Capítulo 4 - ¿Obsesión? Eso es algo que no tengo claro.

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—Ahora dime dónde has estado y no acepto mentiras como respuestas. —Andrew rompió el silencio.

Me senté en la silla y apoyé los codos en la mesa dejando descansar mi cabeza en mis manos.

—Estuve de viaje. —Contesté.

—¿De viaje?

—Fue un viaje corto, ya sabes, vas por el día y luego regresas. Fin.

—Mientes. —Acusa. Me sorprendió que lo dijiera sin parámetros.

—¿Qué? —Trago saliva. 

—Que mientes. 

—¿Por qué tendría que mentirte? 

—¿Irte de la nada? ¿No responder mis llamadas cuando quedamos en hacerlo? Estabas de lo más bien conmigo y cuando llegaron eso hombres de atuendos de negro, te pusiste extraña —Andrew dejó de acomodar las cosas y se apoyó en la encimera, mirándome—. Y desapareces por un día. Hay algo más en esto y me lo estás ocultando. Siempre tienes secretos conmigo.

—No te estoy ocultando nada, Andrew. Y además, no creí que nuestra amitad se basara en decirnos todo.

—No se trata de eso, Laila. El problema es que no sientes confianza en mí. —Dice Andrew mostrando el desconsuelo que siente. 

Suspiré. Lo comprendí. Estaba en su derecho. Andrew me había confiado toda su vida durante nuestra estadía en el centro de rehabilitación. En cambio, no le he pagado con la misma moneda, a él nunca le he platicado lo que en verdad ocurrió en mi vida y las tragedias que me han marcado.

Me levanté de la silla y me posicioné frente de Andrew. Le tomé las manos.

—Confío en ti, Andrew, en serio lo hago —Le digo, necesitando que sepa lo importante que es para mí—. Pero prefiero no involucrarte en esto. Te quiero mucho como para perder a un amigo.

Una arruga apreció en su frente cuando frunce el ceño.

—¿Perderme? Nunca me perderás. 

Su convicción me genera una pequeña sonrisa en mi cara. 

—Eso es un alivio, pero no lo suficiente como para convencerme de contarte mis secretos. 

—¡Diablos! En serio tienes más secretos que Bruce Wayne.

Solté una carcajada: —Eso es una estupidez.

Él se pasó la mano por sus cabellos dorados y suelta un otro suspiro cansador.

—¿Sabes? Esta conversación me deprime mucho y sé que no llegaré a nada si continúo insistiendo contigo. Mejor cambiemos de tema, ¿vale? —preguntó y asentí con la cabeza—. ¿Recuerdas que me debes una pizza?

El hambre me golpeó ante la mención.

—Sí, lo recuerdo. 

—Creo que es un buen momento para hacerlo realidad, ¿no lo crees?

—Ahora entiendo el porqué las bolsas con comida. —Dije observando mis repisas repletas de comida para un mes entero.

Te Encontré [ 2°T de TLA]Where stories live. Discover now