Capítulo 1

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Ambos miraban todo desde las alturas a orillas del muelle más grande de Moscú

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Ambos miraban todo desde las alturas a orillas del muelle más grande de Moscú.

-¿Segura que quieres ir sola? Habrá muchos lobos en la reunión. Será muy peligroso, es posible que necesites ayuda -. El hombre de las patillas canosas habló.

Míjail miró de reojo a la chica que miraba todo atenta a través de los binoculares. Inseguro le tendió la ballesta metálica y unos cuchillos de plata. Como siempre la chica guardó ambos en sus piernas y tobillos.

La ballesta era grande pero ligera. Las flechas contenían plata líquida en la punta. Si lograban atravesar a un lobo moría de forma lenta y agonizante.

Se echó ésta en el hombro. Como sí no lo hubiera escuchado.

Lo miró. Estaba preocupado. No lo culpaba. Míjail solía preocuparse demasiado, aún más con el suceso de unas semanas antes en Berlín: por poco moría a manos de un pequeño grupo de Roges. Pero como la mejor en la orden sus reflejos la ayudaron a salir ilesa.

Sé enorgullecía de su fuerza y destreza. Su ingenio y inteligencia superaba mucho al de una persona promedio.

Por eso era la indicada. La elegida para esta tarea.

-¡Vamos! Con quien creés que hablas. Primero se descongela toda Siberia antes de que esos monstruos me alcancen. Además, te tendré por él auricular. Guiarás mis pasos Misha- le sonrió de oreja a oreja. Sabía qué el diminutivo le molestaría.

-No tientes tu suerte pequeña. Y deja de llamarme Misha... Lo odio -. le entregó la mochila con equipo.

Era divertido hacerlo rabiar con eso.

La peliblanca le miró unos instantes más, aún que Míjail no compartiera su sangre para ella siempre sería su padre. Él le enseñó todo lo que sabía, por él estaba con vida. Él era su guardián.

-La reunión empezará en una hora. Sólo tendrás 15 minutos para localizar tú objetivo y salir. Recuerda: sólo mata al Alfa y vuelve ilesa -. su expresión se endureció.

Asintió segura y confiada. No fallaría en su misión.

Salió directo hacía los muelles lo más sigilosa posible. Sentía el corazón galopar con fuerza. La adrenalina corría por sus venas. Para eso había nacido. Se sentía en completo equilibrio.

La enorme embarcación estaba anclada a orillas del muelle. Al ver el ambiente tan cargado de olor a lobo, se sentía enferma, completamente asqueada. Sería difícil guardar la distancia sin ser detectada.

Gracias a su agilidad, subió por la borda sin tanto problema y con sutileza subió a la parte mas alta de la proa.

Un manto de estrellas encima de ella eran testigos de lo que sucedería esa noche.

La velada dio inicio. Las voces mezcladas con la musica eran ruidosas y no podía entender las conversaciones. Sólo un sin fin de voces distorsionadas llegaban a sus tímpanos .

-¿Kennya? Kennya... Aquí Vasíliev. ¡Cambio!

-Te copio Misha. Estoy cerca, tal vez a treinta metros del objetivo.

-Bien hecho Kennya. Busca tu objetivo y destruyelo.

-Correcto.

Con los binoculares trató de enfocar mejor el rostro de todos en la cubierta, tratando de dar con él Alfa.

Pero lo que logró captar entre todos los demás, paralizó todo su cuerpo y su corazón.

Un hombre de pie en la plataforma, anunciaba el evento principal ésa noche. Un hombre. Un Lobo.

Tan magnífico.

No podía dejar de mirarlo con aprensión, con duda. Pero sobretodo con miedo.

Por primera vez en toda su vida se sentía aterrada. Confundida.

No podía tragar saliva siquiera. Estaba en shock.

Alto, cabello castaño. Ardiente como el infierno. De ojos grises. Toda una belleza. Tratando de ocultar ése ser salvaje detrás de un traje de sastre y una corbata.

Su corazón latía tan rápido que podía escucharlo. Sintió temor de que ya no fuera la adrenalina de la misión lo que lo hacía latir así.

-¡Kennya! ¿Lo tienes? ¡Responde!

-L-lo tengo -. Dijo bastante confundida.

-Okey. Acabalo de una vez.

El sudor recorría su espina dorsal como una lluvia fría.

Apuntó con la ballesta y lo tenía en la mirá. Si su corazón no le hubiera paralizado la mano ahora mismo ya le habría disparado al corazón hasta ver la luz salir de sus ojos.

Pero, ése era el maldito problema. ¡No sabía que demonios hacer!

-¡Acabalo Kennya me oíste! ¡Es una orden! ¡O me obligaras a intervenir!

-¡No! Ésta es mí misión. No te incumbe. ¡No necesitó de tu ayuda para acabar con él! Me oíste no interfieras.

Apuntó una vez más. Pero él se había ido. Chasqueo la lengua con fastidio y guardo todo. Bajó y cómo sombra salió de los muelles.

-Misión abortada. ¿Me copias Vasíliev? Ésta noche no será.

Los reclamos no se hicieron esperar por parte de su mentor. Pero ella sólo siguió su camino, en un torbellino de confusión y temor.

Y extrañamente feliz.

¿Era posible sentir felicidad y miedo a la vez? Bueno, sí era posible.

Continuará...

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora