Capítulo 19

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Sofía cae dormida apenas se acurruca en la cama, pero yo continúo observando el techo, a través de la oscuridad, sin conseguir dormir por más de diez minutos seguidos. Decido levantarme, es incómodo permanecer inmóvil al lado de So, pues se asusta con facilidad.

La televisión de la sala está encendida con un volumen muy bajito, sólo percibo el murmullo de los actores. Dimas me mira sobre el hombro desde el sofá, regresa su atención a la pantalla como si no me hubiera visto.

Voy hasta la cocina y me sirvo un vaso de agua, mi plan era mirar televisión.

—¿Qué ves? —pregunto al tomar asiento en el mismo sofá, pero con una distancia considerable.

—Una serie nueva en Netflix.

Lo miro de reojo... y muerdo mis labios. No tiene camisa, la luz blanquecina de la televisión se proyecta sobre su abdomen marcado, las sombras hacen resaltar la tinta negra del tatuaje. Está sudando, entonces siento el calor que hay en el departamento y me levanto para abrir las ventanas de la cocina.

—Necesitamos un aire acondicionado para todo el lugar —digo al regresar a mi sitio en el sofá.

—Había olvidado el calor que hay aquí.

—Hemos sido el sitio más caluroso en el mundo por ratos ¿Sabías?

—No... ¿En serio?

—Sí, en casa no tenía aire acondicionado así que era como vivir en un baño sauna.

Nos separa una amplia distancia, tengo el presentimiento de que esa separación no es sólo física. Permanecemos en silencio por tanto rato haciéndome dudar de si sigue despierto, lo miro de soslayo, pero no puedo distinguir sus ojos con los mechones de cabello que caen a los costados de su rostro, y me acerco un poco para mirar. Dimas me descubre y enarca una ceja, unos nervios infantiles se apoderan de mí.

—Disculpa, pensé que te dormiste.

—No tengo sueño.

Ahora que estoy más cerca puedo ver mejor la marca oscura sobre su abdomen y el rostro... ¡Me duele mucho verlo así!

—Gracias por intervenir...

Dimas desvía su mirada de regreso a la televisión.

—No me agradezcas —murmura—. No iba a permitir que te lastimara.

—Pero te causé problemas con Minerva y...

—No importa —interrumpe.

Suspiro, no está muy hablador. Vuelvo a concentrar mi atención en la pantalla y comienzo a entender un poco la historia o me obligo a hacerlo, la presencia de Dimas es difícil de ignorar. Al terminar el capítulo me levanto para preparar palomitas de maíz y saco dos refrescos de soda del refrigerador. Regreso al sofá cuando van un par de minutos del siguiente capítulo y dejo el bol con palomitas en medio de nosotros, después le entrego su refresco.

La Melodía de Aura 1 - PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora