su sus brazos cruzados detrás de su cuello y continuo-La verdad no entiendo que pretende- y sus ojos nuevamente se posaron en mi.
-¿A qué te refieres?-Le dije a Agus, ya sabiendo de antemano su respuesta.
-Por sus actitudes cambiantes, principalmente contigo, su comportamiento me extraña. Lo único que te pido es que no caigas en sus juegos-Me dijo y vi que estaba hablando en serio.
Agus estaba en lo cierto, la fama de Julian era por ser mujeriego y engañar a las mujeres con sus tontos juegos. Y yo, estaba cayendo en estos, pero gracias a Agus y sus sabias palabras, estaba decidida a cambiarlo.
Pero en mi mente seguía la leve posibilidad de darle una oportunidad a mi corazón y a que él cambiara para bien, para mi bien.
-Agus, no se que hacer. Me encuentro muy confundida- le dije y lo abracé.
-Tranquila, tus dudas se aclararan con el tiempo, acuérdate que también está Pablo- me dijo con tono pícaro.
-Por favor Agus, él no se fijaría en alguien como yo- le dije señalándome- ¡Mírame! No tengo nada especial, soy sencilla y me considero fea-.
-¡Por favor Oriana! Eres hermosa aunque no lo aceptes. Y con respecto a Pablo, yo no estaría tan segura-Me dijo y lo abracé más fuerte.

-¡Niños, salgan! Es hora de cenar- Llamó mi madre y con ayuda de Agus salí de la tienda para llegar alrededor de la fogata.
Durante la cena no vi a Julian, bueno, no es que me importara mucho. En realidad sí, estaba constantemente pensando en él, y si no quería salir lastimada, tenía que dejar de hacerlo.
Hablé un rato con Sophie luego de esta y me fui con Julian a dormir.

El sueño que había sido lejano para mi, seguía siendo lejano.
Y lo acababa de comprobar el día en el que hoy me encuentro, ya hacía una semana que nos encontrábamos en el campamento.
Julian seguía igual, a veces era amable y otras veces frío, a veces lo encontraba mirándome, y otras ignorándome.
En la tarde de ayer, me había besado y demostrado cariño, en la noche me había preparado una cena al lado del río, era un momento perfecto, había caído rendida a sus pies y el lo sabía, como objetivo de esta cena era comprobar mi afecto hacía él, comprobar si ya era parte de su juego. Y sí, sin darme cuenta de a poco fui entrando, y ahora me encontraba en él, pero prefiero omitir más detalles de este día, para evitar sentirme peor. Estaba cegada por sus encantos.
Se preguntarán que paso y como me di cuenta, supongo yo ¿no?, bueno procederé a contarles.
Siempre supe que las consecuencias tarde o temprano iban a llegar y este era solo el simple comienzo, en el cual era la única perjudicada.

Hoy, un domingo nublado y frío, como próximamente me encontraría yo.
Me encontraba recién levantada desayunando completamente y perfectamente feliz al lado de Julian, por los acontecimientos del día de ayer y porque Agus me había informado que Pablo vendría por la semana que quedaba a pasar los últimos días de vacaciones con nosotros.
Luego de desayunar nuestros padres salieron a la cuidad a hacer compras y esperar hasta la noche, para pasar por Pablo a la estación.
Agus y Sophie, la pareja de tortolitos habían salido a caminar por allí.
Julian y yo nos encontrábamos conversando como si nada, él estaba siendo más amable de lo común y a mi simplemente me encantaba, o al menos eso parecía.
Al mediodía la parejita volvió y almorzamos juntos, para luego de esto nuevamente irse volviéndonos a dejar solos.
En la tarde, me encontraba recostada descansando junto a Julian, era algo inexplicablemente perfecto.
"Te tengo una sorpresa para ti hoy, te esperaré a las ocho, tu sigue el camino de rosas que te llevaran hasta ella y ven arreglada" Me dijo Julian al oído y mis ojos se iluminaron de emoción, la cual traté de disimular.
Luego de decirme esto, desapareció. Vi que eran las siete, por lo que comencé por cambiarme con la mejor ropa que había traído al campamento, y abrigo. Nunca me había maquillado pero lo hice levemente ya que era una ocasión especial. Tomé el marcador de pestañas y el brillo para los labios de mi madre y logré pintarme, era muy sencillo, pero marcaba la diferencia.
El reloj de mi celular marcaban las ocho por lo que decidí irme.
Debajo del cerezo los pétalos de rosas rojas marcaban un camino, miré al cielo y estaba oscureciendo.
Yo por supuesto lo seguí sin dudar, camine unos cinco minutos y a lo lejos vi unas velas iluminadas marcando el camino, dándole a todo un aspecto más romántico.
Seguí unos cinco minutos más y me encontré con la sorpresa.
Julian estaba allí pero no solo, todo parte de esta grandiosa sorpresa.
Estaba con una chica, bueno una zorra del instituto a quien reconocí como Jennifer, pero no solo estaba con Julian charlando. Se estaban besando salvajemente a punto de tener relaciones en mis narices. En seguida se me vino a la mente la vez que vi a Nath con Julian y las mismas ganas de llorar volvieron. ¿En serio me había creído tan astuta?
Lo pero de todo era que Julian estaba totalmente consiente de lo que me causaba.
Me miró con una sonrisa de autosuficiencia y su ego desbordaba de su ser.
-¿En serio creíste que una persona como yo, estaría con alguien cómo tú?-Me dijo riéndose, humillándome. En realidad si, siempre lo tuve presente pero estaba tan malditamente ilusionada que no lo veía.
-No puedo creer lo que hiciste, ¡ERES UNA BASURA SERRANO! NO TE MERECES A NADIE, NI A MI, NI A LA MUJER MÁS PERFECTA DEL MUNDO-Y las lágrimas comenzaron a caer.
-Todas están a mis pies, hasta tú- me dijo todavía burlándose, acaso este ser ¿no tenía sentimientos?
-Ya no más Serrano, desde ahora para siempre, nunca volveré a caer en tu mierda de juegos- Le dije y salí corriendo de allí, estaba débil lo admito pero la decepción y el enojo eran mucho más fuertes.
A pesar de que no eramos nada, él tenía el derecho a hacer lo que le plazca en cierto sentido, pero no jugar con las personas como juguetes, humillarlas de la peor forma y dejarlas como sí no paso nada y como tontas enamoradas caer.
Ya no más, tenía dos opciones : huir y dejar pasar todo lo que sucedió.... o vengarme. 

No Todo Es Lo Que Parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora