Recuerdos: Doctora Harleen Quinnzel

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—¡Puddin! ¡No me hagas esto! —supliqué de rodillas —¡No me dejes! —rogué gritando, lo vi desaparecer en una espesa la niebla, para dejar atrás nada más que vacío, se había ido, y no volvería, el vacío me consumía, dejándome en una desesperación perpetua, comenzó en el corazón y se expandió a cada rincón de mi cuerpo, el dolor no cesaba, me tire al piso de rodillas, sin poder párate las lagrimas, de mis labios solo salían gemidos de dolor.
     Escuche  su voz detrás de mí, llamándome, susurraba dulcemente mi nombre.
    Me incorpore y me volví para mirarlo, sonreí ampliamente y corrí hacia el con los brazos abiertos, pero al acercarme puso un arma frente a mi rostro, paré en seco. Observe su rostro con angustia y me di cuanta, sus ojos... eran completamente blancos, carentes de color, así como de emoción, lo observé con miedo.
    —¿Que hará, jefe? —pregunté con miedo.
     Sonrió.
    —Tu no me importas —dijo. Era algo que ya sabía, pero el no lo había dicho.
    Me rompió, me rompió por dentro, y eso se transmitió superficialmente, mi piel se agrietó y comenzó a romperse como si se tratase de porcelana.
     Mi respiración se volvió pesada, miraba mis brazos destrozarse aterrorizada.
    —¿Crees qué te quiero?¿Qué me interesas? ¿Qué yo haría algo por ti? —rió entre dientes.
     Estaba hiperventilando.
    —Te mataría en cuanto pueda —afirmó sin dejar de apuntar con el arma.
     El cañón del arma estaba amenazante frente a mi rostro. Toqué mi rostro con mis dedos y cayeron trozos de este.
     Lo miré atenta, esperando su siguiente movimiento, y lo hizo, jaló del gatillo.
     Y entonces, cuando la bala estaba a punto de impactar con mi rostro desperté de golpe y con la respiración agitada, tenía la boca seca y estaba sudando. Todo había sido un sueño. Me estire y lance un largo bostezo, aliviada de que no fuera real, mire la cama, a mi lado y Hiedra ya no estaba ahí, me senté en la orilla de la cama tratando de calmarme, necesitaba un momento porque estaba segura de que si no me calmaba no podría ni caminar. Me levanté y camine hacia la cocina y ahí estaba ella, estaba preparando algo de café y olía delicioso, y yo, hambrienta.
— Hola —saludó dulcemente.
—Hola— respondí, mi voz a penas y salió.
—Sientate, en un segundo llevo el café —obedecí y me senté en una de las dos únicas sillas que había en la pequeña mesa que estaba entre la cocina y la sala. Hiedra llego con dos tazas llenas de café y se sentó al frente. Tome un sorbo, estaba delicioso.
—¿Qué hay de desayunar? —pregunté ahora con la mente más ordenada.
    —¿Desayunar? —rió —. Son las dos de la tarde, Harley —replicó con burla.
    —Oh —exclamé y me di cuenta de que ni siquiera tenía idea a qué hora me había quedado dormida—. Bueno ¿hay algo que pueda comer que no sea verde? —me miro mal — Ok, no me mires así, solo que hoy no tengo antojo de eso.
—Mmm, no, no creo que te haya nada— contestó.
—Hay un puesto de Chilly Dogs a unas calles de aquí. Esos Chilly Dogs son deliciosos —dije con la boca hecha agua.
     Ella lo pensó un momento.
—Anda, roja.
     —De acuerdo —aceptó —. Supongo que te hará bien distraerte un rato. Pero, linda, creo que aun hueles a basura —olfatee mi antebrazo y era cierto, apestaba a basura. Hice una mueca.
— Iré a darme una ducha.
—Bien —oí decir a Hiedra mientras me encaminaba al baño— te dejé toallas adentro.
   Tomar un baño en verdad me relajó, aunque me la pase todo el rato leyendo la etiqueta del shampoo orgánico de Ivy, trataba de no pensar ni un segundo en él.
Después de ir por los hot-dogs nos sentamos en una banca en un parque cercano.
—Oye.
—Mande —respondí con la boca llena, ella me sonrió divertida.
—¿Me esperas?
Trague rápido lo que traía en la boca.
—¿A donde iras?
—Ahí —señaló una tienda de herbolaria.
—Bien — dije y seguí comiendo.
Noté que había un chico mirándome, no presté atención, supongo que ser Harley Quinn y verse como yo te da cierta atención. Me sonrió y agitó su mano en un gesto de saludo, lo miré extrañada.
—¡Harleen! ¡Harleen Quinnzel!
Me estaba llamando a mi, pero me pareció que era el nombre de alguien más.
    —¡Harleen!¿No me recuerdas? — dijo acercándose a mi, lo reconocí, lo conocí en la universidad y trabajo conmigo en Arkham un corto periodo, mis primeros días fuimos compañeros.
No estoy segura de que fue lo desató, pero sentí pánico, sentí que debía alejarme de él.
—No, no soy yo —repuse.
—Harleen —me miro con lastima, sentía lástima por mi, por quien era ahora. Acercó su mano para estrechar la mía, yo lo empujé.
—Aléjate de mi —ordené y me alejé corriendo. No tenía idea de hacia donde corría.
Termine en un callejón, estaba cansada, me senté cont una pared, con la cabeza entre las piernas.
—Aléjate de mi, aléjate de mi —repetí en murmullos, me faltaba el aire, cerré los ojos tratando de pensar.
Gran error.
Fue como regresar a ese momento, a ese primer día en Arkham, fue como regresar a ser La Doctora Harleen Quinnzel.
    —Harleen Quinnzel —oí la voz de una mujer —soy Joan Lenand —Joan era una mujer bonita, con piel morena y cabello corto y negro, llevaba una falda y una bata de doctora, igual que yo. Nos dimos la mano cordialmente.
   —Hola, Joan, llámame Harley, todos lo hacen — dije con entusiasmo y sonriente, aunque sabía que eso era mentira.
     Ambas caminamos por un pasillo flanqueado por celdas, podíamos ver a los prisioneros a travez de los cristales, era un lugar obscuro, a penas alumbrado por la luz mortecina y amarillenta de los focos que colgaban sobre nosotras, el ambiente se sentía pesado, siniestro, tenebroso, que más se podía esperar si sentías los ojos de maniacos y asesinos sobre ti.
    —Me sorprende mucho que quieras internarte en Arkham —comentó  mientras caminabamos hacía mi nueva oficina.
    —Bueno, siempre me han atraído las personalidades extremas —confesé.
Miré a través del cristal en una celda a una hermosa chica de piel verde, cuidando de unas rosas, Hiedra Venenosa, había escuchado de ella, una ecoterrorista con habilidades sobrehumanas  y una pasión extrema por las plantas.
— Son mas emocionantes, mas desafiantes —concluí.
    —Y mas famosas... - inquirió, con un tono que intentaba decir se-lo-que tramas.
    —No puede negar que hay cierto glamour en estos súper criminales —argumente.
    —Te lo advierto te asechan —afirmó seriamente.
    «Estos son auténticos psicópatas, si planeas ganar dinero escribiendo un libro revelador sobre ellos... —advirtió. Se detuvo cuando notó que había dejado de prestar atención, estaba centrada en el dulce silbido proveniente de la celda de algún preso —piensa lo dos veces — terminó».
     Me paré frente a celda y lo miré a través cristal, por supuesto que sabía quien era, era él, el príncipe del crimen, el rey de Gotica, el payaso en persona, Joker. Un escalofrío me recorrió. Él estaba recargado en la pared, junto a su cama, y al notarme me giñó el ojo y me dedicó una gran sonrisa, me quedé estática, debía estar aterrada, y lo estaba, pero no podía ignorar lo intrigada que estaba de ese enigmático personaje.
     —Comen a las novatas en el desayuno — bromeó Joan, en respuesta solté risita nerviosa.
     Continuamos el camino en silencio hasta mi oficina.
    —Aquí es —informó cuando estuvimos frente a la puerta y me entrego unas llaves antes de retirarse.
     Abrí mi oficina y me adentre en ella, estaba obscura y únicamente entraba luz pálida por la ventana a través de las persianas. Deje mi portafolios al lado de la puerta y ví sobre el escritorio un lindo florero color rojo con una nota en el cuello. En el jarrón había nada más que una hermosa y solitaria rosa roja. Leí la nota:

