Capítulo 49

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"Ahora eres mi amigo y mi hermano. No te dejaré morir aquí. No hoy"






No supieron como, solo que eran demasiados. Igual que un enjambre. Igual que un puñado de arena.

Bogdan sostenía la espada, esta era enorme y brillaba a la luz de la luna, era plata pura.


El caballo había sido devorado por unos cuantos lobos. Detrás de él, estaba Sergei. En su forma de licántropo. Eran cerca de veinte a su alrededor.

—¡Si tienes una idea ahora sera mejor que la digas, o seremos comida para perro! —grito Bogdan. No perdía la vista de ninguno de los cientos de afilados dientes a su alrededor.

Sabia que no le respondería, pero tomó su gruñido como un: ¡Solo mata a cuantos infelices veas!


Su espada parecía tener vida propia, giraba, cortaba y silbaba en el aire. Como si conociera su trabajo.
En sus manos era como si fuera una extremidad mas de su cuerpo.

Sergei aplastaba, perforaba y desgarraba gangantas como si estuviera en su punto mas salvaje.

Muchos de los cazadores ya estaban muertos mutilados o con los cuerpos desechos. Si, era una escena cruda y grotesca. Cientos de cuerpos de lobos y hombres, estaban regados por toda la nieve que caía esa noche.

Poco a poco el sol comenzó a salir y Bogdan se dio cuenta que habían pasado toda la noche peleando contra esos monstruos.


De pronto a lo lejos, encima de unas cordilleras puntos difuminados aparecieron. Trató de enfocarlos, abrió los ojos totalmente, no podía ser.

—¡Cazadores! —grito a todos a su alrededor estos giraron un segundo a su dirección. —¡Cubranse!

De pronto una lluvia de flechas cayo sobre ellos como alfileres. Detrás del escudo Bogdan miro a sus compañeros haciendo una especie de fortaleza con los desgastados escudos de madera.

"¡¡Como diablos consiguieron arcos y flechas!!" pensó.

Mirándolos con ojos asesinos.


De pronto a sus espaldas, el sonido de chillido lo sobresaltó. Se giró.

Sergei estaba tirado en el frío suelo, con una flecha en el pecho. Ya no era un lobo, era un hombre.

De inmediato se acercó, en medio de todo el caos.

Sergei lo miraba con ojos llenos de dolor. Inútilmente trato de sacarse a si mismo la flecha ya que era como si sus músculos se hubieran congelado. Eso extraño al cazador. Usualmente para los lobos, esas flechas no eran nada.

—¡Demonios! ¡Resiste Sergei! ¡No le hagas esto a Anka! ¡No ahora maldición! Sujeto con fuerza la flecha e intento sacarla pero estaba profundamente enterrada.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora