Capitulo 12

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Narra Mijail




Tres días de viaje, y aún se nos hacía imposible llegar al destino trazado.

Agazapado, aún turbado. Esperaba a que llegáramos.

—¡Hey! ¡¿Mica!? ¿Estas bien? Te vez pálido. Una chica pelirroja de cabello corto se acercó a mi.

Su traje era negro, el de un cazador.

Se sentó a mi lado.

—Estoy bien Razziel. Solo un poco cansado —masajee el puente de mi nariz.

—La maldita lluvia no ha dejado de caer desde hace tres días, tal vez sea una mala señal —hablo Marius. Otro maestro. Era uno de los más experimentados. Por no decir uno de los más antiguos cazadores.

—¡Ahí vas tú y tus supersticiones extrañas y sin sentido Marius. Es solo una estúpida llovizna!

Razziel le volteo los ojos. Era joven y inexperta.

Sonreí, me recordaba tanto a Kennya. Un nudo se formó en mi estomago. Recordar lo que los jueces me habían mostrado... me hacía temblar.

Era tan injusto que a ella esto le estuviera pasado. Y en territorio de lobos.

Solo rogaba a los dioses estuviera bien. Y terminará su trabajo lo antes posible.

El camino era fangoso y blando. Solo nos rodeaban árboles y más bosque.

Al cabo de un rato una vereda se nos abrió paso. Atravesamos el lugar. Había un viejo monasterio, se miraba abandonado.

¡¿Que diablos tenían que recoger aquí?!

Bajaron de la camioneta y observaron mejor el lugar, era tétrico. Dos enormes gárgolas a cada esquina de la entrada custodiaban el lugar.

Tres encapuchados nos dieron la bienvenida. El castillo estaba en ruinas, pero a esta gente no parecía importarles.

Abrieron una puerta al fondo de un corredor. Un sin fin de velas encendidas iluminaban el lugar.
Al pie de una gigantesca imagen con símbolos extraños y en una lengua antigua, estaba otro sujeto con las mismas vestimentas.

Se saludaron entre sí y bajaron sus capuchas. Eran hombres comunes, pero muy ancianos. Demaciado.

—Sean bienvenidos al Monasterio de Isharot. El lugar al que acuden todos los seres para saber las respuestas a sus interrogantes. Por sus vestimentas puedo notar que son cazadores. Y el precio por las respuestas es elevado.

Marius le arrojó una bolsa repleta con monedas de oro.
La cantidad era impresionante.

—Esto tiene que ser suficiente... Para lo que hemos venido.

—Muy bien, es suficiente —saco de entre sus ropas una botella con un líquido extraño. Marius lo tomó y lo observó asqueado.

—¿Que rayos es eso? —pregunto Razziel curiosa.

—Es sangre de Dragón. Pero solo de aquellos a los que se les ha dado muerte con armas de plata. Es mortal para los sarnosos. Es la última arma que la orden nos ha proporcionado. ¿Solo unas gotas son suficientes? Marius pregunto interrogante.

—Así es. Solo bañen objetos con esto y el lobo muere al instante. Una gotas en la bebida y tendrá una muerte lenta y dolorosa.

Los demás cazadores rieron con gusto. Yo simplemente no pude.

—La tormenta empeorará. Será mejor irnos. Marius... - dije algo irritado.

Y así nos dirigimos al auto de nuevo.

Al salir junto a un riachuelo, una extraña mujer tocaba el arpa. Su melodía era atrayente pero triste.

—Puedo oler el aroma de una criatura antigua. ¡Es fuerte, pero su corazón es débil! Y su destino esta sellado por la desgracia. ¡Un Lobo ligado a una híbrida! Muy curioso —decía la mujer oculta en su capucha. Sus dientes de plata brillaron al mostrar una horrible y retorcida sonrisa.

Me acerque a ella. Curioso.

—¿Que es lo que sabes anciana? —me puse en cuclillas a su lado. Paró de tocar su melodía y con ojos vidriosos, me miró.

—¡El verdadero peligro no son los lobos, sino una maldad más horrible acecha a la pobre criatura! ¡Sacala de ahí pronto! ¡O sufrirá demasiado! —me tomó de la chaqueta.

—¡Anda! Ya suéltalo abuela, es hora de irnos. Andando —la pelirroja me jalo hasta el auto.

Yo solo le daba vueltas a lo que dijo.

—No debes escuchar a una bruja como esa. Solo estafan, así que olvidalo.

¡¿A que diablos se refería con todo esa palabrería?!

No importaba cuanto trataba de descifrar todas esas palabras en mi mente solo estaba la palabra "hibrida".

El puzzle comenzaba a encajar en su lugar.

Y estas comenzaban a involucrar demaciado a Kennya.

Estaba muy preocupado por ella. Tal vez con suerte el consejo apruebe mi intromisión en la misión, y sacarla de ese lugar cuanto antes. Odio pensar que algo le haya ocurrido.

Aún era una muy joven para sacrificar tanto.

Y ahora, con ese veneno.

Sería una carnicería, y Kennya estaba en medio de toda esta mierda.

Tenia que actuar y pronto.

—Si sigues arrugado el señor de esa forma, tus ojos quedarán pegados para siempre Mica.

—Muy graciosa, deja de llamarme Mica ¿quieres?

—¡Huuuy! Lo siento, olvidé que solo Lodwood puede llamarte así por eso es tu consentida.

—Ya basta chiquilla tonta, deja de molestar a un maestro. O yo mismo te cerraré el picó, créeme que lo haré.

Marius utilizo su muy intimidante tono y su musculatura ayudaba bastante para intimidar.

—Inténtalo y te pateare el trasero. Créeme que lo haré —le saco la lengua infantilmente. Yo solo reía con su charla.

Mientras por la ventana el sol caía a lo lejos, rodeado de nubarrones. Anunciando otra tormenta.

Y tal vez, esta tormenta... Sea la peor.

Kennya: Cazadora de Lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora