CAPÍTULO 21

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                           SAM

Ese maldito hijo de perra me tenía harto, ya ni sabía porque seguía en esa maldita casa, lo odiaba y nunca iba a dejar de sentir desprecio hacía él, aun que sea mi padre jamás lo iba a aceptar como tal, era un maldito narcisista no sabía como esa tal Gabriela lo toleraba.
Subí las escaleras rápidamente y entré  a mi habitación, tenía tanta ira acumulada que golpee mi bolsa de boxeo con mis puños tratando de liberar un poco de presión, escuché que abrieron la puerta y me volteé, Sarah estaba parada con los ojos cristalizado. Cuando de repente entró mi padre casi atropeyandola, mi ira volvió con mucha mas fuerza que podría llegar a matarlo, fui hasta él y Sarah se asustó, lo empuje y le grité que se largara de mi habitación, pero él no lo hizo e intentó hablar pero le estampe mi puño en su cara tirandolo al suelo, mi respiración estaba agitada y no sentía otra cosa más que odio y ganas de darle lo que tanto tiempo guardé, una buena paliza. Él me miró y noté la  sangre escurrir de su labio, miré a Sarah quien comenzó a llorar tapándose su boca con una mano, mi padre se levantó y me golpeó en la cara.

— ¿Por qué siempre arruinas todo? —le preguntó molesto.

— Se siente bien ¿verdad? —le digo sonriendo con ira— dime ¿así te sentiste cuando golpeaste a mamá? ¿es lo que quieres ahora? Adelante, tu estúpida cara me dice cuánto lo quieres —él me vuelve a golpear.

— Siempre quise lo mejor para ti —dice tartamudeando y mirando sus manos.

— ¿Para mi? Lo único que hiciste fue convertirme en un puto ambicioso igual que tú —le digo rechinando los dientes, Gabriela y Beatriz entran a la habitación, ven la situación y abren los ojos como platos, tenía sangre que salía de mi nariz y tal vez un moretón debajo de mi labio.

— Sé que no estuvo correcto lo que viste pero amaba a tu madre, y a ti también, solo quería que tuvieras éxito en la vida —dijo tratando de controlar su respiración. Reí forzado.

— Claro es lo único que importa ¿no? Y sabes, jamás te creeré esa estupidez de que estás arrepentido, ya es muy tarde para eso —le hablé duro y él se mostró triste, pero no tuve piedad-— mirame, mirame! estoy así por tu culpa, no sabes las mierdas que pasé, y solo porque tú, maldito hijo de puta me quitaste a mi madre quien pudo enseñarme lo bueno de la vida, pero tuviste que lastimarla y la corriste de la casa, hubiera preferido morir con ella que vivir con una basura ¿Por qué mierda no te moriste tú? —le grité eso último y él me vuelve a golpear pero ésta vez se lo devolví, lo taclee haciendo que caiga al piso y desde alli le di vaeios puñetazos en la cara mientras Gabriela y Sarah gritaban que parase, pero estaba cegado por el rencor. Todos esos años de desprecio, en el que solo hablaba conmigo para saber como iba los diseños o el trabajo en los talleres, nunca se interesó por mi persona.

— Eso fue por mi madre —le susurré al oído y el comenzó a escupir sangre, dejé su cara completamente golpeada y no me arrepentí de nada porque se lo merecía el idiota— ¿creiste que iba a dejar que me golpearas? Tú no sabes con quien estas tratando —le hablé a lo bajo y escuché como Sarah lloraba, la miré y ella corrió hacia el baño para encerrarse, me paré y fui hacía su puerta— Sarah abre la puerta —le digo pero lo único que escuché fueron sus llantos, mierda me hacía sentir mal ya que fui quien lo provocó— SARAH ABRE LA MALDITA PUERTA! —le grito pero nada— hay que irnos de aquí Sarah, por favor vámonos —miro a mi padre quien estaba siendo ayudado por Gabriela a levantarse, ella llorando y él medio adormecido. No sam ,no te arrepientas, recuerda siempre la razón. No me arrepentire nunca. Volví a golpear la puerta del baño pero Sarah no decía nada, sollozos era lo único que podía oír.

— ¿Sam? —preguntó al fin y yo acerqué mi frente a la puerta.

— Aqui estoy niña esgrima —dije y escuché que le quitaba el seguro la puerta, me separé un poco y la abrió, tenía su maquillaje corrido y lágrimas aún cayendo. Ella se acercó rápidente a mi y me abrazó fuerte, se lo devolví mietras llora— no llores por favor, todo está bien —le pedí y me miró justo a los ojos, haciéndome sentir aun peor de la que ya estaba, me sentí débil junto a ella, era como si su mirada pudiera trasmitir su angustia y todo lo que sentía.

Mi Amor PeligrosoWhere stories live. Discover now