Ahora estamos recogiendo bayas, las trampas han quedado listas, hemos colocado el doble de las normales, cada vez falta menos para la cosecha y seguro que la gente quiere aprovechar para comprar la comida por diferentes razones, la posibilidad de una última cena familiar, tal vez.

—¿Cuántas llevas? —Me vuelvo para ver a mi compañero— Creo que con unas cuantas más será suficiente y...

No está.

—¿Peeta? —comienzo a hiperventilar ¿Dónde está Peeta? No, tiene que estar cerca de aquí, tal vez sólo fue a buscar más arbustos de bayas, no han pasado aerodeslizadores, no se ha escuchado ninguno; aunque a veces son tan silenciosos que...— ¡Peeta!

Nada.

—¡PEETA!

Se oyen unos pasos correr hacia acá, es él, estoy segura, podría reconocer sus fuertes, decididas y poco delicadas pisadas. Me relajo un momento y suelto todo el aire cuando lo veo aparecer.

—¿QUÉ CREES QUE HACES MALDITA SEA? —mi histeria se escucha por todo el bosque, una bandada de pájaros se asustan con mis gritos y vuelan lejos.

—Lo siento, yo solo fui por más bayas, mira.

Esas bayas, las he visto antes, pero Gale y yo nunca las recogemos por alguna razón...

«Estas no, Katniss, nunca. Son Jaulas de Noche, estarías muerta antes de que te llegaran al estómago»

Subo la cabeza para ver a Peeta, ya que la he bajado al intentar recordar las palabras de mi padre, y cuando lo veo, está a nada de llevarse una a la boca.

—¡NO! ¡NO! —Le doy una manotazo y las bayas caen, él me mira asustado— ¿Has comido alguna? —No responde— ¿HAS COMIDO ALGUNA? ¡MALDITA SEA, MELLARK, CONTESTA!

—No. —Traga saliva, sus ojos azules están tan abiertos como pueden, y me dejan admirar lo bonitos que son... y también lo espantado que está por mis gritos, tal como los pájaros que han huido, sólo que él no puede huir como ellos. No sé si por cobardía o por cortesía, se queda de pie enfrente de mí, pero eso da lo mismo ¡Casi se suicida!

—¿ESTÁS LOCO? ¡PUDISTE HABER MUERTO! ¡LAS JAULAS DE NOCHE TE MATARÍAN ANTES DE QUE TE LLEGASEN AL ESTÓMAGO!

—Lo siento, no lo sabía, yo no...

La voz le tiembla un poco, pero a mí lo que me tiembla es el corazón y todo lo que tengamos en el cuerpo. Lo interrumpo cuando me lanzo a sus brazos ¡Vaya susto me ha metido! ¿Qué hubiese pasado si no lo llamaba a tiempo? ¿Peeta estaría muerto ahora? ¿Qué haría en ese caso? ¿Me sentiría mal? No lo sé, la idea me da escalofríos y me aprieto más contra él.

Peeta me importa, no lo quisiera muerto. Hemos establecido un buen lazo al cuál no sé cómo llamarle, pero sé que no dejo que las personas me vean llorar y a pesar de todo, Peeta lo ha hecho; no me ha juzgado y me ha consolado cuando lo de Gale. Además de que como ya lo he dicho en contadas ocasiones, le debo la vida. Sé que si lo perdiera ahora, no podría soportarlo, mucho menos contando con que hay una gran posibilidad de que ya haya perdido a Gale.

Empiezo a temblar aún más, no quiero pensar en ello, dije que me mantendría fuerte, por Prim, por Hazelle, por el mismo Gale, incluso por la memoria del mismo Gale..., pero simplemente es demasiado. El problema (otro de todos los que me dan vueltas en la cabeza), es que no sé si mi llanto es por Gale o por la idea de que Peeta también estuviese muerto, y eso me espanta un poco.

—Estoy bien, tranquila. No me ha pasado nada —susurra en mi oído y toma algunos mechones de cabello para acariciarlo como el otro día; debo admitir que esto me tranquiliza bastante y al parecer él lo ha notado.

HARINA Y POLVO DE CARBÓNWhere stories live. Discover now