Parte 29. A pesar de ser una decisión inteligente.

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  Aral se encontraba sola y bastante triste desde aquel día en que descubrió la infidelidad de su madre. Y también aburrida, ya que no podía entrenar; en la sala de juegos casi siempre estaba Trown o alguno de sus amigos, a los cuales evitaba con audacia, y tampoco tenía a nadie con quien hablar y pasar el tiempo, así que tomó una decisión: intentar recuperar el año estudiando en esas deprimentes vacaciones. Su madre fue la primera en saberlo por la propia boca de su hija, la cual creyó que estaría de acuerdo por primera vez con ella; sin embargo, no resultó de esa manera. En el momento en que se lo anunció, estaban presentes los amigos del Gran Príncipe y este.

  –¿Estudiar durante las vacaciones? –Vella se sorprendió, en tanto, los muchachos agudizaban sus oídos para enterarse de qué nueva locura se le había ocurrido.

  –Sí, mam... madre. Creo que puedo lograrlo; si me esfuerzo estaré lista para que me tomen un examen junto con mis hermanas.

  –Pienso que has tenido tu oportunidad; ¿por qué, entonces, quieres hacer lo que no hiciste antes? Si no aprobaste con el pobre y buen profesor que te ha educado tantos años, mucho menos lo harás si estudias todo eso en tan poco tiempo.

  –¡¿Por lo menos puedo intentarlo, no?!

  –¡No! Aquí vinimos a pasar las vacaciones y no a hacer lo que no hicimos durante el año.

  –¡¿Qué te molesta que lo intente?!

  –Nada. ¡Pero, quiero que comiences a tomar responsabilidades!

  –¡Pues, tomar una decisión es una responsabilidad!

  –Y obedecer las normas impuestas es otra, así que, ya no se habla más del tema.

  –¡Vaya; cómo cambias según con quien te rodeas!

  –¿Qué quieres insinuar? –Aral se mordió la lengua para no dejar aflorar sus pensamientos.

  –¡Antes, me reprendías porque no me esforzaba en los estudios y, ahora, que quiero hacerlo, también te parece mal!

  –Pues, seré más clara contigo, Aral. Tú eres una invitada y, aunque estés muriéndote de aburrimiento, debes demostrar lo contrario y ayudar a que los anfitriones se sientan bien con tu presencia.

  –¿No me digas? ¿Eso es lo que haces tú? –sonó irónica.

  –¡Eso es lo que se debe hacer! ¡Y deja de ambular con esa cara que le quita las ganas de verte a cualquiera! ¡Si estás aburrida ve y júntate con Trown, Rich y el resto! ¿O acaso, de golpe, te has vuelto tímida? ¡Con tus guardias te comportas como una vulgar pueblerina y con quienes deberías relacionarte, los evitas!

  –¡¿Qué?!

  –¿Te sorprendí? Pues, no soy tonta, hijita; cuando ellos van hacia ti, tú ya buscas cómo perderlos de vista. Tal vez sea mi culpa; nunca pudimos hablar de hombres como lo hice con tu hermana Canda; es que... nunca pudimos congeniar, ¿no? Mas, dime, entre nosotras; ¿les temes a los muchachos? No quiero decir que seas boba, simplemente puedes tener miedo a quedar mal ante ellos porque son mayores que tú.

  –No te esfuerces en comprenderme, mamá; sería inútil –respondió apenada–. Y si te interesa conocer la razón por la cual los evito, no es por temor a nada, simplemente no tengo deseos de discutir con Trown; sabes que él tampoco es compatible conmigo y, en estos últimos días, no me he sentido muy bien.

  Trown y compañía habían seguido atentamente la conversación y se hacían gestos cómplices entre sí. De inmediato, se retiraron a otra sala porque estaban tentados y, allí, se despacharon a gusto.

Doble Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora