Parte 36. Desaparecidos.

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  Ya era de noche; en Magia, todos dormían con la excepción de los centinelas y la quietud de la noche no provocaba desconfianza alguna. Sólo la princesa Aral estaba algo inquieta en su lecho, como queriéndose advertir de algo. De repente, todas las habitaciones y rincones de palacio comenzaron a ser invadidas por un humo proveniente de los espejos que poseían.

   Aral despertó por culpa de aquella humareda, mas todo le daba vueltas; sin embargo, llegó a notar de dónde surgía aquello tan extraño; intentó incorporarse, pero, volvió a caer sobre la cama atrapada en una especie de profundo sueño, al igual que el resto de los habitantes del reino. 

  En pocos segundos, una nave descendió sin impedimento alguno y, de ella, descendieron seis hombres pertenecientes al ejército de Espejismo. Se dirigieron con prisa al pasillo que daba a los dormitorios reales, en donde se dividieron en dos grupos de tres integrantes cada uno. Uno abrió la puerta de la alcoba de los reyes y el otro la del cuarto del príncipe. Dos de los hombres de cada equipo cargaron tanto al padre como al hijo y lo transportaron hasta la nave que los aguardaba presta a partir. Los terceros en cuestión sólo tomaron alguna que otra prenda necesaria para sus rehenes, al menos, necesarias por algún tiempo. En la habitación de Dannal, uno de los secuestradores perdió una insignia; la nave partió tan sigilosamente como había arribado y nadie, ni siquiera el guerrero, pudo impedirlo.


  Al día siguiente, cuando despertaron, todos pensaron que se trataba de un día como cualquier otro; tan sólo algunos centinelas estaban extrañados. ¿Acaso no estaban custodiando durante la noche? ¿Cómo nadie los había reemplazado o reprendido por quedarse dormidos? De todos modos, mejor era callar, seguramente no lo habían advertido.

  Vella notó que su marido no estaba junto a ella en el lecho, pensó que, de seguro, debió haberse levantado antes que ella. Aral abrió sus ojos con lentitud; de repente, se quedó pensativa al observar el espejo. Salió de su cama de un salto y se dirigió al aparato estudiándolo con detenimiento; curiosa, pasó la yema de su dedo sobre la superficie y éste despidió un resto de aquel malévolo humo que le provocó un poco de tos; mas, no conseguía recordar lo que, inconscientemente, su instinto le había querido advertir al despertar. Así que se higienizó y se vistió para comenzar el día como el resto de sus compatriotas. En el pasillo del exterior de su dormitorio, se encontró con Canda.

  –Buenos días, Aral –saludó alegre.

  –Buenos días, Canda. ¿No sabes si Angal ya se levantó?

  –Sí, ya está molestando a tu guardia... ¿Cómo se llama?

  –Spy.

  –Sí; a él.

  –¡Pobre! ¿Y Dannal?

  –No; él aún no se ha asomado. Justamente venía a despertarlo.

  –¡Qué extraño! Él acostumbra a madrugar. Deja que yo me encargue de despertarlo.

  –Está bien. ¡Ah; Aral! Casi lo olvido; ¿has visto a papi?

  –No. Recién he salido de mi cuarto. ¿Le has preguntado a mamá?

  –No. Es ella quien lo busca. No lo ha visto desde que despertó.

  –Bueno, cualquier cosa, yo le aviso para que vaya a verla.

  –Gracias. –Hubo una pausa–. Aral, disculpa mi indiscreción... Es sólo curiosidad de hermana. ¿Qué tal la han pasado Trown y tú?

  –Excelente, hermanita. Él es atrevido, pero, muy dulce. ¿Y tú? Me enteré que anteanoche fueron a cenar.

Doble Destino.Where stories live. Discover now