Por otro lado, iré por Eric.

No, no es lo que parece.

Creo.

¡No!

Nicolás me llamó en mi día de descanso para avisarme del evento, porque Dimas no me ha dicho nada y tampoco he revisado el Facebook. Eric estaba con él, creo que suelen salir seguido, y ha dicho que por qué no voy a darle apoyo moral; fue muy tierno. Nicolás no ha conseguido controlar una risa burlona cuando le dije que sí iría, pero con Sofía.

Debo estar enferma al pensar que Eric puede ser tierno.

Muy enferma, agonizando.

—Aura, reacciona.

Abro los ojos, como platos, y miro el atuendo que me está enseñando. Es un vestido corto de color azul oscuro, con unas mallas negras y zapatos de tacón bajo del mismo color que el vestido.

—Es lindo.

—¿Y tú ya sabes que llevarás?

—Lo primero que encuentre.

Es verdad, no he estado muy creativa con mi vestuario en estos días; ni en nada. He intentado escribir y, cuando he confundido los nombres de mis personajes por los de mis amigos, lo he dejado por la paz.

—¿No crees que le estás dando falsas esperanzas a Eric?

—¿Qué? —pregunto y dejo caer mi celular sobre el regazo—. No, ya hablamos...

Más o menos...

—No. Lo intentaste, pero no pudiste... —musita y se sienta a mi lado—. ¿Por qué no pudiste?

No voy a psicoanalizarme... ¡Mucho menos cuando voy a verlo en unas horas!

—No quería que se sintiera mal...

Porque puedo tener más que un autógrafo de él...

—¿Segura?

¡Voy a volver a asfixiarme, pero por los nervios!

—Bastante —zanjo la conversación—. Ahora voy a darme un baño y a alistarme.

Me incorporo de un salto, como si fuera una gran gimnasta, y me encierro en el baño. Es la única forma de escapar de la mirada perspicaz de Sofía, aunque no sé por cuánto tiempo consiga esconderme de la verdad que me acecha en cada reflejo.

☆★☆

El taxi se detiene frente a la enorme explanada, donde se realiza el evento, y, en un segundo, el vehículo se ve rodeado de decenas de personas que caminan hacia la entrada. No importa que no sea fin de semana porque pareciera que están regalando dinero en el festival... ¡Es una locura!

Sofía tiene el cuerpo rígido, mientras sus ojitos verdes siguen el movimiento de las personas, y una ligera capa de sudor perla su frente.

—Podemos irnos —le digo al notar su palidez.

Ella duda un momento, suspira y niega.

—Vamos, es tarde.

Pagamos al taxista y bajamos tomadas de la mano. Tenemos que permanecer muy cerca porque es fácil perdernos entre la multitud que intenta acceder al evento. No poseemos entradas ni nada parecido, todo depende de que Nicolás conteste el celular y, por suerte, lo hace al segundo timbre.

—¿Ya están en la entrada?

—¡Sí, aquí estamos! —grito para hacerme escuchar por arriba del barullo—. ¡Esto es un pandemónium!

La Melodía de Aura 1 - PreludioWhere stories live. Discover now