Capítulo 25

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—Es un tonto —Sofía agita su larga melena rubia hasta dejarla sobre un hombro y se recarga de nuevo en la barra donde acaban de dejarle una limonada—. Cuando Cedric me contó...

Me encojo de hombros y bebo de mi vaso de agua; Federico me ha permitido tomar un descanso casi al final de la presentación de la banda.

—¿Puedo culparlo? —murmuro mirándolos sobre el escenario—. Es decir, mírala... Es maravillosa con el violín y...

—Aura —interrumpe al tomarme por la barbilla y obligarme a mirarla—. ¿Por qué te haces eso?

—¿Hacerme qué?

Me aparto y estudio la mirada inquisitiva que me dirige.

—Menospreciar lo que eres —responde muy seria—. Mira, todos somos talentosos en algo. Minerva tiene un don con el violín y tú con la escritura ¿Sabes lo complicado que es para mí escribir una historia de tres líneas? ¡Y por el contrario te he visto escribiendo de la nada como si todas las imágenes se reprodujeran frente a ti!

Una leve sonrisa escapa de mis labios.

—Nadie pensará que soy una diosa sensual por pasarme horas sentada frente a la computadora escribiendo historias tontas.

—¿Historias tontas? ¡Por favor! —exclama y golpea la barra con su vaso— Si no temieras tanto el ser comparada con tu padre, estoy convencida de que ya habrías entrado a cientos de concursos y ganado una buena parte de éstos.

—Me sobrevaloras.

—¡No lo hago!

—Mi padre escribía realismo mágico y era... —suspiro— maravilloso en ello. No puedo hacerlo, lo he intentado miles de veces y terminan como cuentos sin pies ni cabeza.

—O eso es lo que tú crees.

—No, puedo ver cuando uno de mis trabajos es malo y todos los intentos que he hecho sobre realismo mágico lo son.

—Entonces no es tu género.

—Obvio que no lo es —espeto exasperada ya que aquello es demasiado cierto—, pero es lo que todos esperan que escriba.

—¿Y qué es lo que tú quieres escribir?

La voz de Sofía adopta ese tono dulce que la caracteriza.

—La vida —contesto sin pensarlo dos veces—. Sobre todo, esto, nosotras aquí platicando y ellos ahí en el escenario. Sobre la vida.

—Hazlo, así de sencillo.

No quiero continuar con esa conversación, aunque es lo que estoy escribiendo y nadie lo sabe. Todos esos trabajos, tan alejados del estilo de mi padre, están guardados con fiereza y no pienso dejar que nadie los vea; sería demasiado humillante que el mundo se entere del poco talento literario que posee la hija de José Antonio Reyes.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora