Parte 35. Esposos para todas.

27 5 0
                                    


  A la mañana siguiente, Trown salió bastante furioso y decidido de su habitación, y se dirigió a donde su padre disfrutaba la tan acostumbrada compañía; pidió permiso al entrar y se detuvo frente a Zach.

  –Padre.

  –¿Qué quieres, Trown?

  –Llegó la hora.

  –¿La hora? ¿De qué hablas? –inquirió extrañado.

  –De mi elección.

  –¿Tu elección?

  –De hacer efectivo el tratado, padre.

  –¿Quieres casarte? ¿Estás seguro?

  –Definitivamente.

  –¿Por qué no tomas unos días para pensarlo? No quiero que, luego, te arrepientas.

  –Ya lo pensé demasiado. Ya mismo vamos a Magia.

  –¿Pero, así? ¿De imprevisto?

  –Exactamente. La nave está lista, aguardándonos.

  –Está bien. Como gustes. –Dejó de mala gana a las muchachas que lo acompañaban–. A mí me conviene.


  Una vez en Magia, fueron invitados a almorzar para tratar el tema con la previa ausencia de los príncipes. Estos sólo saludaron y se retiraron a sus estancias, a excepción de Aral que fue detenida por la mano del Gran Príncipe.

  –Aral.

  –Déjame.

  –Estuviste llorando... –Reparó en su mirada–. ¿Qué pasó?

  –Nada. La vida.

  –¿Lloraste por la discusión de anoche?

  –Claro que no. Ahora, si me permites, debo regresar a mi cuarto.

  –Como quieras –dijo con dulzura–. Espero verte luego.

  –No lo creo. Tengo demasiada tarea. Adiós.

  –Hasta pronto.


  Durante el almuerzo, la noticia causó alegría en Vella, en cambio, para Jan era una pesadilla convirtiéndose en realidad.

  –¿Y tan pronto?

  –¿Y por qué no, Jan? Tus hijas ya no son unas niñitas. Además, a la elegida la cuidaré como si fuera mi propia hija, como la que nunca llegué a tener –argumentaba Zach.

  –De seguro que has optado por Canda.

  –No, Vella. Ella no es la elegida.

  –¡Pero...! ¡Entonces, si no contraes matrimonio con ella hay que casarla antes que a tu futura esposa!

  –Pues, yo no veo el motivo –comentó recordando el mal momento que les hizo pasar a Canda y a él.

  –¡Es tradición en Magia que la mayor sea la primera en casarse! Y de paso, podríamos buscarle esposo a la más pequeña.

  –¡Pero, querida! ¡Angal aún es una niña! ¿No puedes esperar unos años más?

  –Nada de peros, amor. Ya son grandes y Angal este año tendrá catorce; a esa edad me casé contigo, ¿recuerdas?

  –Sí, pero, era diferente. Yo contigo... –Jan no pudo continuar; lo sucedido dentro de su matrimonio era sólo entre ellos, no tenía por qué estar ventilándolo a medio mundo. ¿Además, quién creería que respetó a su esposa por tres meses debido a su edad hasta que ella misma decidió compartir el lecho con su esposo?–. Bueno, era distinto.

Doble Destino.Where stories live. Discover now