Capítulo 30

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Aún faltaban cosas por descubrir y tantos secretos se deslizaban entre las palmas de sus manos.

Los cazadores, que siempre creyeron detener la ambición de los lobos y eliminar a las manadas de forma progresiva, ahora parecía algo paradójico verlos a su alrededor dia con dia, convivir y aprender los unos de los otros.

¿Por cuanto tiempo estuvieron cegados por la orden y la manera en que los adotrinaron en contra de ellos? Haciéndoles creer que estas criaturas eran los malos de la historia. Que eran monstruos despreciables destinados a una completa destrucción de su raza.

Poco a poco se daban cuenta de lo equivocados que estaban.

Y ahora, el destino parecía unirlos de una manera forzada. Uno de los mas poderosos Alfas habia reunido una fuerza temible contra ellos y contra su propio hijo

¿Con que intenciones? ¿Por que?

Kennya se sentía cansada y abrumada.

El cielo se despejaba y la tormenta de nieve había dejado de caer. La tormenta invernal por fin había acabado.

¿Sería una señal de algo bueno? Confiaba en que si.

Se abrazo a si misma frotando su cuerpo con sus brazos, se giro levemente y la habitación era precariamente iluminada por una lámpara de aceite antigua, en la cama la sensual silueta de Alekséi se alzaba sobre está.

Se sentó a su lado, mirando detenidamente su rostro de pómulos altos, labios delgados pero muy apetitosos, su nariz recta y esa pequeña arruga en su frente que siempre aparecía cuando algo atormentaba sus sueños.

Lo acarició suavemente, tratando que esa sensacion se quedara grabada en su mente para siempre. Esa cercanía tan intensa y profunda era un lazo irrompible.

Besó sus labios de una forma lenta y delicada. No deseaba sacarlo de su profundo sueño.

Ese día había sido muy agotador para ambos.

De pronto, un escándalo se armo afuera de la enorme hacienda, podía escuchar las voces enfadadas de los demás. Sorprendída, salió preparada para lo peor.

Al llegar, todos estaban aglomerados alrededor de una persona.

Era Bogdan.

Se abrío paso entre ellos y lo que vio la dejó impresionada.

Llevaba entre los brazos a una mujer cubierta con una larga y pesada piel de animal y por la forma que la llevaba enredada en ella, iba desnuda.

—¡Debemos matarla ahora! ¡O los demás vendrán en su búsqueda!—gritaban muchos.

Él cazador fijó su vista en la lider y a grandes pasos se acerco.

—No creo que pueda hacer algún daño en este estado. Esta casi muerta. Deberíamos... ¡Deberíamos sacarle información! ¡Si la asesinamos perderemos esa oportunidad!

Lo meditó un segundo. No parecía mala idea.

Todos los demás estaban en total desacuerdo. No los culpaba, era una roge después de todo. Y por lo tanto peligrosa. No arriesgaría a más gente.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora