Parte 14. Noviazgo.

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  Trown se aburría bastante sin sus amigos y "amigas" y, para colmo, su padre se había marchado de inmediato, luego, de su visita. Se podría decir que lo intentó todo. Habló con el rey; con la reina; pero, no logró congeniar gustos ni ideas; además, estaban siempre atareados con algo. ¡Qué manera de pasar un fin de semana! Entonces, trató de mantener conversación con los príncipes; después de todo eran jóvenes. Primeramente, probó suerte con el heredero.

  –Hola, Dannal.

  –¡Hola!

  –¿Qué estás haciendo?

  –¿Eh? –Siguió muy concentrado en su quehacer.

  –Te pregunté qué estabas haciendo. –El chico estaba atando un gran moño rojo en un paquete envuelto como para obsequiar; estiró sus manos con este hacia Trown.

  –Mh... ¡Es para ti!

  –¿Para mí? –El espejiano desconfiaba y no lo tomaba.

  –Sí. ¿Te gustan los regalos?

  –Y... sí.

  –¡Toma, entonces!

  –¿Y qué es? –Lo agarró entre sus manos.

  –Ya te he dicho; un regalo.

  –Sí, ya veo; ¿pero, qué hay acá dentro?

  –¡Ah; lo tienes que averiguar!

  –¿Lo has hecho tú?

  –Sí; todo yo solito. –Trown desató el moño y levantó la tapa de la caja, instante en el que un asustado sapo le saltó al rostro croando.

  –¡Ah! –clamó soltando la caja, en tanto, Dannal se retorcía de la risa–. ¡¿Así que esto lo hiciste tú solito, eh?!

  –Lo que sucede es que estoy haciendo un experimento.

  –¿Ah, sí? ¿Y, por qué conmigo?

  –No es contigo; es con todos. Ya se lo hice a varias personas y todas reaccionaron de maneras diferentes. Por ejemplo; mi papá gritó y, luego, se rió y me prohibió que se lo hiciera a mi mamá; ella gritó mucho más fuerte aún y me dijo: "¡Quiero este bicho fuera de mi vista!" –reprodujo sus palabras cambiando a un tono burlón y volvió a reír al recordar la escena.

  –¿Y cómo reaccionaron tus hermanas?

  –Canda casi se desmaya y Angal creyó que en verdad se lo había regalado y tuve que explicarle que se trataba de un experimento, entonces, luego, me lo pidió prestado. –Trown al ver que no pensaba continuar preguntó por la única que faltaba nombrar.

  –¿Y Aral cómo reaccionó?

  –No; a ella no se lo he hecho porque no tenía ningún sentido hacerlo.

  –¿Por qué?

  –Porque ella fue la inventora del juego; además, no se hubiera asustado, de todas formas.

  –¡Tendría que haberlo sospechado! ¿Y tú siempre estás haciendo esta clase de cosas? ¿No sales con chicas?

  –¡No; eso vendrá después!

  –¿Cuando termines las vacaciones y tengas un año más?

  –No; después.

  –¿Después cuándo?

  –Cuando llegue el momento.

  –¿Sabes cuántos años vas a cumplir?

  –Sí; catorce.

Doble Destino.Where stories live. Discover now