Ven a verme alguna vez.
-J

Me quite los lentes, tomé la rosa entre mis dedos, cuidando de no clavarme una espina y la olí, tenia un olor dulce y embriagante, sonreí. Tenia el presentimiento de saber quien la había dejado ahí.


Al día siguiente fui a verlo, estaba acostado plácidamente en su cama con las manos detras de su cabeza y los ojos cerrados, estaba segura que estaba fingiendo. Me acerque e hizo una mueca, aun con los ojos cerrados.
    —¿Sabes como llegó esto a mi oficina? —cuestione mostrándole la nota del florero.
—Yo lo puse ahí —confesó tranquilo, pero reconocí cierto matiz de malicia en la voz, lo cual me era intrigante.
     Suspire y me cruce de brazos, tratando de mostrarme molesta.
    —A los guardianes les gustara saber que hacías fuera de tu celda —amenace autoritaria.
    —Si realmente pensabas decírselos ya lo hubieras hecho — me reto, se incorporó y se acercó al cristal que nos separaba, mirándome como un depredador a su presa, retrocedí, se puso de cuclillas en su cama frente al cristal — ¿sabes muñeca? me gusto lo que oí de ti — dijo coqueto — en especial... tu nombre —hizo una pausa - Harle-en Quinn-zel — separó mi nombre juguetón.
     Me acomode  los lentes, tratando de controlar mis nervios.
    —Un poco modificado tenemos, entonces... ¡Arlequín! — exclamó con alegría y puso sus manos formando un circulo con sus dedos índice y pulgar sobre sus ojos, como simulando lentes. Estaba jugando conmigo.
    —¿Como el payaso de la historia?¿arlequín? Si, lo se, me lo han dicho antes —carraspee exasperada y guarde la nota en mi bata.
    —Es un nombre que hace nacer una sonrisa en mi cara — dijo, puso sus manos sobre el cristal y mostró los dientes en una gran sonrisa. Intente reaccionar, necesitaba alejarme de él, di la vuelta y comencé a caminar.
    —Me haces sentir que hay alguien con quien puedo comunicarme — admitió— alguien a quien tal vez le gustaría saber sobre mis secretos.
Me detuve, tenía mi oportunidad, tenia que conseguir una seción con el.
Tenía que descubrir cada uno de sus secretos, podría ayudarlo e incluso curarlo, me ganaría el respeto de todos, su admiración, sería famosa.
    —¡Harley! —oí la voz de mi mejor amiga amiga casi en un susurro — ¡Harley! —podía oírla pero no la veía. Tenía la sensación de estar bajo el agua mientras alguien me llamaba desde el exterior— ¡Harley!
Arkham comenzó a desvanecerse.
Estaba entre dos realidades.
La voz de Ivy se oía como un susurro a pesar de que estaba frente a mi, su imagen era poco nítida, parecía gritarme y estaba muy cerca de mi cara, sentí como me tomaba de los hombros y me agitaba, ella se veía desesperada pero yo lo sentía a penas— ¡Harley! —esta ve se oyó más fuerte — ¡Harley!¡Hey! —su voz por fin me devolvió a la realidad, salí a la superficie.
    — Pamela... ayuda — susurré. Ella me miro extrañada al escuchar su nombre, su verdadero nombre, yo jamás la llamaba por el, fue un movimiento inconsciente, como si todo dentro de mi necesitara decirlo, pero estaba tan ida que ni siquiera estuve segura de haberlo pronunciado. Abrió la boca para decir algo pero la cerro al instante y continuó examinándome.
tanto que ni siquiera estuve segura de haberlo pronunciado.
    —¿Por que me llamaste así? —murmuró.
    —Yo... Yo no lo se , Hiedra, yo... Yo solo lo dije.
    —¿Que paso? —pregunto frunciendo el seño con preocupación.
    —¿Con qué?
    —¿Harley, qué haces aquí? —preguntó preocupada.
    —¿Cómo me encontraste? —la evadí.
    —Un chico me dijo que viniste por aquí.
    —Debe pensar que estoy loca.
    Me miró con una ceja alzada.
    —Le daría la razón —acepte.
    —¿Que pasó? —preguntó de nuevo.
    —Lo recordé.
    —¿Que? —dijo sin entender.
    —Arkham — al decirlo mis ojos se inundaron.
    —¿Que tiene?
     Yo había estado muchas veces en Arkham, encerrada o al rescatarlo a él, pero justamente tuve que recordar cuando estuve como psiquiatra, se sentía tan lejano como en otra vida.
    —Yo... —hize una pausa mientras luchaba por contener mis lágrimas — yo recordé cuando estaba como psiquiatra —musité —. No era yo –reflexione —, era Harleen.
     Me acarició la cara con el dorso de su manos
    —Vamos a casa —me abrazoc luego caminamos de regreso a su apartamento.

Me base en su primer día en Arkham en la serie animada, todos los diálogos los saque de ahí, les dejo el vídeo en multimedia.
Espero que les haya gustado.

Te necesito, mi horrible amor (Harley Quinn/ Harlivy/ Jarley) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora